YoTambién es una asociación civil ocupada en exponer contenidos en una plataforma sobre discapacidad, inclusión y accesibilidad. Katia D’Artigues y Bárbara Anderson, son sus directoras. Hace unos días llegó a mis manos el libro electrónico ¿Cómo se dice?, el primer diccionario para reportear, escribir y contar historias sobre discapacidad.
Dicho sea de entrada, las discapacidades se viven, no se padecen. La discapacidad no es un hecho noticioso por sí mismo. “Discapacitado, persona con capacidades diferentes,
personas especiales... todos estos conceptos, que se usan sin respiro en los medios son incorrectos”, así lo explica el manual.
Claro, se apela a que los reporteros y editores buscan tratar el tema con términos “políticamente correctos”, pero en ese afán, sin querer queriendo, se cae en el uso de calificativos que centran la atención de la nota o reportaje en la discapacidad, no en la persona.
En el mes de junio del año pasado me aventuré a realizar una entrevista a una persona con discapacidad (pcd, acrónimo recomendado para ahorrar espacio en los textos), y debo confesar que un instinto me decía que no debía mencionar el hecho, pero por otro lado, erróneamente pensé que debía elevarlo a calidad de superhéroe, otro forma inadecuada de abordar las historias de las pcd; algo que ellas nunca esperan.
Lo comparé con un dios de la guerra, pero él seguramente nunca esperó eso.
“...Tampoco, yendo de un extremo a otro, son solo fuente de contenido por sus retos: no son superhumanos que, como guerreros, libran batallas épicas. Si asumimos este tipo de
cobertura, si nos limitamos a este estilo donde solo se resaltan sus logros, provocaremos una falsa sensación de condescendencia en los lectores o la audiencia”.
Una de las premisas principales de la asociación YoTambién es que los temas de discapacidad están en todos lados. “Todas las historias pueden ser historias sobre discapacidad".
En La Paz, Puerto de Ilusión, existe un lugar único, es un restaurante bufette llamado Gallo Gallina, el cual es atendido y está acondicionado para personas con discapacidad, ya sea por ejemplo motriz, auditiva, visual, intelectual (psicosocial, neurodiversa (que incluye el trastorno del espectro autista)
Estoy cayendo en razón que el gremio reporteril de mi ciudad sólo replicó la nota de la apertura del lugar y que un medio televisivo cayó en el desconocimiento al decir lenguaje de señas en lugar de Lengua de Señas Mexicana (LSM), porque YoTambién recuerda que en 2003 tal lengua fue declarada oficialmente como una lengua nacional.
Es posible que nadie haya presentado algún hecho noticioso del lugar porque no saben cómo abordarlo. ¿Qué tal si el menú es delicioso o por el contrario deja mucho que desear? ¿Nadie lo va a decir? ¿Por qué? porque ¿pobrecitos angelitos? No, Katia D’Artigues y Bárbara Anderson explican que los niños, adolescente o adultos con discapacidad no son angelitos per se, “son personas (siempre primero y ante todo), y en ello viene incluido lo bueno y lo malo... sin alas”.
El diccionario cita que el censo del INEGI del 2020, refleja que en total en el país viven 20,838,108 millones de personas con alguna discapacidad. Esta cantidad equivale al 16.5% del total de la población nacional.
La cifra resulta de sumar las 6,179,890 personas (4.9%) que fueron identificadas y se reconocieron como personas con discapacidad, más las 13,934,448 (11.1%) que dijeron tener alguna limitación para realizar actividades de la vida diaria (caminar, ver, oír, autocuidarse, hablar, comunicarse, recordar o concentrarse) y las 723,770 (0.6%) con algún “problema o condición mental”.