La Paz, Baja California Sur (OEM-Informex).- Aunque las pesquerías de langosta y abulón representan una importante fuente de ingresos para más de mil jefes de familia de la Zona Pacífico Norte debido a que se venden hasta en más de 50 dólares el kilo y en más de 800 la lata de 450 gramos respectivamente, en realidad las más rentables son la de especies reservadas a la pesca deportiva.
En la pesca deportiva, un solo viaje representa para el propietario un ingreso de hasta más de 900 dólares, garantizados desde el momento mismo en que el bote sale del puerto, a diferencia de la pesca ribereña, en donde hay que cuidar el recurso, respetar, vedas y tallas y enfrentar la incertidumbre de la disponibilidad o no del recurso, así como la depredación por parte de pescadores furtivos y los peligros del mal tiempo: durante el verano con los ciclones, y los nortes en el invierno.
MIL DEPORTIVAS, 6 MIL RIBEREÑAS
En todo el estado, son aproximadamente 6 mil los pescadores ribereños –entre cooperativistas y permisionarios- que se dedican a la extracción de diversas especies, desde las antes citadas hasta escamas como huachinango, jurel, lenguado, verdillo, caricucho, tiburón, mantarraya, cochito, pargo y cabrilla, entre otros, algunas con temporadas de gran disponibilidad y con un valor total estimado de aproximadamente poco más de 100 millones de dólares, apenas por encima de lo que genera la pesca deportiva y con una tendencia a que en pocos años se habrá de revertir, según fuentes consultadas por El Sudcalifornianoo.
MÁS DE 900 DÓLARES POR VIAJE
En el caso de la pesca deportiva, tan solo en Los Cabos son más de mil embarcaciones, con botes que llegan a cobrar más de 900 dólares por viaje, sin vedas y sin restricciones de tallas, aunque sí una cultura de conservación de parte de los empresarios para cuidar el recurso que da viabilidad a sus negocios.
La migración de la pesca ribereña a la deportiva es una opción que no solo mejoraría los ingresos de las familias sino también contribuiría en la recuperación de las especies algunas, al límite de su aprovechamiento
Según algunas cifras extraoficiales, durante los años 80s cada embarcación sacaba del mar un promedio de 40 kilos de pescado, con un promedio de 8 de cada 10 botes regresando a puerto con al menos una pieza, un porcentaje que se ha reducido en los años recientes hasta en un 50%, y con niveles de ocupación de hasta el 80% en el año.
Era tal la abundancia, que hasta hace poco, algunos prestadores de servicios ofrecían al turista la posibilidad de no pagar el viaje en caso de regresar sin pesca.
PESCA DEPORTIVA SIN VEDA
Por la pesca deportiva no hay tallas ni vedas; tampoco y reglamentos, aunque en fechas recientes se está formulando un proyecto para imponer regulaciones a la actividad, temas que se están proponiendo para un próximo Foro organizado por el titular del Fonmar Martín Inzunza.
Aunque las especies reservadas a la pesca deportiva como el marlin y el dorado no se pueden comercializar, para la Comisión Nacional de Pesca resulta complicado imponer sanciones a puestos de mercados y restaurantes donde se vende.
Pesca ribereña y artesanal tienen un impacto específico; la primera da sustento, identidad y un nivel de vida digno a más de 6 mil familias de pescadores en decenas de comunidades ribereñas de las costas del Golfo de California y del Pacífico, mientras que la deportiva –detonada por Los Cabos a partir de los años 80, es uno de los principales atractivos de los polos turísticos, en donde cada visitante gasta en boleto de avión, hoteles, restaurantes, bares, transportes, y una gran diversidad de prestadores de servicios.
Para el dirigente pesquero José Flores, la emigración de la pesca ribereña a la deportiva es una opción que no solo mejoraría los ingresos de las familias sino también contribuiría en la recuperación de las especies, algunas de las cuales se encuentran al límite de su aprovechamiento.
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VINCULACIÓN, EL RETO
El reto, dice el líder pesquero, es vincular a la pesca artesanal con los empresarios del sector turismo, un esfuerzo en el que la Federación que dirige ya está trabajando, y que implica –entre otros- una fuerte cantidad de recursos para la adaptación de las embarcaciones
Y no solo eso, una migración de la pesca artesanal a la deportiva implica también una política de estado que incluya incentivos y sobre todo, permisos y licencias para llevar a cabo la actividad, y desde luego, promover la llegada de turismo de pesca deportiva a comunidades ribereñas alejadas de los grandes polos de desarrollo turístico, lo que requiere a la vez de grandes inversiones en materia de infraestructura y de servicios, tanto de la iniciativa privada como de los tres niveles de gobierno.
Habilitar una lancha de pesca ribereña para convertirla en deportiva cuesta entre 800 mil y 1 millón de pesos.
