/ lunes 10 de junio de 2024

Tandariola | Demobono finito

En las últimas semanas ha estado mencionándose al “bono demográfico” con la salvedad de “se está acabando para México”. Justo en el tercer debate por la presidencia de la república se propuso este tema como una develación inquietante. Vivimos un momentum que, como jonrón de beisbol, se va, se va…

Y aunque sea crudo el enfoque económico, tácitamente se ponen en el centro del análisis del bono las edades productivas como acicate indiscutible para el desarrollo, una prebenda que potencia-ría al país. Para dimensionar, México empezó a gozar de su bono demográfico en la década del 90 que derivó de una fecundidad sostenida.

En las pirámides poblacionales 1950-2020, la explosión demográfica, particularmente en las décadas 60 y 70, expuso densos grupos quinquenales infantiles que después se insertaron en el mundo laboral. Anchas bases y cúspides mínimas. En el siglo XXI se reduce la cantidad de personas en edades productivas. Se invierte la pirámide, su base ha disminuido visiblemente (INEGI. CPV-2020). El dividendo finito.

La alta fecundidad lleva a la transición acelerada rumbo a la vejez. Mientras que tardó siglos para que se observara en Europa, México requirió solo cuatro décadas (gob.mx/conapo). Y no es solo el nacer, crecer y trabajar, hay rubros alternos necesarios para sostener este impulso histórico: educación, salud, vivienda, agua, y otras tantas, que de optimizarse, aportarían mejores condiciones para las generaciones venideras, el gran beneficio del bono. En los datos, esta noción de desarrollo viable se escapa de las manos. El meollo: aprovechar el bono en razón del empleo.

Baja California Sur muestra también esta tendencia. En desglose, La Paz es el que municipio con el mayor índice de envejecimiento (58.1), en tanto que Los Cabos es el menor (21.3). Es probable que la alta migración hacia la zona económicamente más dinámica requiera aprovechar su propio demobono.

¡Éytale!

Hay también un dividendo demográfico de las mujeres. Su esperanza de vida alcanza los 79 años, 6 más que los hombres. La fecundidad desciende, en 1970 era de 6.5 hijos/as por mujer; en el 2020 es de 1.9; egresan más de la educación superior. Su mayor presencia en el ámbito laboral/productivo, la decisión electoral y la gobernanza configuran una coyuntura histórica en el México que tiene a su primera mandataria.

Comunicóloga, fotógrafa y sibarita. Premio estatal de periodismo 2022 en la categoría de artículo de fondo. iliana.peralta@gmail.com. En X @LA_PERALTA

En las últimas semanas ha estado mencionándose al “bono demográfico” con la salvedad de “se está acabando para México”. Justo en el tercer debate por la presidencia de la república se propuso este tema como una develación inquietante. Vivimos un momentum que, como jonrón de beisbol, se va, se va…

Y aunque sea crudo el enfoque económico, tácitamente se ponen en el centro del análisis del bono las edades productivas como acicate indiscutible para el desarrollo, una prebenda que potencia-ría al país. Para dimensionar, México empezó a gozar de su bono demográfico en la década del 90 que derivó de una fecundidad sostenida.

En las pirámides poblacionales 1950-2020, la explosión demográfica, particularmente en las décadas 60 y 70, expuso densos grupos quinquenales infantiles que después se insertaron en el mundo laboral. Anchas bases y cúspides mínimas. En el siglo XXI se reduce la cantidad de personas en edades productivas. Se invierte la pirámide, su base ha disminuido visiblemente (INEGI. CPV-2020). El dividendo finito.

La alta fecundidad lleva a la transición acelerada rumbo a la vejez. Mientras que tardó siglos para que se observara en Europa, México requirió solo cuatro décadas (gob.mx/conapo). Y no es solo el nacer, crecer y trabajar, hay rubros alternos necesarios para sostener este impulso histórico: educación, salud, vivienda, agua, y otras tantas, que de optimizarse, aportarían mejores condiciones para las generaciones venideras, el gran beneficio del bono. En los datos, esta noción de desarrollo viable se escapa de las manos. El meollo: aprovechar el bono en razón del empleo.

Baja California Sur muestra también esta tendencia. En desglose, La Paz es el que municipio con el mayor índice de envejecimiento (58.1), en tanto que Los Cabos es el menor (21.3). Es probable que la alta migración hacia la zona económicamente más dinámica requiera aprovechar su propio demobono.

¡Éytale!

Hay también un dividendo demográfico de las mujeres. Su esperanza de vida alcanza los 79 años, 6 más que los hombres. La fecundidad desciende, en 1970 era de 6.5 hijos/as por mujer; en el 2020 es de 1.9; egresan más de la educación superior. Su mayor presencia en el ámbito laboral/productivo, la decisión electoral y la gobernanza configuran una coyuntura histórica en el México que tiene a su primera mandataria.

Comunicóloga, fotógrafa y sibarita. Premio estatal de periodismo 2022 en la categoría de artículo de fondo. iliana.peralta@gmail.com. En X @LA_PERALTA

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