/ lunes 11 de marzo de 2019

Escucha Consciente

Nunca te ha pasado que sientes una ansiedad de contarle a alguien lo que te está pasando.Hay días en los que el sentimiento de ser escuchado se ha exacerbado al punto que no puedes dormir y sabes que no le puedes marcar a cualquiera porque no puedes airear tu vida personal. Así que te das a la tarea de marcarle primeramente a tu mejor amigo, pero no te contesta. Desesperas, respiras profundamente. Le marcas a otra amiga, pero anda ocupada con el esposo, sus hijos y el perro en un picnic familiar. Te preguntas por qué nadie está disponible a tan sólo la segunda llamada. La desesperación sube a otro nivel. Tomas dos respiraciones hondas y le marcas a tu madre,pero justamente se encuentra saliendo a comer con su comadre. Rezongas, les dices que son unas vagas, pero antes de colgar les deseas que se diviertan. Te quedas sin opciones, podrías hablarles a tus otros contactos, pero te cuestionas si estarán interesados en escuchar aquello que tienes que contarles… entonces te quedas barriendo moscas y secando trastes, solo y sin poder manifestar las emociones en ese espacio único que se construye al ser escuchado plenamente.

No es nada nuevo, los seres humanos tenemos una necesidad primigenia de ser escuchados, pero no podemos andar por la vida contándole hasta al vecino de asiento del camión que tu hijo de seis años le dijo una grosería a la maestra y ésta le ha mandado a ver a la directora quien ha decidido expulsarlo por el día y ha pedido hablar contigo urgentemente para descubrir el problema raíz con la situación de Pedrito. Podrías platicarle, pero te aseguro que aquel extraño sentado a tu lado que desconoce todo acerca de ti te oirá, pero no te escuchará.

¿Oímos o escuchamos?

La mayoría de nosotros oímos, pero no escuchamos. 24 horas al día nuestros oídos están trabajando en captar ondas sonoras involuntariamente. Nos enfrentamos a un nivel de contaminación acústica interminable. En veces cuando nos marca ese amigo desesperado en busca de un oído contestamos la llamada, dejamos de hablar y ¡no la creen! Piensan que estamos prestando atención deliberada, pero al mismo tiempo estamos respondiendo mensajes en el celular y cambiándole al televisor.

La escucha consciente incluye un gran interés por parte del receptor, no nada más se escucha con el oído, hay muchas otras cosas que podemos oír si se presta atención a su lenguaje corporal, a sus expresiones faciales y a la emotividad con la que entona sus palabras al expresarse. Se debe de escuchar con el corazón, con la mente, con el cuerpo y con el espíritu; es ahí donde nace la escucha consciente. En esa interacción entre dos seres que se unifican y van más allá de las barreras del pensamiento conceptual que separa.

Ir más allá significa crear un espacio libre de juicios, interpretaciones y suposiciones, donde la escucha es comprensiva, silenciosa, empática y da paso a que se abran otras puertas donde la confianza y aceptación son bases claves para que se sustente ese valor que le da sentido a nuestra existencia.Ser escuchados nos valida, nos hace auto-indagar, reflexionar, raciocinar, nos acobija e integra de tal manera que nos ayuda terapéuticamente a clarificar nuestros pensamientos y a articular procesos internos.

Lee también: El Amor Que Somos

Fuera distractores, hola conexión

Actualmente tenemos más distracciones que nunca, hemos aceptado ir de prisa por la vida sin cuestionarlo, recibiendo exceso de información en nuestros aparatos tecnológicos que nada tienen que ver con el bienestar propio. Nos abraza un constante ruido y activismo que llegamos a sentirnos inútiles si de una u otra manera no estamos funcionando de la misma manera que los demás, y con en ese ir y venir haciendo mil cosas a la vez parece casi imposible atravesar los obstáculos fisiológicos y conectar con el ser que hay dentro de ese alguien.

Hay algo inexplicable cuando sinérgicamente emerge esa conexión entre dos individuos, nos desborda la sensación de que nuestra alma está escuchando al alma del otro, pues hemos traspasado la prisa de imponer nuestra voz egoica que siempre busca tener la razón desde su propia perspectiva e interrumpe y opina cuando el otro habla. Debemos de dejar de ser el protagonista y escuchar abierta y receptivamente para que la otra persona sea capaz de despertar la conciencia de su propia grandeza.

La escucha consciente va más allá de las “técnicas de comunicación”, se debe cultivar diariamente a través de la meditación, la paciencia, la pausa y el silencio, acallando nuestros pensamientos y abriéndonos a escuchar profundamente. Cada uno sabe cuáles son las diferentes deficiencias que presenta al prestar el oído, es cuestión de identificarlas y trabajarlas, es básico para mejorar nuestras relaciones personales y laborales.

Nadie está exento a los corazones rotos, heridas, fracasos, caídas y el dolor que éstas nos generan, pero les tengo buenas noticias: La escucha consciente es el antídoto. Cuando alguien nos lleva a ese lugar transpersonal en el cual nos sentimos apapachados, queridos, vistos, acompañados y entendidos,sentimos un alivio que sobrepasa todo entendimiento.Tal vez el problema siga siendo el mismo, pero esa paz, claridad y calma que una escucha auténtica, profunda y terapéutica genera nos abre puertas claves que son necesarias para la compresión y transformación personal.

Nunca te ha pasado que sientes una ansiedad de contarle a alguien lo que te está pasando.Hay días en los que el sentimiento de ser escuchado se ha exacerbado al punto que no puedes dormir y sabes que no le puedes marcar a cualquiera porque no puedes airear tu vida personal. Así que te das a la tarea de marcarle primeramente a tu mejor amigo, pero no te contesta. Desesperas, respiras profundamente. Le marcas a otra amiga, pero anda ocupada con el esposo, sus hijos y el perro en un picnic familiar. Te preguntas por qué nadie está disponible a tan sólo la segunda llamada. La desesperación sube a otro nivel. Tomas dos respiraciones hondas y le marcas a tu madre,pero justamente se encuentra saliendo a comer con su comadre. Rezongas, les dices que son unas vagas, pero antes de colgar les deseas que se diviertan. Te quedas sin opciones, podrías hablarles a tus otros contactos, pero te cuestionas si estarán interesados en escuchar aquello que tienes que contarles… entonces te quedas barriendo moscas y secando trastes, solo y sin poder manifestar las emociones en ese espacio único que se construye al ser escuchado plenamente.

No es nada nuevo, los seres humanos tenemos una necesidad primigenia de ser escuchados, pero no podemos andar por la vida contándole hasta al vecino de asiento del camión que tu hijo de seis años le dijo una grosería a la maestra y ésta le ha mandado a ver a la directora quien ha decidido expulsarlo por el día y ha pedido hablar contigo urgentemente para descubrir el problema raíz con la situación de Pedrito. Podrías platicarle, pero te aseguro que aquel extraño sentado a tu lado que desconoce todo acerca de ti te oirá, pero no te escuchará.

¿Oímos o escuchamos?

La mayoría de nosotros oímos, pero no escuchamos. 24 horas al día nuestros oídos están trabajando en captar ondas sonoras involuntariamente. Nos enfrentamos a un nivel de contaminación acústica interminable. En veces cuando nos marca ese amigo desesperado en busca de un oído contestamos la llamada, dejamos de hablar y ¡no la creen! Piensan que estamos prestando atención deliberada, pero al mismo tiempo estamos respondiendo mensajes en el celular y cambiándole al televisor.

La escucha consciente incluye un gran interés por parte del receptor, no nada más se escucha con el oído, hay muchas otras cosas que podemos oír si se presta atención a su lenguaje corporal, a sus expresiones faciales y a la emotividad con la que entona sus palabras al expresarse. Se debe de escuchar con el corazón, con la mente, con el cuerpo y con el espíritu; es ahí donde nace la escucha consciente. En esa interacción entre dos seres que se unifican y van más allá de las barreras del pensamiento conceptual que separa.

Ir más allá significa crear un espacio libre de juicios, interpretaciones y suposiciones, donde la escucha es comprensiva, silenciosa, empática y da paso a que se abran otras puertas donde la confianza y aceptación son bases claves para que se sustente ese valor que le da sentido a nuestra existencia.Ser escuchados nos valida, nos hace auto-indagar, reflexionar, raciocinar, nos acobija e integra de tal manera que nos ayuda terapéuticamente a clarificar nuestros pensamientos y a articular procesos internos.

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Fuera distractores, hola conexión

Actualmente tenemos más distracciones que nunca, hemos aceptado ir de prisa por la vida sin cuestionarlo, recibiendo exceso de información en nuestros aparatos tecnológicos que nada tienen que ver con el bienestar propio. Nos abraza un constante ruido y activismo que llegamos a sentirnos inútiles si de una u otra manera no estamos funcionando de la misma manera que los demás, y con en ese ir y venir haciendo mil cosas a la vez parece casi imposible atravesar los obstáculos fisiológicos y conectar con el ser que hay dentro de ese alguien.

Hay algo inexplicable cuando sinérgicamente emerge esa conexión entre dos individuos, nos desborda la sensación de que nuestra alma está escuchando al alma del otro, pues hemos traspasado la prisa de imponer nuestra voz egoica que siempre busca tener la razón desde su propia perspectiva e interrumpe y opina cuando el otro habla. Debemos de dejar de ser el protagonista y escuchar abierta y receptivamente para que la otra persona sea capaz de despertar la conciencia de su propia grandeza.

La escucha consciente va más allá de las “técnicas de comunicación”, se debe cultivar diariamente a través de la meditación, la paciencia, la pausa y el silencio, acallando nuestros pensamientos y abriéndonos a escuchar profundamente. Cada uno sabe cuáles son las diferentes deficiencias que presenta al prestar el oído, es cuestión de identificarlas y trabajarlas, es básico para mejorar nuestras relaciones personales y laborales.

Nadie está exento a los corazones rotos, heridas, fracasos, caídas y el dolor que éstas nos generan, pero les tengo buenas noticias: La escucha consciente es el antídoto. Cuando alguien nos lleva a ese lugar transpersonal en el cual nos sentimos apapachados, queridos, vistos, acompañados y entendidos,sentimos un alivio que sobrepasa todo entendimiento.Tal vez el problema siga siendo el mismo, pero esa paz, claridad y calma que una escucha auténtica, profunda y terapéutica genera nos abre puertas claves que son necesarias para la compresión y transformación personal.

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