/ viernes 15 de enero de 2021

Comunidad

La tienda de mi barrio luce escueta de productos. Su dueña me saluda y aun con el cubrebocas puesto, la noto apesadumbrada. Los estantes están casi vacíos; ya no expende refrescos, galletas y botanas que eran el grueso de sus ventas. Me platica del stress de depender solo de su negocio. Indica que con la pandemia, los vendedores de las grandes empresas ya no le fían, aunque tiene más de 15 años consumiéndoles. Señora, me dice con un nudo en la garganta, ni los buenos días me contestan cuando vienen. ¿Acaso la pandemia nos ha limitado la sensibilidad?

Como ella debe haber muchas personas en esta situación. Es un tema que cala. Y si no es así, esta etapa histórica también está adelgazando las fibras más humanas. Esto me lleva a una palabra, comunidad.

En el estacionamiento de una plaza comercial, en alguna duna, en algún espacio amplio, se reúnen; intercambian tips, se analizan los pros y contras de los modelos más nuevos, hablan de rutas del desierto, conviven, se conocen… es el club de Jeeps pero también pueden ser el de vochos, de motocicletas o de lo que sea. Forman comunidades y al mismo tiempo, sus integrantes pertenecen a otras: la comunidad universitaria, la religiosa, la laboral, la de gamers, la de la profesión…

Resumo, somos personas de comunidades. Son las afinidades la característica para converger. Seres sociales. Basta ver nuestras redes y grupos de WhatsApp o quienes ya migraron, en Telegram.

Ese sentido de pertenencia atrae satisfactores, entretenimiento y respaldo, como también compromisos y responsabilidades. Son redes de apoyo. Percibo que en estos momentos no hay personas ermitañas del todo, pues hasta en las localidades más pequeñas y alejadas, se hace comunidad por sobrevivencia.

El compartir espacios y afinidades nos sitúan en tiempo y espacio, pero con inserción en círculos amplios de relaciones humanas con sus consabidos desenvolvimientos y complejidades.

El INEGI ahonda desde la estadística experimental la dimensión de la percepción de comunidad graficándola en un ranking de valores que posiciona a las entidades de nuestro variopinto México respecto al tema de compleja ponderación como es la satisfacción. Así, los datos al 2015 indican que el estado mejor posicionado en el ámbito de comunidad es Nayarit: la mitad de las personas encuestadas lo valoraron por encima de otros aspectos como la participación ciudadana, la igualdad económica y otros. En segundo sitio está Sonora, en tercero Nuevo León, el cuarto es Sinaloa y en quinto, Aguascalientes. En los últimos sitios están Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, el Estado de México y Tlaxcala.

La media península se posiciona en el octavo escaño observando que en nuestro terruño el factor de comunidad tiene menor ponderación respecto a la salud, la vivienda, la igualdad económica y el bienestar subjetivo, es decir, la felicidad (INEGI. Visor dinámico de bienestar).

Después de la pertenencia a un linaje, se pertenece a la comunidad ubicada en el barrio, luego a la ciudad y al mismo tiempo, a otras más que sólo se visibilizan por las relaciones humanas vinculantes. Es, en paralelo, una amplia comodidad, es eudemonía pura, esto es, un estado de satisfacción basado en la situación de cada individuo en su vida. Y esto, claro está, se rompe cuando la incomodidad trunca las vías de intercambio.

Para muchos segmentos de la población el año 21 que inicia se vislumbra complicado. En este difícil periodo histórico, la-las comunidad-des son baluartes humanistas ante la incertidumbre. Confío que sí.

¡Eytale!

Recientemente estuve en Todos Santos Radio y charlando con su director, Mauricio González, tocamos el tema referente a la comunidad. Como promotor cultural, su visión es muy amplia y aportó un rasgo que percibe en cualquier localidad. Comunidad es un constructo, pero no es posible entenderla como un solo un bloque, y en ese pueblo mágico son evidentes las diversas comunidades que convergen, manteniendo las características que las identifican y aunque están en ese mismo sitio, les separa. Convivir y vincularse de manera armónica es un reto comunitario.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita.

iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA

La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

La tienda de mi barrio luce escueta de productos. Su dueña me saluda y aun con el cubrebocas puesto, la noto apesadumbrada. Los estantes están casi vacíos; ya no expende refrescos, galletas y botanas que eran el grueso de sus ventas. Me platica del stress de depender solo de su negocio. Indica que con la pandemia, los vendedores de las grandes empresas ya no le fían, aunque tiene más de 15 años consumiéndoles. Señora, me dice con un nudo en la garganta, ni los buenos días me contestan cuando vienen. ¿Acaso la pandemia nos ha limitado la sensibilidad?

Como ella debe haber muchas personas en esta situación. Es un tema que cala. Y si no es así, esta etapa histórica también está adelgazando las fibras más humanas. Esto me lleva a una palabra, comunidad.

En el estacionamiento de una plaza comercial, en alguna duna, en algún espacio amplio, se reúnen; intercambian tips, se analizan los pros y contras de los modelos más nuevos, hablan de rutas del desierto, conviven, se conocen… es el club de Jeeps pero también pueden ser el de vochos, de motocicletas o de lo que sea. Forman comunidades y al mismo tiempo, sus integrantes pertenecen a otras: la comunidad universitaria, la religiosa, la laboral, la de gamers, la de la profesión…

Resumo, somos personas de comunidades. Son las afinidades la característica para converger. Seres sociales. Basta ver nuestras redes y grupos de WhatsApp o quienes ya migraron, en Telegram.

Ese sentido de pertenencia atrae satisfactores, entretenimiento y respaldo, como también compromisos y responsabilidades. Son redes de apoyo. Percibo que en estos momentos no hay personas ermitañas del todo, pues hasta en las localidades más pequeñas y alejadas, se hace comunidad por sobrevivencia.

El compartir espacios y afinidades nos sitúan en tiempo y espacio, pero con inserción en círculos amplios de relaciones humanas con sus consabidos desenvolvimientos y complejidades.

El INEGI ahonda desde la estadística experimental la dimensión de la percepción de comunidad graficándola en un ranking de valores que posiciona a las entidades de nuestro variopinto México respecto al tema de compleja ponderación como es la satisfacción. Así, los datos al 2015 indican que el estado mejor posicionado en el ámbito de comunidad es Nayarit: la mitad de las personas encuestadas lo valoraron por encima de otros aspectos como la participación ciudadana, la igualdad económica y otros. En segundo sitio está Sonora, en tercero Nuevo León, el cuarto es Sinaloa y en quinto, Aguascalientes. En los últimos sitios están Oaxaca, Chiapas, Hidalgo, el Estado de México y Tlaxcala.

La media península se posiciona en el octavo escaño observando que en nuestro terruño el factor de comunidad tiene menor ponderación respecto a la salud, la vivienda, la igualdad económica y el bienestar subjetivo, es decir, la felicidad (INEGI. Visor dinámico de bienestar).

Después de la pertenencia a un linaje, se pertenece a la comunidad ubicada en el barrio, luego a la ciudad y al mismo tiempo, a otras más que sólo se visibilizan por las relaciones humanas vinculantes. Es, en paralelo, una amplia comodidad, es eudemonía pura, esto es, un estado de satisfacción basado en la situación de cada individuo en su vida. Y esto, claro está, se rompe cuando la incomodidad trunca las vías de intercambio.

Para muchos segmentos de la población el año 21 que inicia se vislumbra complicado. En este difícil periodo histórico, la-las comunidad-des son baluartes humanistas ante la incertidumbre. Confío que sí.

¡Eytale!

Recientemente estuve en Todos Santos Radio y charlando con su director, Mauricio González, tocamos el tema referente a la comunidad. Como promotor cultural, su visión es muy amplia y aportó un rasgo que percibe en cualquier localidad. Comunidad es un constructo, pero no es posible entenderla como un solo un bloque, y en ese pueblo mágico son evidentes las diversas comunidades que convergen, manteniendo las características que las identifican y aunque están en ese mismo sitio, les separa. Convivir y vincularse de manera armónica es un reto comunitario.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita.

iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA

La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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