Hoy sábado 11 y mañana 12 de marzo nos invitan al Triunfo, Baja California Sur, al festival de artesanías de la región, gastronomía, pintura y fotografía…
Vamos a adelantarnos!
Temprano el viento es frío, nos dirigimos hacia otra latitud, de la que su nombre emana la grandeza de lo que fue.
La carretera número 1 que nos conduce hacia La Paz nos lleva a buen paso al andar por esta antigua carretera de un solo carril, pero bien preservada.
Bajar la velocidad es indispensable para entrar a otra dimensión de coníferas y campo abierto, internándose al mismo tiempo en zona confortable y verde, siendo la Sierra de La Giganta nuestra anfitriona natural.
Misterioso lugar…llegó a ser un pueblo fantasma a la partida de los extranjeros.
Las pequeñas casitas que se dejan ver nos remiten a un pasado misionero del año 1750 cuando se fundó su sencilla capilla.
Tiempo después, inmigrantes ingleses arribaron al poblado al saberse la existencia de las vetas de oro y plata que serían su brillante futuro.
Llegaron así buscando fortuna y decididos establecieron una empresa con una fuerte inversión en infraestructura como un ferrocarril, una enorme chimenea a visitar de 47 metros de altura llamada Ramona y otra a su lado más pequeña, llamada Julia.
Cerca está el cementerio que dice mucho de las creencias y legados que los ingleses nos dejaron, quizá visitándolo podemos entender mejor quienes somos.
Este pueblo se fundó al margen del sistema de misiones, con sus propias normas, llegando a tener 100 años después hasta 4 mil prósperos habitantes. Los presidentes mexicanos en turno apoyaron a estos empresarios con el afán de crear mayor bienestar, por lo que se establece así la carretera hacia La Paz y una línea telefónica que permite intercambios comerciales con otros poblados; e incluso se sabe que la minera era parte de un proyecto que abarcaba hasta la Alta California.
Fue un bastión de la economía sudcaliforniana para el siglo XVIII.
Tomo un té de lavanda en el nuevo salón de té muy aromático y con temperatura precisa que me recuerda mis estancias en Inglaterra.
El Triunfo, palabra adjetivo y yo diría, sustantivo, de esta mini población que en tan solo unas cuantas calles nos muestra su legado cultural, una bonanza en sí.
Despacio.
Porque el pueblo apenas va despertando de un largo letargo, rescatado entre la sociedad civil y el gobierno sus recuerdos y enseñanzas…
El museo Ruta de la Plata esta muy bien logrado, excepto por sus falsas afirmaciones sobre un mar que no existe: El de Cortez. No. Se llama Golfo de California y esta escrito en todos los mapas mundiales y locales certificados.
Vamos entonces a las ruinas a campo abierto y al mirador que nos muestra el pueblo entero.
Las piedras del camino brillan debido a los minerales heredados de esta tierra próspera. Abierto se encuentra el cementerio Inglés que da cuenta de un orden de pensamiento y obra a su paso por esta tierra.
La música es uno de esos legados, que trajeron aquellos ambiciosos migrantes europeos, el Museo de la Música muestra una colección de pianos e instrumentos de la época.
Caminando llegamos a la heladería de la esquina, entrando puras nieves de frutas exóticas.
Muy ricas!
Al lado una oficina de turismo se encuentra cerrada a la 1:45 pm, y me dice una niña: Hace días que ya no hay mapas ni folletos… ojo con eso.
Vamos al museo de Vaquero e imperdible es el Santuario de los Cactus exótico y original.
El Triunfo, sitio místico, que por su ambiente cool invita a recorrer sus calles, buscar y comprar sus canastas de artesanía, su rico café con pan, y un vino sauvigñon con carne magra a la brasa para festejar.
El Triunfo, despierta de su letargo hacia una nueva realidad que significara vivir del turismo, a saber, que no fue la desesperación lo que motivaba a emprendedores extranjeros a picar piedra hasta hacer del Triunfo eso, una tierra de bonanza, donde la misión en sí era las siguientes palabras: El progreso, el Triunfo.