Por Alfredo Ruiz Ochoa
Como año político electoral, el 2024 presenta retos importantes.
Otorgar garantías suficientes para una elección transparente y en condiciones de igualdad y equidad, utilizando el andamio que sostiene los órganos garantes -probados ya-, para alcanzar un proceso democrático sólido que responda cabalmente a las expectativas ciudadanas.
Será sin duda, una elección diferente, atípica, con un escenario complejo e inédito, donde el dilema fundamental y la gran incógnita estarán situados en conocer el nivel de competencia real que habremos de observar, a partir de una voluntad ciudadana independiente y auténtica que deberá decidir en dos direcciones distintas como antagónicas:
Por un statu quo que ha privilegiado desde un principio la liberalización y expansión del gasto público, utilizando un abanico de programas sociales como estandarte y un franco -aunque cuestionado- combate frontal a la corrupción y por sobre las complicidades con grupos que al final, derivaron en la desaparición o desarticulación de un esquema de privilegios arraigados y normalizados, verbigracia, la condonación de impuestos, las componendas con los poderes fácticos, entre otros.
La otra vertiente que se instala frente al electorado, en el sentido del voto está encaminado hacia quienes enaltecen las virtudes de modelos económicos radicales, similares al modelo sudamericano recién puesto en el escaparate que propugna el economista Javier Gerardo Milei, Presidente de Argentina, quien diez días posteriores a la ascensión al cargo en diciembre de 2023, tomara medidas severas que pretenden ahora terminar en su país con una crisis económica histórica y profunda, entre las que destacan la devaluación de la moneda al 50 por ciento y reducir el déficit fiscal, causante afirman, de la inflación de la pobreza.
Quienes conocemos la idiosincrasia y un poco de la historia de México, nos queda claro que México no es Argentina y las características de nuestro desarrollo económico y político mantienen diferencias importantes, es decir, las condiciones y factores que llevaron a la nación Argentina a optar por un golpe de timón (ultraderecha) están soportados más en un voto de castigo a una clase política que consideran causantes de la crisis económica y no por la crisis misma, como lo ha dicho la revista FORBES y ello, rompe con quienes advierten la existencia de paralelismos para la elección de junio, en nuestro país.
Los altos niveles de aceptación presidencial que hoy superan el 60 por ciento (inexplicable para algunos) mantienen a una oposición al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en dificultades para estructurar un discurso serio, coherente y creíble que convenza a un electorado que tiene muy nítido los desatinos de un Frente PRI-PAN-PRD que pretende exaltar hoy día la supuesta “indiferencia presidencial”, “las mentiras” y los pretendidos “fracasos” para poner al filo del dilema a una sociedad que deberá decidir por una dictadura o una democracia, a ese nivel.
Lo que sí tenemos claro los mexicanos es que tenemos enfrente una elección histórica, donde se habrán de elegir casi 20 mil cargos: Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales; 8 gubernaturas y la jefatura de la Ciudad de México, con un padrón electoral superior a los 98 millones de votantes, considerado el más grande de la historia del país.
Una elección que no deberá dejar dudas, que tendrá que transitar por la ruta de la seguridad, en condiciones de paz y en libertad, desterrando de tajo las prácticas del viejo régimen al que algunos añoran, precisamente, en sus espacios de prerrogativas inmerecidas.