/ viernes 26 de junio de 2020

Vegetales frescos

Acudí a un supermercado local y vi la ausencia de algunos vegetales; pregunté al acomodador si tenían en el almacén y me indicó que ya tenían varios días sin surtirse. Evoqué el campo y entonces, pensé en la situación actual con la expansión del Covid 19 a la agricultura.

Esta contingencia tiene tantos frentes que ya lo abarca todo. Definitivo. Hemos tratado de sobrellevarla apegándonos a nuestros hábitos cotidianos, como el de alimentarnos, pero que al faltar los insumos suficientes para hacerlo en un periodo que parece no terminar, nos ubicaríamos en una situación vulnerable pues comer es uno de los satisfactores más básicos, sobre todo cuando tenemos en casa infantes o adolescentes en pleno desarrollo. Podríamos vivir sin energía eléctrica, pero no sin comer.

Como nunca antes en la historia de la humanidad, las personas que viven en las zonas urbanizadas tienen acceso a una amplia lista de productos vegetales, frescos o secos. El sol procesado como nutrientes naturales a nuestro alcance: mango Ataulfo chiapaneco, plátano tabasqueño, tomate sinaloense, fresa de El Pescadero, limón michoacano… Cada fruto fue recolectado por manos delicadas en las plantaciones del país. Esa población trabajadora, segmento demográfico en situación precaria, también está expuesta al contagio y es evidente que su labor es elemental para el sustento de millones. Y no pueden parar.

Llevamos meses en los que toda la información que nos satura tiene que ver con la contingencia. Y en ese océano de notas están las relacionadas con las personas que nos alimentan y me parece, poco se ha difundido sobre lo que pasa con la mano de obra del sector agrícola, pero que cuando se hace, se le denomina como “brote” debido al contagio asociado a la cercanía en la que laboran y se transportan, como en los campos de Sonora (Excelsior. 06/05/2020) o en Baja California y Sinaloa (La Jornada. 20/04/2020).

En abril de este año ya se informaba que los productores primarios mexicanos de maíz, frijol, arroz y trigo, afrontarían este momento inédito con relativo éxito ante el paro económico; pero los generadores de productos frescos, como frutas y hortalizas, tendrían las mayores dificultades (El Economista. 21/04/2020).

Siendo Baja California Sur una entidad dependiente de los productos provenientes del macizo continental, hemos constatado que no ha habido desabasto, aunque sí un incremento de precios. Digo, ya he expuesto en esta columna que la vida en la media península es cara (El Sudcaliforniano. 17/05/2019), pero en tiempos de pandemia, ha sido evidentemente mayor en muchos productos.

Por supuesto, las mediciones de los precios de frutas y verduras exponen –y no es nuevo-, que tienen las mayores variaciones de la lista de conceptos que definen la inflación. A mayo de este este año, y en comparación con el mismo mes del 2019, la variación nacional fue 9.79% (INEGI. INPC a mayo de 2020). Y usted puede corroborarlo en el área de vegetales del supermercado, un día el tomate puede estar a nueve pesos y dos días después a cuarenta, incluso sigue estando en el top 5 de los cultivos con mayor aumento de precios con un 60%, aunque el chile serrano y la naranja esta vez lo han superado en precios, 92.1% y 72% respectivamente. En este listado también están el chayote y el tomate verde en el mencionado mes de referencia (SIAP, con datos del INEGI).

Aunque no son alentadoras las previsiones económicas regionales difundidas por las organizaciones internacionales, Lina Pohl, Representante en México de la FAO, expuso en el programa de televisión de Los Periodistas en el canal La Octava, que hasta ahora las cadenas alimentarias y de suministros están funcionando, los productores siguen sembrando y no pueden parar, tomando sus medidas sanitarias, pero si no es así, esto sería una catástrofe aún mayor (La Octava. 24/06/2020). Imaginemos un caldo de pollo sin ninguna verdura.

Eytale!

En el último tercio del siglo XIX, las localidades del territorio sur de la península habían estado supeditadas al acceso al agua dulce y la producción de sus huertos y ganadería, aunado al comercio vía marítima con las entidades cercanas. Las excepciones surgieron con la minería al instalarse enclaves en lugares sumamente agrestes. Guerrero Negro, El Boleo y sus localidades alternas, y la Isla de San Marcos pueden ser ejemplos de poblados sudcalifornianos instalados por la minería que para nutrir a sus habitantes dependían totalmente de la disponibilidad de alimentos llevados hasta esos lejanos y desérticos parajes. Solo así prosperaron.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

Acudí a un supermercado local y vi la ausencia de algunos vegetales; pregunté al acomodador si tenían en el almacén y me indicó que ya tenían varios días sin surtirse. Evoqué el campo y entonces, pensé en la situación actual con la expansión del Covid 19 a la agricultura.

Esta contingencia tiene tantos frentes que ya lo abarca todo. Definitivo. Hemos tratado de sobrellevarla apegándonos a nuestros hábitos cotidianos, como el de alimentarnos, pero que al faltar los insumos suficientes para hacerlo en un periodo que parece no terminar, nos ubicaríamos en una situación vulnerable pues comer es uno de los satisfactores más básicos, sobre todo cuando tenemos en casa infantes o adolescentes en pleno desarrollo. Podríamos vivir sin energía eléctrica, pero no sin comer.

Como nunca antes en la historia de la humanidad, las personas que viven en las zonas urbanizadas tienen acceso a una amplia lista de productos vegetales, frescos o secos. El sol procesado como nutrientes naturales a nuestro alcance: mango Ataulfo chiapaneco, plátano tabasqueño, tomate sinaloense, fresa de El Pescadero, limón michoacano… Cada fruto fue recolectado por manos delicadas en las plantaciones del país. Esa población trabajadora, segmento demográfico en situación precaria, también está expuesta al contagio y es evidente que su labor es elemental para el sustento de millones. Y no pueden parar.

Llevamos meses en los que toda la información que nos satura tiene que ver con la contingencia. Y en ese océano de notas están las relacionadas con las personas que nos alimentan y me parece, poco se ha difundido sobre lo que pasa con la mano de obra del sector agrícola, pero que cuando se hace, se le denomina como “brote” debido al contagio asociado a la cercanía en la que laboran y se transportan, como en los campos de Sonora (Excelsior. 06/05/2020) o en Baja California y Sinaloa (La Jornada. 20/04/2020).

En abril de este año ya se informaba que los productores primarios mexicanos de maíz, frijol, arroz y trigo, afrontarían este momento inédito con relativo éxito ante el paro económico; pero los generadores de productos frescos, como frutas y hortalizas, tendrían las mayores dificultades (El Economista. 21/04/2020).

Siendo Baja California Sur una entidad dependiente de los productos provenientes del macizo continental, hemos constatado que no ha habido desabasto, aunque sí un incremento de precios. Digo, ya he expuesto en esta columna que la vida en la media península es cara (El Sudcaliforniano. 17/05/2019), pero en tiempos de pandemia, ha sido evidentemente mayor en muchos productos.

Por supuesto, las mediciones de los precios de frutas y verduras exponen –y no es nuevo-, que tienen las mayores variaciones de la lista de conceptos que definen la inflación. A mayo de este este año, y en comparación con el mismo mes del 2019, la variación nacional fue 9.79% (INEGI. INPC a mayo de 2020). Y usted puede corroborarlo en el área de vegetales del supermercado, un día el tomate puede estar a nueve pesos y dos días después a cuarenta, incluso sigue estando en el top 5 de los cultivos con mayor aumento de precios con un 60%, aunque el chile serrano y la naranja esta vez lo han superado en precios, 92.1% y 72% respectivamente. En este listado también están el chayote y el tomate verde en el mencionado mes de referencia (SIAP, con datos del INEGI).

Aunque no son alentadoras las previsiones económicas regionales difundidas por las organizaciones internacionales, Lina Pohl, Representante en México de la FAO, expuso en el programa de televisión de Los Periodistas en el canal La Octava, que hasta ahora las cadenas alimentarias y de suministros están funcionando, los productores siguen sembrando y no pueden parar, tomando sus medidas sanitarias, pero si no es así, esto sería una catástrofe aún mayor (La Octava. 24/06/2020). Imaginemos un caldo de pollo sin ninguna verdura.

Eytale!

En el último tercio del siglo XIX, las localidades del territorio sur de la península habían estado supeditadas al acceso al agua dulce y la producción de sus huertos y ganadería, aunado al comercio vía marítima con las entidades cercanas. Las excepciones surgieron con la minería al instalarse enclaves en lugares sumamente agrestes. Guerrero Negro, El Boleo y sus localidades alternas, y la Isla de San Marcos pueden ser ejemplos de poblados sudcalifornianos instalados por la minería que para nutrir a sus habitantes dependían totalmente de la disponibilidad de alimentos llevados hasta esos lejanos y desérticos parajes. Solo así prosperaron.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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