/ lunes 11 de noviembre de 2019

Ejército de mujeres combate la caza ilegal en Zimbabue

Desde el despliegue de las primeras guardabosques en 2017, los casos se redujeron 80 por ciento

Con ropa kaki, algunas descalzas, una decena de mujeres corren cargando un pesado tronco de árbol en el fondo del monte zimbabuense, parte del duro entrenamiento para tratar de sumarse a la unidad 100 por ciento femenina que lucha contra la caza ilegal.

Al final de esta selección digna de una preparación para un grupo comando, las más resistentes se convertirán en guardabosques “akashinga”, las “valientes” en lengua shona.

Son valientes en más de un modo. Primero porque se tendrán que enfrentar con cazadores ilegales armados hasta los dientes. Segundo porque son supervivientes: víctimas de violencias sexuales, huérfanas por el Sida, madres solteras o mujeres abandonadas. Quieren volver a tener el destino en sus manos.

Chiyevedzo Mutero fue golpeada por su suegra hasta que dio un portazo y se divorció. Hoy cría sola a su hija.

“Mi marido está en Sudáfrica y ni siquiera me envía dinero. Pero estoy aquí para tener los medios para criar a mi hija”, afirma con decisión.

Esta madre soltera de 22 años participa con unas 160 mujeres en una competencia de varios días, muy exigente en los planos físico y mental que incluye flexiones, carrera y largas caminatas bajo el calor, en la región Phundundu, al norte de Zimbabue.

Durante un ejercicio de lucha, Chiyevedzo se rompe un dedo. Pero rechaza que tengan lástima de ella. Se coloca una venda y regresa con sus compañeras.

“Estoy feliz. Es la razón por la cual no lloro. Intento convertirme en una Akashinga”, explica.

El programa fue creado por Damien Mander, un exsoldado del ejército australiano que, tras pasar tres años en el frente iraquí, quien hoy dirige la Fundación Internacional contra la Caza Ilegal (IAPF).

“Intentamos crear una oportunidad para las mujeres más marginadas en una de las regiones más duras y en uno de los países más pobres del continente”, cuenta Mander, de 39 años.

NO ES UNA CUESTIÓN DE BÍCEPS

“No queríamos gente con un currículum extraordinario. Queríamos combatientes”, continúa el hombre con chaqueta kaki, pantalón al tono y descalzo.

El pasado de estas mujeres a las que la vida no trató con cariño se vuelve algo fructífero en el frente contra la caza ilegal. “Estas chicas saben trabajar”, confirma uno de los entrenadores zimbabuenses, Paul Wilson,un exmilitar. “Están acostumbradas a andar largas distancias con bidones de 20 litros de agua sobre la cabeza, a pasar el día trabajando la tierra, a transportar grandes pilas de troncos”.

“La mayoría de la gente piensa que ser guardabosques es un trabajo de hombre porque creen que los hombres son más fuertes que las mujeres”, afirma Juliana Murumbi, surgida de la primera promoción formada en 2017. “Pero creo que somos iguales. Al fin y al cabo puedo hacer lo mismo que ellos”.

“Hacer que se aplique la ley no es una cuestión de bíceps y disparos”, agrega Mander. “Se trata más bien de crear relaciones y vínculos de largo plazo con las comunidades”, dice, precisando que las mujeres tienen la “capacidad de apaciguar naturalmente las tensiones”.

Las candidatas preseleccionadas son oriundas de la zona a la que serán enviadas a trabajar.

En esta región de Zimbabue se mataron ocho mil elefantes desde principios de siglo. Pero desde el despliegue de las primeras guardabosques en 2017, los casos de caza ilegal cayeron 80 por ciento.

Con ropa kaki, algunas descalzas, una decena de mujeres corren cargando un pesado tronco de árbol en el fondo del monte zimbabuense, parte del duro entrenamiento para tratar de sumarse a la unidad 100 por ciento femenina que lucha contra la caza ilegal.

Al final de esta selección digna de una preparación para un grupo comando, las más resistentes se convertirán en guardabosques “akashinga”, las “valientes” en lengua shona.

Son valientes en más de un modo. Primero porque se tendrán que enfrentar con cazadores ilegales armados hasta los dientes. Segundo porque son supervivientes: víctimas de violencias sexuales, huérfanas por el Sida, madres solteras o mujeres abandonadas. Quieren volver a tener el destino en sus manos.

Chiyevedzo Mutero fue golpeada por su suegra hasta que dio un portazo y se divorció. Hoy cría sola a su hija.

“Mi marido está en Sudáfrica y ni siquiera me envía dinero. Pero estoy aquí para tener los medios para criar a mi hija”, afirma con decisión.

Esta madre soltera de 22 años participa con unas 160 mujeres en una competencia de varios días, muy exigente en los planos físico y mental que incluye flexiones, carrera y largas caminatas bajo el calor, en la región Phundundu, al norte de Zimbabue.

Durante un ejercicio de lucha, Chiyevedzo se rompe un dedo. Pero rechaza que tengan lástima de ella. Se coloca una venda y regresa con sus compañeras.

“Estoy feliz. Es la razón por la cual no lloro. Intento convertirme en una Akashinga”, explica.

El programa fue creado por Damien Mander, un exsoldado del ejército australiano que, tras pasar tres años en el frente iraquí, quien hoy dirige la Fundación Internacional contra la Caza Ilegal (IAPF).

“Intentamos crear una oportunidad para las mujeres más marginadas en una de las regiones más duras y en uno de los países más pobres del continente”, cuenta Mander, de 39 años.

NO ES UNA CUESTIÓN DE BÍCEPS

“No queríamos gente con un currículum extraordinario. Queríamos combatientes”, continúa el hombre con chaqueta kaki, pantalón al tono y descalzo.

El pasado de estas mujeres a las que la vida no trató con cariño se vuelve algo fructífero en el frente contra la caza ilegal. “Estas chicas saben trabajar”, confirma uno de los entrenadores zimbabuenses, Paul Wilson,un exmilitar. “Están acostumbradas a andar largas distancias con bidones de 20 litros de agua sobre la cabeza, a pasar el día trabajando la tierra, a transportar grandes pilas de troncos”.

“La mayoría de la gente piensa que ser guardabosques es un trabajo de hombre porque creen que los hombres son más fuertes que las mujeres”, afirma Juliana Murumbi, surgida de la primera promoción formada en 2017. “Pero creo que somos iguales. Al fin y al cabo puedo hacer lo mismo que ellos”.

“Hacer que se aplique la ley no es una cuestión de bíceps y disparos”, agrega Mander. “Se trata más bien de crear relaciones y vínculos de largo plazo con las comunidades”, dice, precisando que las mujeres tienen la “capacidad de apaciguar naturalmente las tensiones”.

Las candidatas preseleccionadas son oriundas de la zona a la que serán enviadas a trabajar.

En esta región de Zimbabue se mataron ocho mil elefantes desde principios de siglo. Pero desde el despliegue de las primeras guardabosques en 2017, los casos de caza ilegal cayeron 80 por ciento.

Círculos

No tienes pretextos para visitar estos museos en Semana Santa

Los recintos de La Paz mantienen sus horarios habituales para el disfrute del arte y la cultura

Policiaca

Farmacias vendían irregularmente medicamentos controlados

Ocho farmacias fueron suspendidas en su totalidad, y en 10 suspendieron las actividades de forma parcial

Municipios

Excursiones más populares por hacer en La Paz en Semana Santa

Te dejamos algunas rutas y recorridos guiados que han sido catalogados como los mejores del corazón de Baja California Sur

Círculos

Agenda por teléfono para vacunar a tus gatitos

La cita es este 30 de marzo; solo habrá 20 vacunas de leucemia e inmunodeficiencia felina

Municipios

No te metas a la playa sin antes conocer estas recomendaciones

No descuidar a los infantes aun cuando sepan nadar, es una de las principales recomendaciones

Círculos

Reservaciones en Airbnb y hoteles alcanzan hasta el 90% de ocupación

El precio promedio por noche en alojamientos ofrecidos por Airbnb en la zona centro de La Paz es de más de 1,000 pesos