/ jueves 7 de diciembre de 2023

A modo de crónica | Brooke Bessen y la Vaquita Marina

El lunes de esta semana asistí a la Universidad Pedagógica Nacional, acompañado de mi nieta Martha y su esposo Carlos a fin de escuchar la conferencia de Brooke Bessesen relacionada con la vaquita marina, una especie en peligro de extinción. Ella es autora, entre otros, del libro “Vaquita marina” con el subtítulo de “Ciencia, política y crimen organizado en el Golfo de California”.

Aunque la conferencia fue en su idioma—inglés—se pudo comprender porque que la hizo acompañada de imágenes alusivas y también a que el libro me lo había regalado días antes mi nieta. Fue publicado en el año de 2018 y traducido un año después al español por la editorial Grano de Sal de la ciudad de México.

Leer el libro duele, sobre todo por la crudeza narrativa de la autora, producto de su investigación en la región del Golfo de California donde sobrevive esta especie marina. Y digo lo anterior porque de los miles de vaquitas que existían hoy, en el 2023, solo quedan diez ejemplares. Y el peligro de su extinción está a la vuelta de la esquina, salvo medidas drásticas, entre ellas la prohibición de las redes de enmalle, muy utilizadas por los pescadores de esa zona.

Pero ni aun así, dado que muchas de esas mallas son abandonadas, la mayoría de ellas con varios cientos de metros de extensión, lo cual significa un inmenso trabajo para dar con ellas y destruirlas. A lo anterior habría que sumar la oposición de muchos pescadores que se niegan a cooperar con los grupos conservacionistas arguyendo la limitación de su medio de vida.

Como la investigación de Brooke se remonta al 2018 ahora, en la actualidad, el problema de la conservación de la vaquita es probable que esté asegurada permitiendo su reproducción. En ese entonces brigadas de norteamericanos y mexicanos estaban colaborando a fin de impedir la exterminación de esas marsopas. Las amargas experiencias ante la oposición de los dirigentes de las cooperativas, de la pesca ilegal de la totoaba y las amenazas del crimen organizado, fueron obstáculos para lograr sus nobles propósitos.

En su libro, la autora revela la intervención del crimen organizado y de la corrupción de las autoridades que reciben dinero por hacerse de la vista gorda en la pesca de la totoaba y la comercialización de los buches de ese pez. Y del valor de muchos ciudadanos que “se colocan en la línea de fuego

para salvar a las vaquitas de los chinchorros” De los “conservacionistas que luchan de forma abierta con políticas que no son populares”. De los “pescadores que han adoptado las nuevas alternativas y sufren el ataque de sus propias comunidades” De los “científicos que se mantienen firmes aun cuando sus voces parecen perderse en el viento” Y de “los políticos leales que defienden la honestidad en un ambiente de corrupción”.

En el epílogo del libro, la autora narra su última visita a la región de la vaquita marina: “Volví por última vez. Como quien visita una tumba. Sentada donde alguna vez había reposado el cuerpo de un pez muerto traté de calmar mi mente. Me dominaba una pregunta angustiosa: ¿Qué va a ser de las vaquitas que quedan?

Su destino está en el mar. No soportan la vida en cautiverio. ¿Cuánto tardarán las redes de los bucheros en encontrarlas? Abrumada por la preocupación les ofrecí lo único que estaba a mi alcance: una promesa.

Promesa que he repetido todos los días desde entonces: Yo contaré tu historia—murmuré hacia el mar, y el viento y las olas se llevaron mis palabras: Yo relataré la historia de tu tribu para que el mundo la recuerde”.

El lunes de esta semana asistí a la Universidad Pedagógica Nacional, acompañado de mi nieta Martha y su esposo Carlos a fin de escuchar la conferencia de Brooke Bessesen relacionada con la vaquita marina, una especie en peligro de extinción. Ella es autora, entre otros, del libro “Vaquita marina” con el subtítulo de “Ciencia, política y crimen organizado en el Golfo de California”.

Aunque la conferencia fue en su idioma—inglés—se pudo comprender porque que la hizo acompañada de imágenes alusivas y también a que el libro me lo había regalado días antes mi nieta. Fue publicado en el año de 2018 y traducido un año después al español por la editorial Grano de Sal de la ciudad de México.

Leer el libro duele, sobre todo por la crudeza narrativa de la autora, producto de su investigación en la región del Golfo de California donde sobrevive esta especie marina. Y digo lo anterior porque de los miles de vaquitas que existían hoy, en el 2023, solo quedan diez ejemplares. Y el peligro de su extinción está a la vuelta de la esquina, salvo medidas drásticas, entre ellas la prohibición de las redes de enmalle, muy utilizadas por los pescadores de esa zona.

Pero ni aun así, dado que muchas de esas mallas son abandonadas, la mayoría de ellas con varios cientos de metros de extensión, lo cual significa un inmenso trabajo para dar con ellas y destruirlas. A lo anterior habría que sumar la oposición de muchos pescadores que se niegan a cooperar con los grupos conservacionistas arguyendo la limitación de su medio de vida.

Como la investigación de Brooke se remonta al 2018 ahora, en la actualidad, el problema de la conservación de la vaquita es probable que esté asegurada permitiendo su reproducción. En ese entonces brigadas de norteamericanos y mexicanos estaban colaborando a fin de impedir la exterminación de esas marsopas. Las amargas experiencias ante la oposición de los dirigentes de las cooperativas, de la pesca ilegal de la totoaba y las amenazas del crimen organizado, fueron obstáculos para lograr sus nobles propósitos.

En su libro, la autora revela la intervención del crimen organizado y de la corrupción de las autoridades que reciben dinero por hacerse de la vista gorda en la pesca de la totoaba y la comercialización de los buches de ese pez. Y del valor de muchos ciudadanos que “se colocan en la línea de fuego

para salvar a las vaquitas de los chinchorros” De los “conservacionistas que luchan de forma abierta con políticas que no son populares”. De los “pescadores que han adoptado las nuevas alternativas y sufren el ataque de sus propias comunidades” De los “científicos que se mantienen firmes aun cuando sus voces parecen perderse en el viento” Y de “los políticos leales que defienden la honestidad en un ambiente de corrupción”.

En el epílogo del libro, la autora narra su última visita a la región de la vaquita marina: “Volví por última vez. Como quien visita una tumba. Sentada donde alguna vez había reposado el cuerpo de un pez muerto traté de calmar mi mente. Me dominaba una pregunta angustiosa: ¿Qué va a ser de las vaquitas que quedan?

Su destino está en el mar. No soportan la vida en cautiverio. ¿Cuánto tardarán las redes de los bucheros en encontrarlas? Abrumada por la preocupación les ofrecí lo único que estaba a mi alcance: una promesa.

Promesa que he repetido todos los días desde entonces: Yo contaré tu historia—murmuré hacia el mar, y el viento y las olas se llevaron mis palabras: Yo relataré la historia de tu tribu para que el mundo la recuerde”.

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