/ viernes 3 de abril de 2020

Mentefacturas

Tandariola

Todo aquello intangible pero que puede venderse, emanado de los procesos mentales, con pinceladas de creatividad e ingenio, dan sustento a este término, las mentefacturas, que se solventan con el despliegue tecnológico. Coexisten para generar innumerables y caros activos inasibles, que dan forma al capitalismo cognitivo.

Acepto que el párrafo anterior puede sonar como un galimatías, pero me explicaré.

En mis columnas he abordado temas que me parecen fascinantes, muchos de ellos enfocados al momento histórico actual, una etapa que tiene sus bemoles, entre estos, el desarrollo tecnológico con alcances insospechados pero que guardan una relación directa e ineludible con los procesos productivos y la alta competencia, todo en un ámbito, he de insistir, muy keynesiano.

En la industria 4.0, abordada en este espacio (El Sudcaliforniano. 18/10/2019), mencioné que comprender este instante de la evolución de las economías de todo el mundo, incluye pasar de las manufacturas a las mentefacturas, un momento disruptivo tremendo y que definitivamente, continúa con la tendencia de mantener a los países con desarrollo tecnológico muy por delante del resto que se vuelven sus consumidores. Maroma muy vista.

Actualmente las empresas de mayor plusvalía no son las grandes multinacionales industriales, sino empresas relacionadas con la tecnología, como Apple o Facebook. Así, el ingenio, el conocimiento, el producto de la mente y su explotación genera enormes ganancias, pues su valor agregado involucra innovación, diseño, cultura, etc. que dan un plus exponencial a las tecnologías de la información.

El economista René Ramírez, Secretario académico del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, de la UNAM, pone como ejemplo de esta nueva era de la acumulación del capital con una comparación, la empresas General Motors que fabrica autos -una marca bien consolidada-, con UBER que no produce ni posee vehículos, pero que su valor ha traspasado a esa empresa tradicional en solo cinco años (Geopolítica de los Conocimientos de la Información en la Era del Big Data. 2020).

A final de cuentas, la mentefactura es un nuevo modelo productivo del que un país como el nuestro, a la par de los de América Latina y el Caribe, se vuelve neo-dependiente: teniendo una enorme riqueza natural vegetal, animal, hídrica y mineral, continúa siendo productor de materias primas tangibles, que se cotizan en los mercados de futuros, pero en cuanto a la generación de tecnología y de conocimientos que son de alto valor, se tiene un desarrollo muy lento, por lo que debe recurrirse a la importación.

Aquí está el enorme reto de nuestras universidades, afrontar las demandas de nuestra era con egresados y desarrollo que estén a la altura de las dinámicas en la que ya están encarriladas otras economías. Claro que es un proceso de alta inversión y transformación, aunque hay algunas muestras de interés gubernamental en este asunto.

En Guanajuato recientemente se anunció que sedarán becas a 90,000 estudiantes de los niveles de secundaria hasta nivel superior para que “en lugar de dedicarse a actividades relacionadas con la manufactura tradicional podrán desarrollarse en carreras relacionadas con la mentefactura y las nuevas tecnologías” (El Economista. 6/03/2020).

Esta coyuntura que vivimos es un parteaguas. No lo menciono solo en el ámbito de la salud y todo lo que de esto se desprende como consecuencia, sino que se suma a una serie de aspectos que se concatenan para generar nuevos y desafiantes escenarios.

Eytale!

En mi época universitaria, allá a mediados de los noventas en Hermosillo, Sonora, conocí unos chicos japoneses muy educados y atentos. Eran ingenieros industriales de la planta Ford. Se les pagaba sumamente bien y estarían en la ciudad algunos meses.Diseñaron parte del tablero del Escort, hoy descontinuado, que entonces se ensamblaba ahí. Eran egresados de la universidad de Osaka. Sí, importar la creatividad sigue siendo una solución cara. ¿Y el ingenio nacional no servía entonces? ¿Y hoy? Nuestras mentefacturas podrían más que sorprendernos.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

Tandariola

Todo aquello intangible pero que puede venderse, emanado de los procesos mentales, con pinceladas de creatividad e ingenio, dan sustento a este término, las mentefacturas, que se solventan con el despliegue tecnológico. Coexisten para generar innumerables y caros activos inasibles, que dan forma al capitalismo cognitivo.

Acepto que el párrafo anterior puede sonar como un galimatías, pero me explicaré.

En mis columnas he abordado temas que me parecen fascinantes, muchos de ellos enfocados al momento histórico actual, una etapa que tiene sus bemoles, entre estos, el desarrollo tecnológico con alcances insospechados pero que guardan una relación directa e ineludible con los procesos productivos y la alta competencia, todo en un ámbito, he de insistir, muy keynesiano.

En la industria 4.0, abordada en este espacio (El Sudcaliforniano. 18/10/2019), mencioné que comprender este instante de la evolución de las economías de todo el mundo, incluye pasar de las manufacturas a las mentefacturas, un momento disruptivo tremendo y que definitivamente, continúa con la tendencia de mantener a los países con desarrollo tecnológico muy por delante del resto que se vuelven sus consumidores. Maroma muy vista.

Actualmente las empresas de mayor plusvalía no son las grandes multinacionales industriales, sino empresas relacionadas con la tecnología, como Apple o Facebook. Así, el ingenio, el conocimiento, el producto de la mente y su explotación genera enormes ganancias, pues su valor agregado involucra innovación, diseño, cultura, etc. que dan un plus exponencial a las tecnologías de la información.

El economista René Ramírez, Secretario académico del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad, de la UNAM, pone como ejemplo de esta nueva era de la acumulación del capital con una comparación, la empresas General Motors que fabrica autos -una marca bien consolidada-, con UBER que no produce ni posee vehículos, pero que su valor ha traspasado a esa empresa tradicional en solo cinco años (Geopolítica de los Conocimientos de la Información en la Era del Big Data. 2020).

A final de cuentas, la mentefactura es un nuevo modelo productivo del que un país como el nuestro, a la par de los de América Latina y el Caribe, se vuelve neo-dependiente: teniendo una enorme riqueza natural vegetal, animal, hídrica y mineral, continúa siendo productor de materias primas tangibles, que se cotizan en los mercados de futuros, pero en cuanto a la generación de tecnología y de conocimientos que son de alto valor, se tiene un desarrollo muy lento, por lo que debe recurrirse a la importación.

Aquí está el enorme reto de nuestras universidades, afrontar las demandas de nuestra era con egresados y desarrollo que estén a la altura de las dinámicas en la que ya están encarriladas otras economías. Claro que es un proceso de alta inversión y transformación, aunque hay algunas muestras de interés gubernamental en este asunto.

En Guanajuato recientemente se anunció que sedarán becas a 90,000 estudiantes de los niveles de secundaria hasta nivel superior para que “en lugar de dedicarse a actividades relacionadas con la manufactura tradicional podrán desarrollarse en carreras relacionadas con la mentefactura y las nuevas tecnologías” (El Economista. 6/03/2020).

Esta coyuntura que vivimos es un parteaguas. No lo menciono solo en el ámbito de la salud y todo lo que de esto se desprende como consecuencia, sino que se suma a una serie de aspectos que se concatenan para generar nuevos y desafiantes escenarios.

Eytale!

En mi época universitaria, allá a mediados de los noventas en Hermosillo, Sonora, conocí unos chicos japoneses muy educados y atentos. Eran ingenieros industriales de la planta Ford. Se les pagaba sumamente bien y estarían en la ciudad algunos meses.Diseñaron parte del tablero del Escort, hoy descontinuado, que entonces se ensamblaba ahí. Eran egresados de la universidad de Osaka. Sí, importar la creatividad sigue siendo una solución cara. ¿Y el ingenio nacional no servía entonces? ¿Y hoy? Nuestras mentefacturas podrían más que sorprendernos.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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