La Paz, Baja California Sur (OEM - Informex).- Sin duda alguna la Rosca de Reyes desde hace varios años se ha transformado en toda una revolución en las redes sociales, puesto que cientos suben a sus historias y publicaciones de que les había tocado el Niño Dios, pero ello también acarrea una responsabilidad que pocos puedes asumir, es decir poner los tamales para el próximo 2 de febrero, Día de la Candelaria.
En ese esperado día, los feligreses celebran la purificación de la virgen María y a su vez se viste al niño Dios con un ropaje especial, para llevarlo a la iglesia y que sea bendecido. Esta tradición ha ido perdiendo notoriedad al paso de los años, por lo que regularmente se puede ver a señoras mayores y de la tercera edad en gran medida en las iglesias.
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La fiesta de la Candelaria, se celebra cuarenta días después de la navidad, todo para presentar al Niño Jesús en el templo de Jerusalén, llegando a su vez a México en la época del Virreinato.
¿POR QUÉ COMEMOS TAMALES?
Bueno la realidad es que existe una mezcla de la religión católica y las celebraciones prehispánicas, puesto que los Mexicas le rendían un tributo a su dios Tlaloc (Dios de la lluvia) y Chalchihuitlicue (Diosa del agua, de los mares y de los ríos), para que siempre lloviera y que en las siembras siempre fueran prosperas, por ello se les llevaba maíz y décadas después tamales.
Con los años la tradición ambas tradiciones se empalmaron para dar como resultado que el Día de la candelaria, se comieran tamales, sin dejar atrás el acomodo perfecto que tuvo la rosca para poder llegar a tal punto.
DE MALA SUERTE OCULTAR EL MONITO
Cabe resaltar que muchas personas al comer la Rosca de Reyes fueron capaces de no decir que les había tocado el Niño Dios, pues cuenta la leyenda que ello puede ser una falta de respeto, así como también mala suerte, pues creas o no en la religión se esta negando a un niño.
En México somos muy creativos a la hora de elegir los tamales ya que pueden ser de dulce, de carne, pollo, elote, de fresa y piña (solo por mencionar algunos), sin dejar atrás que el chocolate abuelita o un café calientito, así como un atole son el complemento perfecto para hacerle frente al Día de la Candelaria.
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En la ciudad capital poco a poco se ha ido arraigando esta tradición, puesto que en décadas pasadas solía ser no tan celebrada, pero en los años 90 y a principios del 2000 todo fue cambiando, pues no olvidemos que fueron llegando muchas familias de otros estados de la república, trayendo con ello sus usos y costumbres que sin duda alguna gustaron a las y a los sudcalifornianos.