/ viernes 7 de agosto de 2020

Mortal morbilidad

Nacer, morir, casarse, divorciarse y enfermarse, aspectos todos de la individualidad y de las experiencias de la vida, se traducen al lenguaje de los datos. Se hacen números las interacciones entre individuos y las instancias públicas. Agregados emocionales y expresiones biológicas se traducen en estadísticas.

En esta coyuntura de contingencia sanitaria, no solo se informa de las medidas que hay que aplicar, sino también del incesante aumento de los casos. Desde la primera persona confirmada con el virus en nuestro país el 28 de febrero de este año (El Universal. 28/02/2020) y el primero en nuestra entidad el 21 de marzo (El Sudcaliforniano. 21/03/2020), el flujo de datos es continuo; atestiguamos la proliferación con un seguimiento exponencial, que dicho sea de paso, nos genera inquietud.

La morbilidad, mejor conocida como la cantidad de personas con alguna enfermedad, es además del meollo médico, numérico. Las cantidades registradas de las patologías que experimenta la población mexicana es una suerte de visor que aportan las instancias de salud desde hace décadas y sustenta la política pública, pero también visibiliza el desenlace de los hábitos y en el orden natural, de los decesos.

Y citando a los clásicos, “el hombre –y la mujer, agrego- es el único animal que cava su tumba con los dientes”, frase universal que alude a los hábitos alimenticios que inevitablemente se reflejan en la salud. Somos lo que comemos. La morbilidad resulta en gran medida, de los hábitos y que, pertinaces como vicios, impactan los órganos.

Sin adentrarme en el ámbito extenso y complejo de la medicina, las principales morbilidades de las y los mexicanos en el año 2019 ubica a las infecciones respiratorias agudas en el primer lugar con 23.7 millones de casos; en segundo lugar las infecciones intestinales con 5.3 millones; el tercero las infecciones en vías urinarias con 4.3 millones; en cuarto están las úlceras, gastritis y duodenitis con 1.4 millones; y en quinto las gingivitis y enfermedad periodontal con 1.1 millones. Y si se observa a nivel estatal, Baja California Sur guarda este mismo orden, siendo las infecciones respiratorias agudas la principal con 215,42 casos. Ahora bien, si hacemos comparaciones de los datos en una breve serie histórica 2000-2019, estas morbilidades guardan este orden, siendo las infecciones respiratorias agudas las que abultan los registros. En el 2019, 54 de cada 100 casos a nivel nacional y 51 de cada 100 en la medida península (epidemiologia.salud.gob.mx); dicho de otra manera, un poco más de la mitad de las personas que acudieron a alguna instancia de salud en el país y de nuestra entidad, tuvieron este diagnóstico.

Otro escenario, los desenlaces. El dato de mortalidad al 2018 ubica a la diabetes mellitus como la causa principal con 110,257 fallecimientos; en segundo lugar el infarto agudo del miocardio con 100,552 defunciones y en tercer sitio, las enfermedades del aparato digestivo con 68,455 decesos. En Sudcalifornia hay variaciones, la principal causa es el infarto agudo del miocardio con 476 fallecimientos, en segundo lugar la diabetes mellitus con 392 y en tercero, las enfermedades del aparato respiratorio con 308 decesos (INEGI. Tabulados interactivos. Mortalidad).

Las cifras de morbilidad y mortalidad aportan aspectos que resumo: nos enfermamos y fallecemos por lo que comemos y por lo que no comemos, sin descartar, claro está, otros factores. La comorbilidad o morbilidad asociada -hoy de amplio uso-, devela lo que ya se sabe hasta la saciedad, que somos presa fácil del virus, conduciendo al escrutinio de la industria de alimentos procesados, motivando con ello el análisis hacia el corto y mediano plazo en materia de salud y desarrollo. El informe 2019 de la UNICEF estima que 59% de la población infantil mexicana de 6 a 11 años tiene una diversidad mínima de alimentos en su dieta y que 18% no come ni frutas ni verduras (unicef.org). Si esto sigue, tendremos en breve una juventud enferma, obesa y desnutrida. Una como quiera… las criaturas (Las Lavanderas, dixit).

Eytale!

Oaxaca tiene la mayor tasa de obesidad en la población adulta y la infantil del país, con la ingesta de productos altos en calorías y de bajos nutrientes, lo que contrasta con su enorme riqueza alimentaria, por lo que su Congreso aprobó hace un par de días, en un hecho pionero e histórico, la prohibición de la venta de alimentos y bebidas procesadas a las y los niños, por lo cual la COPARMEX de esa entidad ha externado estar en desacuerdo (Los Periodistas. La Octava. 05/08/2020). Apología de la comida chatarra.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

Nacer, morir, casarse, divorciarse y enfermarse, aspectos todos de la individualidad y de las experiencias de la vida, se traducen al lenguaje de los datos. Se hacen números las interacciones entre individuos y las instancias públicas. Agregados emocionales y expresiones biológicas se traducen en estadísticas.

En esta coyuntura de contingencia sanitaria, no solo se informa de las medidas que hay que aplicar, sino también del incesante aumento de los casos. Desde la primera persona confirmada con el virus en nuestro país el 28 de febrero de este año (El Universal. 28/02/2020) y el primero en nuestra entidad el 21 de marzo (El Sudcaliforniano. 21/03/2020), el flujo de datos es continuo; atestiguamos la proliferación con un seguimiento exponencial, que dicho sea de paso, nos genera inquietud.

La morbilidad, mejor conocida como la cantidad de personas con alguna enfermedad, es además del meollo médico, numérico. Las cantidades registradas de las patologías que experimenta la población mexicana es una suerte de visor que aportan las instancias de salud desde hace décadas y sustenta la política pública, pero también visibiliza el desenlace de los hábitos y en el orden natural, de los decesos.

Y citando a los clásicos, “el hombre –y la mujer, agrego- es el único animal que cava su tumba con los dientes”, frase universal que alude a los hábitos alimenticios que inevitablemente se reflejan en la salud. Somos lo que comemos. La morbilidad resulta en gran medida, de los hábitos y que, pertinaces como vicios, impactan los órganos.

Sin adentrarme en el ámbito extenso y complejo de la medicina, las principales morbilidades de las y los mexicanos en el año 2019 ubica a las infecciones respiratorias agudas en el primer lugar con 23.7 millones de casos; en segundo lugar las infecciones intestinales con 5.3 millones; el tercero las infecciones en vías urinarias con 4.3 millones; en cuarto están las úlceras, gastritis y duodenitis con 1.4 millones; y en quinto las gingivitis y enfermedad periodontal con 1.1 millones. Y si se observa a nivel estatal, Baja California Sur guarda este mismo orden, siendo las infecciones respiratorias agudas la principal con 215,42 casos. Ahora bien, si hacemos comparaciones de los datos en una breve serie histórica 2000-2019, estas morbilidades guardan este orden, siendo las infecciones respiratorias agudas las que abultan los registros. En el 2019, 54 de cada 100 casos a nivel nacional y 51 de cada 100 en la medida península (epidemiologia.salud.gob.mx); dicho de otra manera, un poco más de la mitad de las personas que acudieron a alguna instancia de salud en el país y de nuestra entidad, tuvieron este diagnóstico.

Otro escenario, los desenlaces. El dato de mortalidad al 2018 ubica a la diabetes mellitus como la causa principal con 110,257 fallecimientos; en segundo lugar el infarto agudo del miocardio con 100,552 defunciones y en tercer sitio, las enfermedades del aparato digestivo con 68,455 decesos. En Sudcalifornia hay variaciones, la principal causa es el infarto agudo del miocardio con 476 fallecimientos, en segundo lugar la diabetes mellitus con 392 y en tercero, las enfermedades del aparato respiratorio con 308 decesos (INEGI. Tabulados interactivos. Mortalidad).

Las cifras de morbilidad y mortalidad aportan aspectos que resumo: nos enfermamos y fallecemos por lo que comemos y por lo que no comemos, sin descartar, claro está, otros factores. La comorbilidad o morbilidad asociada -hoy de amplio uso-, devela lo que ya se sabe hasta la saciedad, que somos presa fácil del virus, conduciendo al escrutinio de la industria de alimentos procesados, motivando con ello el análisis hacia el corto y mediano plazo en materia de salud y desarrollo. El informe 2019 de la UNICEF estima que 59% de la población infantil mexicana de 6 a 11 años tiene una diversidad mínima de alimentos en su dieta y que 18% no come ni frutas ni verduras (unicef.org). Si esto sigue, tendremos en breve una juventud enferma, obesa y desnutrida. Una como quiera… las criaturas (Las Lavanderas, dixit).

Eytale!

Oaxaca tiene la mayor tasa de obesidad en la población adulta y la infantil del país, con la ingesta de productos altos en calorías y de bajos nutrientes, lo que contrasta con su enorme riqueza alimentaria, por lo que su Congreso aprobó hace un par de días, en un hecho pionero e histórico, la prohibición de la venta de alimentos y bebidas procesadas a las y los niños, por lo cual la COPARMEX de esa entidad ha externado estar en desacuerdo (Los Periodistas. La Octava. 05/08/2020). Apología de la comida chatarra.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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