/ domingo 9 de mayo de 2021

AHPLM: aniversario 52

Este domingo 9 de mayo, el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”, de Baja California Sur (AHPLM), llega a su quincuagésimo segundo aniversario.

Al final de una serie larga de avatares entre las que se cuenta la reubicación de la documentación gubernamental de Loreto a La Paz en 1830 (como parte del cambio de la capital de la provincia) y el secuestro que hizo de los papeles oficiales del gobierno del distrito Sur de la Baja California el filibustero William Walker en 1853, junto con el gobernador saliente Rafael Espinoza y el que llegaba a suplirlo Juan Clímaco Rebolledo, los manuscritos y primitivos textos a máquina que constituían el incipiente archivo histórico sudcaliforniano fueron embodegados y olvidados en una pequeña torre construida sobre el techo de lo que fue primero el sanatorio “Gral. Manuel Sobarzo” y después la cárcel municipal que así heredó la denominación de el “Sobarzo”, en La Paz.

En 1968, el doctor Miguel León-Portilla, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, invitado por el gobernador Hugo Cervantes del Río para ofrecer algunas conferencias sobre el pasado de nuestra entidad, preguntó por el repositorio donde se guardaban los documentos de la historia sudcaliforniana. Atendido por el profesor Armando Trasviña Taylor, funcionario de la administración territorial, la pesquisa llegó hasta la torre del Sobarzo, desde donde comenzaron a ser bajados los legajos con la ayuda de varios reclusos que se prestaron gustosamente a la tarea, y trasladados al primer piso de la Casa de la Cultura, de 5 de Mayo y Belisario Domínguez.

El 9 de mayo de 1969, las investigadoras de la UNAM Guadalupe Pérez San Vicente y Beatriz Arteaga Garza entregaron al gobernador el Archivo Histórico, que fue puesto bajo custodia de las personas que participaron en las tareas iniciales de rescate, clasificación y organización del acervo: Esthela Moyrón, Ernestina Sández y Virginia Acuña Peralta.

Mediante aportación económica de Enrique Hambleton se obtuvo la primera dotación de cajas especiales, transportadas desde Alta California por W. Michael Mathes; estos materiales aún están en servicio.

En marzo de 1971 asumió la dirección José Andrés Cota Sandoval, quien obtuvo luego el título de licenciado en Historia (UAG) mediante la preparación del catálogo del ramo de la Colonia (1774-1821) del propio repositorio.

Como titular de la dirección de Acción Social y Cultural –de la que dependía el archivo-, correspondió a este cronista suscribir un convenio con el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y la Bancroft Library de la Universidad de California en Berkeley (representada por el doctor Mathes) para efectuar un programa de microfilmación de los documentos cuyos ejemplares son custodiados desde entonces por el propio centro de investigación, el organismo de la UNAM en la capital del país, el Centro de Investigaciones Históricas de la UABC, el Centro de Estudios de Historia de México de Condumex y la institución altacaliforniana.

De 1975 a 1979 se cambió su contenido al edificio de las calles Melitón Albáñez y Antonio Navarro, que compartió con el archivo general del estado, ambas dependencias adscritas a la Oficialía Mayor de Gobierno en 1977.

De 1979 a 1981 tuve oportunidad de dirigirlo y entonces se inició la publicación frecuente del boletín, fue adquirido el lector de microfilme, se incrementó la biblioteca, continuaron las tareas de catalogación de los materiales, uno de los trabajadores tomó un curso de rehabilitación de papeles en la ciudad de México y creamos el área de restauración.

En la IV Reunión Nacional de Archivos efectuada en1980, que tuvo como sede a la ciudad de Guanajuato, se logró que la capital sudcaliforniana fuera sede del encuentro el año siguiente.

En 1982 pasó a depender nuevamente de la dirección de Acción Social, y desde 1983 a la recién creada dirección estatal de Cultura.

En 1986 fue cambiado a la planta alta del cuerpo frontal del Teatro de la Ciudad con el nombre del historiador Pablo L. Martínez, y a partir de entonces se le conoce universalmente con las siglas AHPLM.

Finalmente adquirió espacio propio en su nuevo, amplio y funcional edificio de Altamirano entre Encinas y Legaspy, cuya construcción fue promovida por su directora la maestra Elizabeth Acosta Mendía.

Además de su función esencial de preservar los testimonios del pasado y el presente de Baja California Sur, el AHPLM lleva a cabo un programa permanente de restauración, extensionismo, editorial y de difusión mediante exposiciones, conferencias y su importante plataforma digital con bibliografía, fotografías, mapas y videogramas sobre las Californias que puede ser descargados gratuitamente en el enlace. Desde 2019 lo dirige el maestro Luis Domínguez Bareño.

Este domingo 9 de mayo, el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”, de Baja California Sur (AHPLM), llega a su quincuagésimo segundo aniversario.

Al final de una serie larga de avatares entre las que se cuenta la reubicación de la documentación gubernamental de Loreto a La Paz en 1830 (como parte del cambio de la capital de la provincia) y el secuestro que hizo de los papeles oficiales del gobierno del distrito Sur de la Baja California el filibustero William Walker en 1853, junto con el gobernador saliente Rafael Espinoza y el que llegaba a suplirlo Juan Clímaco Rebolledo, los manuscritos y primitivos textos a máquina que constituían el incipiente archivo histórico sudcaliforniano fueron embodegados y olvidados en una pequeña torre construida sobre el techo de lo que fue primero el sanatorio “Gral. Manuel Sobarzo” y después la cárcel municipal que así heredó la denominación de el “Sobarzo”, en La Paz.

En 1968, el doctor Miguel León-Portilla, director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, invitado por el gobernador Hugo Cervantes del Río para ofrecer algunas conferencias sobre el pasado de nuestra entidad, preguntó por el repositorio donde se guardaban los documentos de la historia sudcaliforniana. Atendido por el profesor Armando Trasviña Taylor, funcionario de la administración territorial, la pesquisa llegó hasta la torre del Sobarzo, desde donde comenzaron a ser bajados los legajos con la ayuda de varios reclusos que se prestaron gustosamente a la tarea, y trasladados al primer piso de la Casa de la Cultura, de 5 de Mayo y Belisario Domínguez.

El 9 de mayo de 1969, las investigadoras de la UNAM Guadalupe Pérez San Vicente y Beatriz Arteaga Garza entregaron al gobernador el Archivo Histórico, que fue puesto bajo custodia de las personas que participaron en las tareas iniciales de rescate, clasificación y organización del acervo: Esthela Moyrón, Ernestina Sández y Virginia Acuña Peralta.

Mediante aportación económica de Enrique Hambleton se obtuvo la primera dotación de cajas especiales, transportadas desde Alta California por W. Michael Mathes; estos materiales aún están en servicio.

En marzo de 1971 asumió la dirección José Andrés Cota Sandoval, quien obtuvo luego el título de licenciado en Historia (UAG) mediante la preparación del catálogo del ramo de la Colonia (1774-1821) del propio repositorio.

Como titular de la dirección de Acción Social y Cultural –de la que dependía el archivo-, correspondió a este cronista suscribir un convenio con el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y la Bancroft Library de la Universidad de California en Berkeley (representada por el doctor Mathes) para efectuar un programa de microfilmación de los documentos cuyos ejemplares son custodiados desde entonces por el propio centro de investigación, el organismo de la UNAM en la capital del país, el Centro de Investigaciones Históricas de la UABC, el Centro de Estudios de Historia de México de Condumex y la institución altacaliforniana.

De 1975 a 1979 se cambió su contenido al edificio de las calles Melitón Albáñez y Antonio Navarro, que compartió con el archivo general del estado, ambas dependencias adscritas a la Oficialía Mayor de Gobierno en 1977.

De 1979 a 1981 tuve oportunidad de dirigirlo y entonces se inició la publicación frecuente del boletín, fue adquirido el lector de microfilme, se incrementó la biblioteca, continuaron las tareas de catalogación de los materiales, uno de los trabajadores tomó un curso de rehabilitación de papeles en la ciudad de México y creamos el área de restauración.

En la IV Reunión Nacional de Archivos efectuada en1980, que tuvo como sede a la ciudad de Guanajuato, se logró que la capital sudcaliforniana fuera sede del encuentro el año siguiente.

En 1982 pasó a depender nuevamente de la dirección de Acción Social, y desde 1983 a la recién creada dirección estatal de Cultura.

En 1986 fue cambiado a la planta alta del cuerpo frontal del Teatro de la Ciudad con el nombre del historiador Pablo L. Martínez, y a partir de entonces se le conoce universalmente con las siglas AHPLM.

Finalmente adquirió espacio propio en su nuevo, amplio y funcional edificio de Altamirano entre Encinas y Legaspy, cuya construcción fue promovida por su directora la maestra Elizabeth Acosta Mendía.

Además de su función esencial de preservar los testimonios del pasado y el presente de Baja California Sur, el AHPLM lleva a cabo un programa permanente de restauración, extensionismo, editorial y de difusión mediante exposiciones, conferencias y su importante plataforma digital con bibliografía, fotografías, mapas y videogramas sobre las Californias que puede ser descargados gratuitamente en el enlace. Desde 2019 lo dirige el maestro Luis Domínguez Bareño.