/ lunes 13 de mayo de 2024

Sandía con leche | ¡Por qué no fui maestra!

Casi el cien por ciento de las personas con las que convivo tienen tatuada la filosofía de que se trabaja sólo por dinero. Pobre de mí que creo en esa desechada idea de que el trabajo dignifica, o sea, te hace merecedor de algo mucho más allá del dinero, dinero, dinero.

Entonces, ¿para qué se trabaja? Desde que somos niños nos dicen que debemos ser alguien en la vida, pensando que algún logro debemos tener para por fin dejar de ser invisibles, ser alguien, quien sea, pero alguien.

“Trabaja en algo que te deje”, me dijeron mil veces hace 25 años, pero yo, que casi siempre dudo de las palabras de los demás, no pude creer que ese debería ser mi primer filtro para elegir o dejarme llevar por alguna carrera profesional. Claro que con 19 años imaginaba que si me lo propusiera podría ser una rockstar o una poeta famosa.

¿Y si mejor estudias para maestra?, insistían quienes estaban preocupados por mi futuro perfecto. Ahora pienso que era un buen consejo. Creo que me imaginaban como docente de primaria, porque el profesorado de ese nivel cumple el prototipo magisterial. El Profesor Jirafales, de Chespirito o la maestra Miel, de la película Matilda; pero yo me imaginaba siendo el apasionado Keating de la película de finales de los ochenta, La sociedad de los poetas muertos.

Bueno, me gustaba jugar a ser maestra cuando era niña, y siendo ya mayor intenté hacerlo realidad en nivel preparatoria y universidad.¡Qué atrevimiento el mío pensar que sería fácil!

¿Y mis quinquenios? No alcancé, no trabajé en eso más de cinco años. ¿Y si mejor me hubiera metido a la política? Porque ¿qué es primero, docencia y luego política?

En mi estado Baja California Sur es muy común la figura docente-político, nuestro actual gobernador fue docente en primaria; el exalcalde de Los Cabos, Óscar Leggs Castro también fue maestro de multinivel, y la exalcaldesa de Comondú, Ileana Talamantes Higuera, también pertenece al magisterio. Hay muchos ejemplos más.

No sé si sea correcto decir que fueron docentes, con conjugación verbal en pretérito perfecto del plural, porque tal vez estén interesados en volver a serlo o porque en realidad un maestro nunca deja de serlo, nunca deja de enseñar y ser un influencer para sus exalumnos.

Como mi profesor de quinto de primaria, Valentín Castro Burgoin, que es autor del himno de esta región, que fue entonado por primera vez hace seis años, en la conmemoración de los 44 años del nacimiento de Baja California Sur como estado libre, dejando de ser territorio.

Sus estrofas conquistaron a los jueces del concurso convocado por el Congreso del Estado. Utilizó el “pseudónimo de la suerte” Orgullo Sudcaliforniano. Estoy segura que mi maestro escribió por amor a Sudcalifornia. Eso se nota, aquí un ejemplo de su primera estrofa: “Es mi tierra Baja California Sur/ la leyenda antigua y sureña,/ un Estado Libre y Soberano/ brazo firme, fecundo y creador”.

Él sigue siendo mi maestro en el recuerdo de la primaria Ignacio Zaragoza. Él leía periódicos a la hora del recreo, algunos eran tabloides. Él fue y es un maestro de los buenos, de los maestros inolvidables que son ejemplo, de los que te hacen decir con orgullo: ´Si has escuchado el himno nacional de aquí (sic), quien escribió la letra fue mi maestro de quinto…´

Ojalá sí hubiera sido maestra, pero como mi maestro Valentín.

Licenciada en Lengua y Literatura

redaccion@elsudcaliforniano.com.mx

F. Brenda Covarrubias

Casi el cien por ciento de las personas con las que convivo tienen tatuada la filosofía de que se trabaja sólo por dinero. Pobre de mí que creo en esa desechada idea de que el trabajo dignifica, o sea, te hace merecedor de algo mucho más allá del dinero, dinero, dinero.

Entonces, ¿para qué se trabaja? Desde que somos niños nos dicen que debemos ser alguien en la vida, pensando que algún logro debemos tener para por fin dejar de ser invisibles, ser alguien, quien sea, pero alguien.

“Trabaja en algo que te deje”, me dijeron mil veces hace 25 años, pero yo, que casi siempre dudo de las palabras de los demás, no pude creer que ese debería ser mi primer filtro para elegir o dejarme llevar por alguna carrera profesional. Claro que con 19 años imaginaba que si me lo propusiera podría ser una rockstar o una poeta famosa.

¿Y si mejor estudias para maestra?, insistían quienes estaban preocupados por mi futuro perfecto. Ahora pienso que era un buen consejo. Creo que me imaginaban como docente de primaria, porque el profesorado de ese nivel cumple el prototipo magisterial. El Profesor Jirafales, de Chespirito o la maestra Miel, de la película Matilda; pero yo me imaginaba siendo el apasionado Keating de la película de finales de los ochenta, La sociedad de los poetas muertos.

Bueno, me gustaba jugar a ser maestra cuando era niña, y siendo ya mayor intenté hacerlo realidad en nivel preparatoria y universidad.¡Qué atrevimiento el mío pensar que sería fácil!

¿Y mis quinquenios? No alcancé, no trabajé en eso más de cinco años. ¿Y si mejor me hubiera metido a la política? Porque ¿qué es primero, docencia y luego política?

En mi estado Baja California Sur es muy común la figura docente-político, nuestro actual gobernador fue docente en primaria; el exalcalde de Los Cabos, Óscar Leggs Castro también fue maestro de multinivel, y la exalcaldesa de Comondú, Ileana Talamantes Higuera, también pertenece al magisterio. Hay muchos ejemplos más.

No sé si sea correcto decir que fueron docentes, con conjugación verbal en pretérito perfecto del plural, porque tal vez estén interesados en volver a serlo o porque en realidad un maestro nunca deja de serlo, nunca deja de enseñar y ser un influencer para sus exalumnos.

Como mi profesor de quinto de primaria, Valentín Castro Burgoin, que es autor del himno de esta región, que fue entonado por primera vez hace seis años, en la conmemoración de los 44 años del nacimiento de Baja California Sur como estado libre, dejando de ser territorio.

Sus estrofas conquistaron a los jueces del concurso convocado por el Congreso del Estado. Utilizó el “pseudónimo de la suerte” Orgullo Sudcaliforniano. Estoy segura que mi maestro escribió por amor a Sudcalifornia. Eso se nota, aquí un ejemplo de su primera estrofa: “Es mi tierra Baja California Sur/ la leyenda antigua y sureña,/ un Estado Libre y Soberano/ brazo firme, fecundo y creador”.

Él sigue siendo mi maestro en el recuerdo de la primaria Ignacio Zaragoza. Él leía periódicos a la hora del recreo, algunos eran tabloides. Él fue y es un maestro de los buenos, de los maestros inolvidables que son ejemplo, de los que te hacen decir con orgullo: ´Si has escuchado el himno nacional de aquí (sic), quien escribió la letra fue mi maestro de quinto…´

Ojalá sí hubiera sido maestra, pero como mi maestro Valentín.

Licenciada en Lengua y Literatura

redaccion@elsudcaliforniano.com.mx

F. Brenda Covarrubias