/ domingo 1 de marzo de 2020

Franciscanos en Antigua California* Última de dos partes

Cultura y Sociedad

En la primera parte del presente texto dejamos a fray Junípero Serra--presidente de los franciscanos que se hicieron cargo de las misiones californianas a la salida de los jesuitas, en 1768-- iniciando al año siguiente desde Loreto la caminata hacia el norte peninsular como parte de la expedición que encabezaba el gobernador Gaspar de Portolá, antecedida del capitán Fernando de Rivera y Moncada, encargado de sustraer cuanto pudiera con destino a la apertura de las misiones proyectadas para la Alta California, comenzando por la de San Diego.

De abril a mayo de ese mismo 1769, Serra estuvo en San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, San Ignacio, Santa Gertrudis y San Francisco de Borja, y en Santa María alcanzó al gobernador.

El 14 de mayo quedó fundada la misión de San Fernando, única establecida por los franciscanos en la península, y hasta entonces la más norteña de las Californias.

El 20 de junio, el contingente expedicionario llegó al sitio que recibió el nombre de la Visitación de María Santísima, donde posteriormente habría de quedar asentada la ciudad de Ensenada.

Y el 1 de julio avistaron la bahía donde quedó fundada la misión de San Diego de Alcalá, primera en la Alta California.

Todo lo anterior produjo una amplia, interesante y detallada descripción escrita por Serra.

Para hacerse cargo íntegramente de las nuevas fundaciones, los franciscanos convinieron el 7 de abril de 1722 entregar a la orden de Santo Domingo de Guzmán las misiones ex jesuíticas de la Antigua California, acuerdo que poco después fue apoyado por la Junta de Guerra y Real Hacienda y decretado por el virrey Bucareli.

Así, el 19 de mayo de 1773, y comenzando por la de Loreto, Palou hizo al dominico Martín Zabaleta “voluntaria y gustosísima dejación de todas las misiones antiguas de esta península de Californias, y de la nueva nombrada San Fernando de Velicatá, para emplearnos en las nuevas fundaciones desde San Diego y Monterrey hasta el puerto de nuestro padre san Francisco…”

Hasta aquí todo era una sola California, nombrada así desde 1535 a partir de la presencia de Hernán Cortés en el extremo sur peninsular. El 26 de febrero de 1804, el gobierno virreinal separó política y administrativamente a las Californias en una parte peninsular (antigua, vieja o baja California) y otra continental (nueva o alta California).

En 1848, la nueva o alta California pasó a poder de los Estados Unidos de Norteamérica como consecuencia de la guerra de aquel país contra México, y pronto los neo-altacalifornianos impusieron al vasto territorio que les redituó el despojo el solo nombre de California, aunque desde los inicios de la guerra, en 1846, los separatistas ya habían alzado la bandera de la "república del oso" que al final del conflicto pasó a constituir el nuevo estado de California.

Las dos mitades de la península estuvieron consideradas oficialmente una sola provincia, con capital en La Paz, hasta que fueron establecidos los distritos Norte y Sur en 1888.
Y fue el 7 de febrero de 1931 que adquirió estatus oficial la división de los territorios Norte y Sur de Baja California.
El gobierno del presidente Miguel Alemán promovió y decretó en 1952 la creación de un nuevo estado en la mitad norteña de la península, al cual fue otorgado el nombre de toda ella, dejando para la mitad meridional el largo título de "Territorio de Baja California Sur".
Al convertirse éste en la entidad número 30 de la federación mexicana en 1974, se pasó a cambiarle entonces únicamente la palabra territorio por la de estado y a dejarle los dos innecesarios epítetos (baja y sur), que al fin y al cabo, en términos geográficos, significan lo mismo.
Pero luego, la ley del menor esfuerzo hizo que la extensa designación se abreviase, sólo que en vez de reducirse a "California", como hubiera sido lo justo y propio, intereses mexicanos y extra nacionales, principalmente relacionados con el comercio y el turismo, optaron por los nombres de "baja" o "baja sur", que a los oídos de los sudcalifornianos en general suenan a despectivos o peyorativos y resultan, por tanto, inaceptables.
De manera que, después de más de dos centurias de ostentar en propiedad su nombre, la California original comenzó a sufrir adjetivaciones hasta acabar ya sin el nombre literario, mágico y eufónico con que emergió a la historia.
Tragedias de la inconsciencia.

* Participación en la mesa “La Antigua California” dentro del II Congreso de Historia de Baja California, efectuada en el Centro Estatal de las Artes de Ensenada, Baja California, el 20 de febrero de 2020.

Cultura y Sociedad

En la primera parte del presente texto dejamos a fray Junípero Serra--presidente de los franciscanos que se hicieron cargo de las misiones californianas a la salida de los jesuitas, en 1768-- iniciando al año siguiente desde Loreto la caminata hacia el norte peninsular como parte de la expedición que encabezaba el gobernador Gaspar de Portolá, antecedida del capitán Fernando de Rivera y Moncada, encargado de sustraer cuanto pudiera con destino a la apertura de las misiones proyectadas para la Alta California, comenzando por la de San Diego.

De abril a mayo de ese mismo 1769, Serra estuvo en San José de Comondú, La Purísima, Guadalupe, San Ignacio, Santa Gertrudis y San Francisco de Borja, y en Santa María alcanzó al gobernador.

El 14 de mayo quedó fundada la misión de San Fernando, única establecida por los franciscanos en la península, y hasta entonces la más norteña de las Californias.

El 20 de junio, el contingente expedicionario llegó al sitio que recibió el nombre de la Visitación de María Santísima, donde posteriormente habría de quedar asentada la ciudad de Ensenada.

Y el 1 de julio avistaron la bahía donde quedó fundada la misión de San Diego de Alcalá, primera en la Alta California.

Todo lo anterior produjo una amplia, interesante y detallada descripción escrita por Serra.

Para hacerse cargo íntegramente de las nuevas fundaciones, los franciscanos convinieron el 7 de abril de 1722 entregar a la orden de Santo Domingo de Guzmán las misiones ex jesuíticas de la Antigua California, acuerdo que poco después fue apoyado por la Junta de Guerra y Real Hacienda y decretado por el virrey Bucareli.

Así, el 19 de mayo de 1773, y comenzando por la de Loreto, Palou hizo al dominico Martín Zabaleta “voluntaria y gustosísima dejación de todas las misiones antiguas de esta península de Californias, y de la nueva nombrada San Fernando de Velicatá, para emplearnos en las nuevas fundaciones desde San Diego y Monterrey hasta el puerto de nuestro padre san Francisco…”

Hasta aquí todo era una sola California, nombrada así desde 1535 a partir de la presencia de Hernán Cortés en el extremo sur peninsular. El 26 de febrero de 1804, el gobierno virreinal separó política y administrativamente a las Californias en una parte peninsular (antigua, vieja o baja California) y otra continental (nueva o alta California).

En 1848, la nueva o alta California pasó a poder de los Estados Unidos de Norteamérica como consecuencia de la guerra de aquel país contra México, y pronto los neo-altacalifornianos impusieron al vasto territorio que les redituó el despojo el solo nombre de California, aunque desde los inicios de la guerra, en 1846, los separatistas ya habían alzado la bandera de la "república del oso" que al final del conflicto pasó a constituir el nuevo estado de California.

Las dos mitades de la península estuvieron consideradas oficialmente una sola provincia, con capital en La Paz, hasta que fueron establecidos los distritos Norte y Sur en 1888.
Y fue el 7 de febrero de 1931 que adquirió estatus oficial la división de los territorios Norte y Sur de Baja California.
El gobierno del presidente Miguel Alemán promovió y decretó en 1952 la creación de un nuevo estado en la mitad norteña de la península, al cual fue otorgado el nombre de toda ella, dejando para la mitad meridional el largo título de "Territorio de Baja California Sur".
Al convertirse éste en la entidad número 30 de la federación mexicana en 1974, se pasó a cambiarle entonces únicamente la palabra territorio por la de estado y a dejarle los dos innecesarios epítetos (baja y sur), que al fin y al cabo, en términos geográficos, significan lo mismo.
Pero luego, la ley del menor esfuerzo hizo que la extensa designación se abreviase, sólo que en vez de reducirse a "California", como hubiera sido lo justo y propio, intereses mexicanos y extra nacionales, principalmente relacionados con el comercio y el turismo, optaron por los nombres de "baja" o "baja sur", que a los oídos de los sudcalifornianos en general suenan a despectivos o peyorativos y resultan, por tanto, inaceptables.
De manera que, después de más de dos centurias de ostentar en propiedad su nombre, la California original comenzó a sufrir adjetivaciones hasta acabar ya sin el nombre literario, mágico y eufónico con que emergió a la historia.
Tragedias de la inconsciencia.

* Participación en la mesa “La Antigua California” dentro del II Congreso de Historia de Baja California, efectuada en el Centro Estatal de las Artes de Ensenada, Baja California, el 20 de febrero de 2020.