/ lunes 29 de abril de 2024

Sandía con leche | La recua, una carta de amor para el ranchero

Hace unos días tuve la fortuna y el gran honor de estrechar la mano de un hombre de rancho. Conocí a Darío Higuera Meza, de 75 años, un personaje fantástico, pero de carne y hueso, que parecía haberse salido de la proyección del cortometraje La recua (2021) que admiré hasta las lágrimas en el restauran bar y centro de espectáculos Café Capuchino del Centro Histórico de La Paz.

En el año 2008, Darío ya había aparecido en un documental que es una oda a la vida del ranchero, Corazón vaquero: The heart of the cowboy, donde muestra su maestría para la talabartería (creación de indumentaria y aditamentos de cuero), su amor por la vida sierreña y su deseo de que no muera la tradición ranchera.

Nombrar documental a La recua es tal vez una clasificación limitante, es más un filme clásico-instantáneo, un sueño capturado en video que por primera vez se exhibió el 14 de noviembre del 2021 en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos como parte de "la Baja inspira", dentro de una selección de largometrajes, en un año que parecía que nunca iba a llegar, luego de la pandemia por el Covid-19.

El 3 de noviembre de ese año, El gobierno de Los Cabos reconoció a los creadores del documental ganador en la categoría Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, uno de los más importantes en Latinoamérica, además ese año por primera vez en Los Cabos se celebró el Día de la Californidad, una ocasión precisa para festejar la fortuna de reconocer lo que distingue a quienes vivimos en el Otro México.

La obra fílmica de 86 minutos es creación de las compañías productoras: Bell Mare Productions. Trudi Angell, Dario Higuera Meza (idea original)l; guion: Andrés Ozawa; fotografía, Alejandro Rivas, Elizabeth Moreno, Erik Stevens Edición: Sergio Castro, Andrés Ozawa Sonido: Rogelio Muñoz, Álvaro Castro; música, Alejandro Guerrero.

Cuando hace poco más dos años escuche el título La recua y vi algunas imágenes, recua me sonó como una pieza de cuero, una silla de montar, algo que tenía que ver con la indumentaria propia para salvarse de las mordeduras de la flora y fauna del desierto crudo y bello ( quienes alguna vez hemos caminado por el monte sabemos que las espinas de las choyas no te pican, más bien parecen morderte).

“¿Una recua?, ah es una cabalgata”, me dijo un poco enterado interlocutor con el que comenté que quería ver La recua. Pero no es eso, aunque sí tiene que ver, una recua es una travesía hecha por personas, mulas y burros, llevando cargas de víveres y objetos destinados para la venta o intercambio y a la vez cargando lo que se ha comprado.

Recua [rék – wah] Grupo de animales de carga. Del árabe clásico rákbah (caravana) o en inglés The Mule Pack Train.

En Baja California Sur, cuando no había carros ni carreteras, indígenas y misioneros por semanas marchaban por el monte a lomo de mula, en un viaje que se convertía en una aventura de sobrevivencia, que a través del tiempo dejó de ser necesaria.

El día de la última recua de un punto de la península hasta La Paz nadie lo conoce, y tal vez la recua de Darío sea la última que se realiza.

Darío Higuera Meza encontró los aliados perfectos para hackear el pasado y traer al presente una recua como la que vivieron sus abuelos, padre y tíos, y qué él recuerda desde que era adolescente. Trudi Angell, mujer de origen estadounidense, guía de turistas, que vive en Loreto desde hace 40 años, la primera vez que llegó a La Paz lo hizo en Kayak en los años ochenta.

El hijo de don Darío, su nieto Ramoncito, su amigo Ricardo Arce, y su hija de 10 años, Azucena, y un equipo de grabación de 13 personas por 20 días recorrieron más de 300 kilómetros por el camino real, es decir, siguieron un trayecto tipo off road, ese que existía antes de las carreteras, el que tantas veces se andó de día y de noche, tal vez rezando y maldiciendo llevando carne seca, quesos, vino, cueros, dátiles e higos hasta el Puerto de Ilusión, concretamente hasta la Perla de La Paz, punto de venta y compra.

“Este sueño que tuvo Darío de capturar la historia de ustedes, paceños, californianos y californianas; eso, pues, somos muy afortunados”...” A ver, levante la mano quién lloró…” expresó Angell en el reciente evento de cine-club.

La quijotesca hazaña no ha parado, ha sido presentada en festivales en México y Estados Unidos, concretamente en Baja California Sur, Baja California, Sonora; en San Diego, Los Ángeles y Hawái, siempre impresionado a los espectadores.

La recua es la historia de cinco arrieros que un día de marzo del 2018 salieron de San Francisco de la Sierra con carga en 10 burros, con carga de 40 kilos de dátiles, 40 kilos de queso, 40 kilos de dulce de caña y 50 litros de vino de Comondú y los vendieron en La Paz en el arroyo El Cajoncito. ¡Qué lindeza!, como dice Darío.

Hace unos días tuve la fortuna y el gran honor de estrechar la mano de un hombre de rancho. Conocí a Darío Higuera Meza, de 75 años, un personaje fantástico, pero de carne y hueso, que parecía haberse salido de la proyección del cortometraje La recua (2021) que admiré hasta las lágrimas en el restauran bar y centro de espectáculos Café Capuchino del Centro Histórico de La Paz.

En el año 2008, Darío ya había aparecido en un documental que es una oda a la vida del ranchero, Corazón vaquero: The heart of the cowboy, donde muestra su maestría para la talabartería (creación de indumentaria y aditamentos de cuero), su amor por la vida sierreña y su deseo de que no muera la tradición ranchera.

Nombrar documental a La recua es tal vez una clasificación limitante, es más un filme clásico-instantáneo, un sueño capturado en video que por primera vez se exhibió el 14 de noviembre del 2021 en el Festival Internacional de Cine de Los Cabos como parte de "la Baja inspira", dentro de una selección de largometrajes, en un año que parecía que nunca iba a llegar, luego de la pandemia por el Covid-19.

El 3 de noviembre de ese año, El gobierno de Los Cabos reconoció a los creadores del documental ganador en la categoría Ópera Prima en el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, uno de los más importantes en Latinoamérica, además ese año por primera vez en Los Cabos se celebró el Día de la Californidad, una ocasión precisa para festejar la fortuna de reconocer lo que distingue a quienes vivimos en el Otro México.

La obra fílmica de 86 minutos es creación de las compañías productoras: Bell Mare Productions. Trudi Angell, Dario Higuera Meza (idea original)l; guion: Andrés Ozawa; fotografía, Alejandro Rivas, Elizabeth Moreno, Erik Stevens Edición: Sergio Castro, Andrés Ozawa Sonido: Rogelio Muñoz, Álvaro Castro; música, Alejandro Guerrero.

Cuando hace poco más dos años escuche el título La recua y vi algunas imágenes, recua me sonó como una pieza de cuero, una silla de montar, algo que tenía que ver con la indumentaria propia para salvarse de las mordeduras de la flora y fauna del desierto crudo y bello ( quienes alguna vez hemos caminado por el monte sabemos que las espinas de las choyas no te pican, más bien parecen morderte).

“¿Una recua?, ah es una cabalgata”, me dijo un poco enterado interlocutor con el que comenté que quería ver La recua. Pero no es eso, aunque sí tiene que ver, una recua es una travesía hecha por personas, mulas y burros, llevando cargas de víveres y objetos destinados para la venta o intercambio y a la vez cargando lo que se ha comprado.

Recua [rék – wah] Grupo de animales de carga. Del árabe clásico rákbah (caravana) o en inglés The Mule Pack Train.

En Baja California Sur, cuando no había carros ni carreteras, indígenas y misioneros por semanas marchaban por el monte a lomo de mula, en un viaje que se convertía en una aventura de sobrevivencia, que a través del tiempo dejó de ser necesaria.

El día de la última recua de un punto de la península hasta La Paz nadie lo conoce, y tal vez la recua de Darío sea la última que se realiza.

Darío Higuera Meza encontró los aliados perfectos para hackear el pasado y traer al presente una recua como la que vivieron sus abuelos, padre y tíos, y qué él recuerda desde que era adolescente. Trudi Angell, mujer de origen estadounidense, guía de turistas, que vive en Loreto desde hace 40 años, la primera vez que llegó a La Paz lo hizo en Kayak en los años ochenta.

El hijo de don Darío, su nieto Ramoncito, su amigo Ricardo Arce, y su hija de 10 años, Azucena, y un equipo de grabación de 13 personas por 20 días recorrieron más de 300 kilómetros por el camino real, es decir, siguieron un trayecto tipo off road, ese que existía antes de las carreteras, el que tantas veces se andó de día y de noche, tal vez rezando y maldiciendo llevando carne seca, quesos, vino, cueros, dátiles e higos hasta el Puerto de Ilusión, concretamente hasta la Perla de La Paz, punto de venta y compra.

“Este sueño que tuvo Darío de capturar la historia de ustedes, paceños, californianos y californianas; eso, pues, somos muy afortunados”...” A ver, levante la mano quién lloró…” expresó Angell en el reciente evento de cine-club.

La quijotesca hazaña no ha parado, ha sido presentada en festivales en México y Estados Unidos, concretamente en Baja California Sur, Baja California, Sonora; en San Diego, Los Ángeles y Hawái, siempre impresionado a los espectadores.

La recua es la historia de cinco arrieros que un día de marzo del 2018 salieron de San Francisco de la Sierra con carga en 10 burros, con carga de 40 kilos de dátiles, 40 kilos de queso, 40 kilos de dulce de caña y 50 litros de vino de Comondú y los vendieron en La Paz en el arroyo El Cajoncito. ¡Qué lindeza!, como dice Darío.