En el teatro “Juárez”, escenario de tantas remotas evocaciones de los paceños, ofreció otra de sus primicias la Orquesta Filarmónica Comunitaria (OFILCO), en procuración de la salud del maestro Luis Peláez García.
El mini impreso (evidente producto de la molesta cuanto urticante austeridad que nos abate) que se nos entregó a la entrada de la función explica que este proyecto artístico se propone ofrecer, en el municipio de La Paz, oportunidad a quienes saben leer música escrita, poseen y tocan un instrumento musical (sin que sean necesariamente músicos profesionales) de integrarse a esta agrupación y sus planes de fomentar el gusto por la música de concierto.
Dice que uno de sus objetivos es presentar el producto de sus afanes a los pobladores de este municipio, y de tal manera difundir el arte musical de calidad como medio de esparcimiento, crecimiento y desarrollo.
Vale acotar diciendo que el gusto de los sudcalifornianos por la buena música quedó demostrado en el experimento que en dicho sentido realizó Francisco King desde 1956 a través de su radiodifusora XENT, que cubrió la programación con música de la comúnmente llamada “clásica”, que de inmediato fue apreciada por la audiencia paceña y de la contracosta del golfo californiano que pronto se hizo adicta a las melodías que llegaban “desde las playas del mar bermejo”.
Y hasta se tornó afecta incluso a la publicidad dicha con voz reposada y grave desprovista de los gritos que todavía acostumbran en sus anuncios los radiodifusores de aquella y esta orillas.
El elenco de la orquesta está formado hasta ahora por 15 violines, 2 violas, 6 violonchelos, 2 percusiones, 8 maderas y 4 metales, susceptible de crecer, desde luego. Lo dirigen los maestros Jaime Alejandro Peláez y José Luis Díaz de León Álvarez.
El programa a que aludimos estuvo cubierto con música de Beethoven, Purcell, Dvorak, Mozart, Rimsky-Korsakov, Tchaikovsky, Krein y Strauss Jr., mediante el cual se pudo advertir un incipiente talento que se nutrirá con ensayo y persistencia.
El auditorio puede captar un claro pero también lógico nivel de inmadurez propio de todo lo que empieza dispuesto a crecer, que podrá ser superado con estudio y entusiasmo: mucho estudio e inagotables fuentes de entusiasmo, empeño y tiempo, ese precioso recurso que la juventud tiene de sobra… por ahora.
Cabe preguntarse con qué criterio es determinado el repertorio de un conjunto tan novel como éste (aunque en él hay algunos pocos veteranos que apuntalan muy bien el trabajo), pues tal vez resulte excesivo que de buenas a primeras se comprometa con partituras que exigen técnicas aún sin obtener, habiendo composiciones con buen nivel de dificultad de autores menos conocidos y una extensa lista de célebres compatriotas nuestros que de ningún modo se reduce a Ponce, Moncayo o Julián Carrillo: en ella están nombres que los mexicanos deberíamos conocer también como Juan de Lienas, Francisco López Capillas, Sumaya, Aldana, Elizaga y Beristáin, que forman parte de una extensa relación de músicos notables.
Bueno, pues fueron sesenta minutos deleitables que nos regalaron los jóvenes (y algunos un poco menos) miembros de la OFILCO.
Al principio de la presente nota se dijo que el agasajo fue organizado en la gestión por la salud del maestro Luis: Nada más justo que expresarle de este modo cuánto son apreciadas las importantes contribuciones que ha hecho por la cultura musical en Baja California Sur; a él se debe la superación y actualización de los grados programáticos en la escuela de enseñanza de este arte que es orgullo y emblema de los sudcalifornianos; también la creación de la Orquesta Filarmónica de la entidad, consolidada al cabo de quince años de tesón y convicción, que se halla integrada por instrumentistas que radican localmente y otros que regresan con frecuencia a colaborar en la institución que les permitió llegar a formar parte de orquestas de México y otros países.
Son otras varias las aportaciones personales y profesionales del licenciado Peláez García, pero bastarían las mencionadas para colocarlo en la nómina de benefactores de la cultura de nuestro país desde el noroeste mexicano.
Salimos del teatro con la doble satisfacción de haber participado en el afán colectivo por el mejoramiento del maestro, y de conocer los frutos que en buena hora está compartiendo ya la OFILCO con su comunidad.
Al final de la octavilla que nos regalaron a la entrada del concierto se invita a los interesados a unirse a la orquesta, y una buena vía para ello será conocer el sitio www.ofilco-bcs.org, lo cual nos vendrá bien a todos quienes deseamos conocer las ocupaciones de ese organismo promotor de la buena música en nuestra California.
Correo electrónico: em_coronado@yahoo.com
