/ domingo 7 de agosto de 2022

Miguel Mathes: un decenio

Lamentable pérdida para la historiografía de las Californias significó el fallecimiento del doctor William Michael Mathes, ocurrido el lunes 13 de agosto de 2012 en Plainview, Texas.

Doblemente penosa para quienes fuimos sus amigos y atestiguamos la devoción académica del eminente investigador por el pasado californiano, que enriqueció con su múltiple producción bibliográfica y en revistas especializadas.

Altacaliforniano de nacimiento y californiófilo por convicción, Miguel (como prefería que lo llamasen) hizo de su vida un infatigable peregrinar por la cátedra, la casa editorial, la charla y la búsqueda personal de la realidad que le anunciaban los libros y documentos.

Nació en Los Ángeles en 1936, y a los doce años de edad ya se hallaba recorriendo la península tomando fotografías y apuntes de cuanto captaba su interés y precoz acuciosidad.

A instancias de su amigo el doctor Miguel León-Portilla se incorporó a las actividades que en favor del conocimiento del pasado regional se llevaban a cabo por entonces en Baja California Sur, comenzando por la entrega de su libro Californiana II, en dos volúmenes, que el 3 de mayo de 1973 hizo al gobernador Félix Agramont como parte del programa de aniversario de la fundación de Santa Cruz, en la California novohispana.

Más tarde promovió la dotación y formación de la Biblioteca de Las Californias, que custodió don Alejandro Martínez como cronista del Estado en la recién reconstruida Casa de Gobierno en La Paz, cuyo cuantioso acervo terminó, en los inicios del sexenio gubernamental de 1999-2005, en los baños del Teatro de la Ciudad, donde fue destruido por la incuria, la humedad y demás fauna nociva predadora de libros.

Súmese a ellos la dotación de cajas (merced a la contribución económica de Enrique Hambleton) y microfilmación de documentos del Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de BCS (mediante convenio con la Universidad de San Francisco, donde laboraba, y la UABC), y su participación como expositor en las once semanas de Información Histórica (1981-1987) que se llevaron a cabo durante todo el sexenio del gobernador Alberto Alvarado.

Su talento profesional, afanoso y pródigo, esparció beneficios a todo el país, en cuyas aulas y recintos de estudio dejó gratitudes, admiración, discípulos y amigos, muchos amigos.

Del abundante acervo que había logrado recopilar en su residencia de Sonoma, Alta California, 45 mil volúmenes fueron adquiridos por el Colegio de Jalisco, que desde 1993 forman la biblioteca Mathes de esa institución de cultura.

Tan afanosa y fértil existencia tuvo múltiples reconocimientos de instituciones académicas y oficiales, entre ellos el Águila Azteca, condecoración que el gobierno mexicano otorga a extranjeros que han prestado servicios excepcionales a nuestro país, que le hizo llegar el presidente Miguel de la Madrid.

Algunos componentes de su bibliografía, en orden alfabético de títulos

(varios trasladados al inglés): Aportación a la historiografía de California en el siglo XVIII; Baja California, textos de su historia; Breve historia de la tierra de Calafia: Las Californias; la serie Californiana; Clemente Guillen, Explorer of the South: Diaries of the Overland Expeditions to Bahia Magdalena, and La Paz, 1719, 1720-1721; Cortés en California; Ethnology of Baja California Indians; Indian Warfare in Baja California 1533-1857; Las misiones de Baja California; Loreto's Key Role in the Early History of the Californias; Mexico on stone. Lithography in Mexico, 1826-1900; Sebastián Vizcaíno y la expansión española en el océano Pacífico; The Capture of Santa Ana, Cabo San Lucas 1587; The Diary of the Kino-Atondo Peninsular Expedition; The Russian-Mexican Frontier, por citar algunos, sin mencionar ensayos, conferencias y prólogos.

La UABCS le quedó debiendo un doctorado Honoris Causa, cuya entrega hubiese prestigiado a la institución y hecho muy feliz a ese espíritu entusiasta. En compensación de ello pudiere pensarse en otorgar su nombre a algún espacio de California Sur donde se perpetúe tal ejemplo de productividad inagotable hasta el final de la vida que recordamos hoy a unos cuantos días de que se cumpla el primer decenio de su entrada a la memoria histórica de los californios.

Lamentable pérdida para la historiografía de las Californias significó el fallecimiento del doctor William Michael Mathes, ocurrido el lunes 13 de agosto de 2012 en Plainview, Texas.

Doblemente penosa para quienes fuimos sus amigos y atestiguamos la devoción académica del eminente investigador por el pasado californiano, que enriqueció con su múltiple producción bibliográfica y en revistas especializadas.

Altacaliforniano de nacimiento y californiófilo por convicción, Miguel (como prefería que lo llamasen) hizo de su vida un infatigable peregrinar por la cátedra, la casa editorial, la charla y la búsqueda personal de la realidad que le anunciaban los libros y documentos.

Nació en Los Ángeles en 1936, y a los doce años de edad ya se hallaba recorriendo la península tomando fotografías y apuntes de cuanto captaba su interés y precoz acuciosidad.

A instancias de su amigo el doctor Miguel León-Portilla se incorporó a las actividades que en favor del conocimiento del pasado regional se llevaban a cabo por entonces en Baja California Sur, comenzando por la entrega de su libro Californiana II, en dos volúmenes, que el 3 de mayo de 1973 hizo al gobernador Félix Agramont como parte del programa de aniversario de la fundación de Santa Cruz, en la California novohispana.

Más tarde promovió la dotación y formación de la Biblioteca de Las Californias, que custodió don Alejandro Martínez como cronista del Estado en la recién reconstruida Casa de Gobierno en La Paz, cuyo cuantioso acervo terminó, en los inicios del sexenio gubernamental de 1999-2005, en los baños del Teatro de la Ciudad, donde fue destruido por la incuria, la humedad y demás fauna nociva predadora de libros.

Súmese a ellos la dotación de cajas (merced a la contribución económica de Enrique Hambleton) y microfilmación de documentos del Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” de BCS (mediante convenio con la Universidad de San Francisco, donde laboraba, y la UABC), y su participación como expositor en las once semanas de Información Histórica (1981-1987) que se llevaron a cabo durante todo el sexenio del gobernador Alberto Alvarado.

Su talento profesional, afanoso y pródigo, esparció beneficios a todo el país, en cuyas aulas y recintos de estudio dejó gratitudes, admiración, discípulos y amigos, muchos amigos.

Del abundante acervo que había logrado recopilar en su residencia de Sonoma, Alta California, 45 mil volúmenes fueron adquiridos por el Colegio de Jalisco, que desde 1993 forman la biblioteca Mathes de esa institución de cultura.

Tan afanosa y fértil existencia tuvo múltiples reconocimientos de instituciones académicas y oficiales, entre ellos el Águila Azteca, condecoración que el gobierno mexicano otorga a extranjeros que han prestado servicios excepcionales a nuestro país, que le hizo llegar el presidente Miguel de la Madrid.

Algunos componentes de su bibliografía, en orden alfabético de títulos

(varios trasladados al inglés): Aportación a la historiografía de California en el siglo XVIII; Baja California, textos de su historia; Breve historia de la tierra de Calafia: Las Californias; la serie Californiana; Clemente Guillen, Explorer of the South: Diaries of the Overland Expeditions to Bahia Magdalena, and La Paz, 1719, 1720-1721; Cortés en California; Ethnology of Baja California Indians; Indian Warfare in Baja California 1533-1857; Las misiones de Baja California; Loreto's Key Role in the Early History of the Californias; Mexico on stone. Lithography in Mexico, 1826-1900; Sebastián Vizcaíno y la expansión española en el océano Pacífico; The Capture of Santa Ana, Cabo San Lucas 1587; The Diary of the Kino-Atondo Peninsular Expedition; The Russian-Mexican Frontier, por citar algunos, sin mencionar ensayos, conferencias y prólogos.

La UABCS le quedó debiendo un doctorado Honoris Causa, cuya entrega hubiese prestigiado a la institución y hecho muy feliz a ese espíritu entusiasta. En compensación de ello pudiere pensarse en otorgar su nombre a algún espacio de California Sur donde se perpetúe tal ejemplo de productividad inagotable hasta el final de la vida que recordamos hoy a unos cuantos días de que se cumpla el primer decenio de su entrada a la memoria histórica de los californios.