La Paz, Baja California Sur.- La semana santa representa muchas cosas para una ciudad costera como la nuestra, en la que las temperaturas se elevan, llega la tan ansiada temporada vacacional y las personas corren en busca de un refugio al insoportable calor, que por supuesto es: relajarse en las aguas del mar que nos rodea.
Este escape de los sudcalifornianos tiene sus consecuencias, entre ellos, alimentar a una economía que reside en las playas, como lo son los vendedores ambulantes, quienes ven en estas fechas la oportunidad de obtener ingresos mayores que les permitirán enfrentar la temporada baja, es decir, parte del otoño e invierno, en las que las ventas bajan considerablemente, pues hay menor presencia de bañistas en la zona.
Entre los artículos que ya se pueden apreciar en los alrededores de las playas, están la renta de sombrillas, mesas, sillas, y la venta de pan, lentes, pareos, souvenirs, huaraches, accesorios, agua de coco, tatuajes de hena, tostilocos, y comida, como ceviche, burritos, empanadas, cocteles, etc., casi todo lo que puede requerir uno en la zona y en un día de playa.
Todos estos productos encuentran en la playa un mercado que apoya la economía de decenas de familias, quienes trabajan durante todo el año en la zona, o incluso algunas que solo trabajan por temporadas para obtener un ingreso extra mientras que el resto continúan con algún otro empleo o vendiendo en otras zonas, como los mercados sobre ruedas.
Sin embargo, durante mucho tiempo han existido quejas respecto a los vendedores, porque mencionan que a veces puede resultar molesto por la cantidad de comerciantes en la zona, sin embargo esto se debe a la poca organización.