Fue la “Tota” y también el “Cinco Copas”, a los dos sobrenombres respondía por igual, don Antonio Carbajal. El primero llegó de la calle, y el segundo de la cancha, ambos tuvieron al futbol como punto en común. Aunque nunca se sabe con certeza de dónde surgen los apodos, en la memoria del arquero ya le llamaban así desde niño, cuando alguno de sus amigos le decía la “Tota” mientras jugaban en la cuadra.
El de “Cinco Copas”, sin embargo, acepta menos dudas, porque nunca nadie había participado en cinco Copas del Mundo, hasta que llegó él, el auténtico.
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El futbol y don Antonio se encontraron desde chicos, cuando era la más la “Tota”. Al vértigo de las calles de la colonia San Rafael, en el Distrito Federal, el pequeño solía jugar con sus amigos. Fiel al sueño infantil, donde la imaginación lo puede todo, los balones nunca han sido necesarios.
“Mi historia comenzó en el pavimento. Cuando eres niño, te encanta jugar con lo que sea. Íbamos al campo de golf de Chapultepec, nos robábamos una de las pelotitas con las que juegan, y un amigo la enrollaba con papel periódico y mucho cuidado para que pudiese rodar. Así comenzó mi amor por el futbol”, explicó la “Tota” en alguna ocasión, en entrevista con la FIFA.
Al paso de los años, Carbajal encontró su vocación. Tal vez alentado por sus manos gigantescas, la portería se le dio y pasó de atajar pelotas de golf envueltas en periódico a los balones de cuero, propios de la época. Sus primeras andanzas en el futbol amateur fueron con el Club España, hasta que finalmente fue a probar suerte a León, el equipo en el que conoció la felicidad, al ganar dos campeonatos de liga.
Sus grandes actuaciones lo llevaron a vestir la camiseta de la Selección Nacional. Eran las primeras apariciones de México en el plano internacional. La “Tota”, con su carácter valiente, se paraba entre los tres palos ante las figuras del mundo, y ahí escribía su historia, sin complejos.
El arquero salvaba los goles que podía, en tiempos en los que el competir ya era un logro para la Selección Mexicana. Así portó el gafete de capitán, en el Maracaná, en el primero de los cinco Mundiales que llegaría a disputar en su carrera, los míticos cinco, como un rasgo de identidad. De todo aquello quedaron medallas y trofeos que adornaban su casa, el espacio donde pasó sus últimos años.
Aunque su longevidad amenazaba con volver eterna su carrera como guardameta, a su retiro, el “Cinco Copas” se mantuvo ligado al futbol. Fue entrenador, también comentarista. Ambas facetas le permitían desarrollarse con elocuencia, como un hombre de palabra precisa, de fácil conversación, siempre al servicio de las historias y anécdotas que registró en su mente tras tantos años en el futbol.
Radicado en León, ese lugar en el que fue feliz, la “Tota” desarrolló el oficio de vidriero. Las enormes manos de arquero, los dedos maltratados de tanto balonazo, protagonizaban una tregua milagrosa ante la fragilidad del material.
Líder innato, de valores firmes, forjado al calor de la educación de sus padres; su madre, que lavaba ajeno, y su padre, que conducía afanosamente un taxi por las calles de la capital, la “Tota” aprendió el valor del trabajo, de estar cerca de su gente, de hablarles, de llevarlos por el buen camino. Así fue que dedicó largos años a dirigir un centro de rehabilitación, en León, un espació dónde retribuir tanta cosa buena que le había el destino.
El guardameta siempre soñó con ser alguien, y lo fue, o más bien, lo será. La “Tota” y el “Cinco Copas”, ¿qué más se puede ser?
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EL PERFÍL
NOMBRE: ANTONIO CARBAJAL RODRÍGUEZ
F. DE NACIMIENTO: 7 DE JUNIO 1929
L. DE NACIMIENTO: CIUDAD DE MÉXICO
APODOS: LA TOTA, EL CINCO COPAS
SUS MUNDIALES: BRASIL 1950, SUIZA 1954, SUECIA 1958, CHILE 1962, INGLATERRA 1966
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