En los últimos 30 años han nacido en Laguna Ojo de Liebre y Laguna San Ignacio poco más de 25 mil ejemplares de ballena gris y en este mismo periodo han muerto 735, la mayoría adultas de más de 30 años y todas por causas naturales, y entre otras por inanición, debilidad o desnutrición luego del esfuerzo de nado en un trayecto de más de 10 mil kilómetros desde el polo norte hasta las costas de Baja California Sur ubicadas en la reserva de la Biosfera de Vizcaíno, a donde llegan cada año a finales de diciembre para aparearse y dar a luz sus crías y luego de poco más de tres meses emprender el retorno.
Según datos de la autoridad ambiental casi el 90 por ciento de las ballenas grises que nacen en el continente americano ven por primera vez la luz en Ojo de Liebre y San Ignacio, mientras que el resto nacen en lagunas ubicadas más al sur.
Tanto la mortandad como los nacimientos se comportan de manera irregular en función de las condiciones climáticas; por ejemplo, el año en el que más decesos hubo fue en el 2000 con 81 ejemplares, mientras que en 1995 sólo se registraron 5.
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Casi todas las muertes de las ballenas se detectan cuando se varan en las playas y pocas en el mar, cuando son recién nacidas atacadas por depredadores; en ambos casos, los cuerpos se integran al mar luego de un periodo de descomposición y de que parte de su carne y grasa son consumidas por otros animales como gaviotas y coyotes. Algunas investigaciones señalan que la mortandad está directamente ligada con los efectos de los fenómenos climáticos de El Niño y La Niña que entre otros factores disminuyen o aumentan de manera atípica la temperatura del agua.