/ martes 14 de noviembre de 2023

Luis y las ilusiones

Todos los niños y todas las niñas desean cumplir sus sueños.

Algunos no abandonamos ese privilegio de la niñez, en tanto que, aun de grandes, continuamos soñando hasta conseguir lo deseado.

Estamos de pie y seguimos adelante, mientras prevalezca una ilusión.

A diario y a ratitos, percatándonos o no, picamos piedra y damos un paso adelante, hasta que, por fin, aquella fantasía se vuelve realidad.

Esas conquistas son inmediatas, otras se prolongan, las más, sin embargo, llegan en el momento justo.

Ni antes ni después.

Ilusiones por culpa de una promesa, ilusiones por contagio, ilusiones por vocación, ilusiones por entereza, ilusiones inducidas por la publicidad, ilusiones genuinas, ilusiones imposibles de cumplir,

ilusiones comunes nacidas de la tradición, ilusiones.

Según mi ya recurrente diccionario de cabecera Yasmin-español, la palabra ilusión significa "Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva.

También es un "sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente".

Esto último le atina, al dejar claro que una ilusión no comulga con algo indeseable. Una ilusión no se concibe sino está de por medio la alegría, lo bonito, el disfrute.

Es decir, nadie tiene la ilusión de que lo atropelle un carro. Tampoco se tiene la ilusión de caerse en una alcantarilla o que toquen la puerta de su casa a las cinco de la mañana, un domingo, ni se tiene la ilusión de que tu reloj te despierte con una canción de Natanael Cano o te regalen una colección de todos los estandoperos de Comedy Center.

¡Dios Guarde!

En cambio, como los niños que fuimos, que seguimos siendo, nos podemos ilusionar en espera de nuestro cumpleaños o porque ya viene Navidad o porque Santa Claus vendrá a tu casa o porque tu papá regresara del cielo a verte o porque esa joven te aceptó la invitación para ir cine.

Nace una ilusión porque te dijeron que el fin de semana te llevarán a comer mariscos, o pizzas Jessy o pollo asado al carbón o porque irás a la ciudad de México o, asistirás por primera vez a la lucha libre o irás a pescar o porque ya está a punto de publicarse tu más reciente libro o porque en los próximos días te entregan el carro deseado.

Estar ilusionado o mantener una ilusión es oxigenar tu momento de vida, es un combustible que te ayuda a seguir viajando con alegría en espera de que se concrete lo que esperas.

El viaje puede tardar años, o por diferentes motivos, no lograrse nunca, pero es muy importante que la llama se mantenga encendida con la suma de cosas que harás para que estas sirvan de carburante y no quede por ti o por quienes también ponen de su parte a fin de conseguirlo.

En este abanico de deseos te puede ilusionar lo más simple o lo más convencional, de tal suerte que basta asomarte por la ventana para contemplar lo anhelado o salir a caminar y encontrarte con lo ambicionado .

Pero a la vez se puede volverse una ilusión el conocer una ciudad lejana o comer un fruto que solo lo encuentras en el último pueblo del continente africano o apetecerías cohabitar con Shakira o estar con ella en una playa desierta.

Para lograrlo ya dependerá de la titánica labor que uno realice ( o la que realice Shakira si me quiere encontrar a mi ) o de plano, te rendirás convencido de que nunca de los nuncas esto se hará realidad.

Hay otros casos que por más singulares que parezcan y que en muchas otras ocasiones bastaría un NO para que el ilusionado se calme y olvide , pero se hace trabajo en equipo y se cumple .

Lo hemos visto en programas de televisión en donde alguien tienen la ilusión de volver a encontrarse con su abuelita después de treinta años sin verla y con todo el dinero del mundo y sabedores del rating que eso provoca, salen a buscarla por asilo, mar y tierra hasta que dan con su paradero o consiguen a una casi idéntica, al hacen pasar como tal y ahogados en llanto se abrazan, prometiéndose en juramento, no volverse a separar jamás.

Sin embargo, hay casos en donde la ilusión es provocada por lo que menos se esperaría o de cada millón de encuestados, uno,cada veinte años, desearía conocerlos, estar frente a frente y sumarse con pasión y felicidad a ese grupo, como si se conocieran desde siempre .Es la historia de Luis quien a sus tres años tenía el sueño o la ilusión de conocer a.los voladores de papantla y perseveró hasta lograrlo.

¡A los voladores de Papantla!

No a un cantante de música infantil, no a Chabelo, tampoco a un equipo de futbol o de beisbol o a Octagón o a Pepa, sino a los voladores de Papantla.

Ignoro donde pudo darse cuenta que existían, quizá en la expo ganadera, pero convertido, de pronto, en un gran admirador de la danza y ritual de los voladores de Papantla, mi ahora admirado Luis viajó con su familia desde Hermosillo, Sonora, hasta el pueblo veracruzano para cumplir su anhelo de ser un volador.

Por obvias razones, esta odisea de Luis y su familia ha sido difundida en redes sociales y ha generado mucha popularidad en esta zona del norte de Veracruz,tanta que e incluso el alcalde de Papantla, buscó platicar con el carismático niño y su familia.

Ni tanta distancia fue impedimento para conocer en persona a los voladores, luego de que

en mayo cuando en un evento en la ciudad de Hermosillo, presenció por primera vez la danza que le provocó inquietud y demasiado interés o más bien dicho,una ilusión.

Verlo tan feliz y extrovertidamente dispuesto a realizar cualquier ejercicio que le pudieran, resultó una maravilla y un ejemplo de que es posible conquistar victorias aun a temprana edad, cuando está de por medio el amor, la pasión y unas ganas infinitas de pisar ese territorio, tan libre y seguro como esos pájaros que un dia cualquiera dejan el nido, abriendo sus alas y, bellamente, se echan a volar.

Todos los niños y todas las niñas desean cumplir sus sueños.

Algunos no abandonamos ese privilegio de la niñez, en tanto que, aun de grandes, continuamos soñando hasta conseguir lo deseado.

Estamos de pie y seguimos adelante, mientras prevalezca una ilusión.

A diario y a ratitos, percatándonos o no, picamos piedra y damos un paso adelante, hasta que, por fin, aquella fantasía se vuelve realidad.

Esas conquistas son inmediatas, otras se prolongan, las más, sin embargo, llegan en el momento justo.

Ni antes ni después.

Ilusiones por culpa de una promesa, ilusiones por contagio, ilusiones por vocación, ilusiones por entereza, ilusiones inducidas por la publicidad, ilusiones genuinas, ilusiones imposibles de cumplir,

ilusiones comunes nacidas de la tradición, ilusiones.

Según mi ya recurrente diccionario de cabecera Yasmin-español, la palabra ilusión significa "Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva.

También es un "sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente".

Esto último le atina, al dejar claro que una ilusión no comulga con algo indeseable. Una ilusión no se concibe sino está de por medio la alegría, lo bonito, el disfrute.

Es decir, nadie tiene la ilusión de que lo atropelle un carro. Tampoco se tiene la ilusión de caerse en una alcantarilla o que toquen la puerta de su casa a las cinco de la mañana, un domingo, ni se tiene la ilusión de que tu reloj te despierte con una canción de Natanael Cano o te regalen una colección de todos los estandoperos de Comedy Center.

¡Dios Guarde!

En cambio, como los niños que fuimos, que seguimos siendo, nos podemos ilusionar en espera de nuestro cumpleaños o porque ya viene Navidad o porque Santa Claus vendrá a tu casa o porque tu papá regresara del cielo a verte o porque esa joven te aceptó la invitación para ir cine.

Nace una ilusión porque te dijeron que el fin de semana te llevarán a comer mariscos, o pizzas Jessy o pollo asado al carbón o porque irás a la ciudad de México o, asistirás por primera vez a la lucha libre o irás a pescar o porque ya está a punto de publicarse tu más reciente libro o porque en los próximos días te entregan el carro deseado.

Estar ilusionado o mantener una ilusión es oxigenar tu momento de vida, es un combustible que te ayuda a seguir viajando con alegría en espera de que se concrete lo que esperas.

El viaje puede tardar años, o por diferentes motivos, no lograrse nunca, pero es muy importante que la llama se mantenga encendida con la suma de cosas que harás para que estas sirvan de carburante y no quede por ti o por quienes también ponen de su parte a fin de conseguirlo.

En este abanico de deseos te puede ilusionar lo más simple o lo más convencional, de tal suerte que basta asomarte por la ventana para contemplar lo anhelado o salir a caminar y encontrarte con lo ambicionado .

Pero a la vez se puede volverse una ilusión el conocer una ciudad lejana o comer un fruto que solo lo encuentras en el último pueblo del continente africano o apetecerías cohabitar con Shakira o estar con ella en una playa desierta.

Para lograrlo ya dependerá de la titánica labor que uno realice ( o la que realice Shakira si me quiere encontrar a mi ) o de plano, te rendirás convencido de que nunca de los nuncas esto se hará realidad.

Hay otros casos que por más singulares que parezcan y que en muchas otras ocasiones bastaría un NO para que el ilusionado se calme y olvide , pero se hace trabajo en equipo y se cumple .

Lo hemos visto en programas de televisión en donde alguien tienen la ilusión de volver a encontrarse con su abuelita después de treinta años sin verla y con todo el dinero del mundo y sabedores del rating que eso provoca, salen a buscarla por asilo, mar y tierra hasta que dan con su paradero o consiguen a una casi idéntica, al hacen pasar como tal y ahogados en llanto se abrazan, prometiéndose en juramento, no volverse a separar jamás.

Sin embargo, hay casos en donde la ilusión es provocada por lo que menos se esperaría o de cada millón de encuestados, uno,cada veinte años, desearía conocerlos, estar frente a frente y sumarse con pasión y felicidad a ese grupo, como si se conocieran desde siempre .Es la historia de Luis quien a sus tres años tenía el sueño o la ilusión de conocer a.los voladores de papantla y perseveró hasta lograrlo.

¡A los voladores de Papantla!

No a un cantante de música infantil, no a Chabelo, tampoco a un equipo de futbol o de beisbol o a Octagón o a Pepa, sino a los voladores de Papantla.

Ignoro donde pudo darse cuenta que existían, quizá en la expo ganadera, pero convertido, de pronto, en un gran admirador de la danza y ritual de los voladores de Papantla, mi ahora admirado Luis viajó con su familia desde Hermosillo, Sonora, hasta el pueblo veracruzano para cumplir su anhelo de ser un volador.

Por obvias razones, esta odisea de Luis y su familia ha sido difundida en redes sociales y ha generado mucha popularidad en esta zona del norte de Veracruz,tanta que e incluso el alcalde de Papantla, buscó platicar con el carismático niño y su familia.

Ni tanta distancia fue impedimento para conocer en persona a los voladores, luego de que

en mayo cuando en un evento en la ciudad de Hermosillo, presenció por primera vez la danza que le provocó inquietud y demasiado interés o más bien dicho,una ilusión.

Verlo tan feliz y extrovertidamente dispuesto a realizar cualquier ejercicio que le pudieran, resultó una maravilla y un ejemplo de que es posible conquistar victorias aun a temprana edad, cuando está de por medio el amor, la pasión y unas ganas infinitas de pisar ese territorio, tan libre y seguro como esos pájaros que un dia cualquiera dejan el nido, abriendo sus alas y, bellamente, se echan a volar.