/ jueves 18 de marzo de 2021

Participa UABCS en programa de monitoreo del águila pescadora

Al ser un depredador tope puede proporcionar información importante para el estudio de determinado hábitat

La Paz, Baja California Sur, (OEM-Informex).- El Laboratorio de Aves de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), en colaboración con ESSA, Pronatura Noroeste y Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, participa en un programa de monitoreo continuo sobre la biología reproductiva del águila pescadora, a fin de poder utilizar la información como indicador de la salud de la población y, a su vez, del ecosistema para detectar cambios e interpretar a qué se encuentran asociados.

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Dicha especie es un ave rapaz única que puede alcanzar los 58 centímetros de largo y un peso de entre 1.3 y 1.8 kilogramos. Prácticamente se puede observar en cualquier parte del mundo, con excepción de la Antártida, y uno de los principales factores que contribuyen a esta amplia distribución es la abundancia de ambientes adecuados en los que puede encontrar su principal dieta, los peces vivos, ya sea en zonas costeras como marismas, estuarios, lagunas, así como en lagos interiores, ríos y embalses.

Según sugieren los investigadores Víctor Ayala Pérez, Nallely Arce, Manuel Carlos García y Katia Gutiérrez, integrantes del Laboratorio de Aves UABCS, el águila pescadora es un depredador tope, es decir, se encuentra en la cima de la red alimentaria, y por consiguiente es considerado un buen centinela biológico.

Esto quiere decir que la especie es indicadora de las condiciones o de la calidad del hábitat y vulnerable a cualquier cambio, por ello su monitoreo puede ayudar en la evaluación de cierto territorio o área de interés biológico.

Según sugieren los expertos, entre las décadas de los 60 y 70 sus poblaciones se vieron muy afectadas de manera global por el uso excesivo de pesticidas organoclorados, principalmente de aquellos relacionados al DDT (diclorodifeniltricloroetano), cuyo efecto provoca una deficiente fijación de calcio en el cascarón de los huevos, ocasionando que estos últimos sean tan frágiles que se rompan durante la incubación por el peso del ave adulta.

En este contexto, el águila pescadora desempeñó un papel fundamental en la identificación de este agente como una amenaza importante para los ecosistemas acuáticos, lo que a su vez ocasionó la prohibición o restricción de su uso en diferentes partes del mundo.

Todo ello incentivó a que se realizaran diferentes estudios relacionados con su biología y ecología en diferentes regiones de su distribución y numerosos esfuerzos con fines de conservación, proceso que agregó una enorme cantidad de información científica, al grado que actualmente se considera una de las aves rapaces más y mejores estudiadas.

Otras de las características del águila pescadora que menciona el grupo científico es la construcción de sus nidos, que, en ambientes naturales, suele hacerlo en lo alto de acantilados, árboles o cardones, y en raras excepciones directamente sobre el suelo, cuando no existen depredadores naturales, como es el caso de las islas. No obstante, también suelen utilizar diferentes estructuras artificiales, tales como postes eléctricos y de teléfono, boyas, chimeneas, torres de navegación.

Los nidos son construidos principalmente con palos y posteriormente forrados con material blando como musgo o vegetación suave como pasto marino seco o marismas, aunque en ambientes urbanos suelen integrar elementos derivados de la actividad humana como telas, bolsas, cuerdas o botellas de plástico, lo que en ocasiones puede representar un problema para las crías.

Tanto Víctor Ayala, Nallely Arce, Manuel Carlos García como Katia Gutiérrez indican que, comúnmente, las densidades de anidación son muy bajas, aunque sí se han registrado algunos casos numerosos.

Al respecto, mencionan que la colonia reproductiva con la densidad más alta conocida para esta especie en todo el mundo se ubicaba en Isla Ballena, dentro de la Laguna San Ignacio, BCS, en donde históricamente se llegaron a contabilizar hasta 143 parejas reproductivas, la mayoría de las cuales construían sus nidos directamente en el suelo. Sin embargo, a principios del siglo XXI esta colonia disminuyó sustancialmente y sólo se registraron tres nidos activos, lo cual se atribuye en principio al ingreso de coyotes a las islas.

Otra zona importante para la reproducción del águila pescadora en la entidad es el complejo de humedales de Guerrero Negro. En dicha localidad, se sabe que únicamente anidaba en las islas de la laguna Ojo de Liebre, donde en 1943 se registraron 27 parejas reproductivas.

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Pero a finales de la época y principios de este siglo, se observó un crecimiento de casi 400%, contabilizándose hasta 130 parejas reproductivas. Este notorio incremento parece estar asociado con la disponibilidad de sitios artificiales de anidación, relacionados con el crecimiento del poblado de Guerrero Negro y el establecimiento de la compañía Exportadora de Sal (ESSA), empresa que además colocó estructuras artificiales de anidación como estrategia de conservación.

Este incremento de la población en la zona sugiere que las águilas pescadoras se beneficiaron del aprovisionamiento intencional, al igual que del no intencional, pues les proporcionó sustratos de anidación.

La Paz, Baja California Sur, (OEM-Informex).- El Laboratorio de Aves de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), en colaboración con ESSA, Pronatura Noroeste y Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, participa en un programa de monitoreo continuo sobre la biología reproductiva del águila pescadora, a fin de poder utilizar la información como indicador de la salud de la población y, a su vez, del ecosistema para detectar cambios e interpretar a qué se encuentran asociados.

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Dicha especie es un ave rapaz única que puede alcanzar los 58 centímetros de largo y un peso de entre 1.3 y 1.8 kilogramos. Prácticamente se puede observar en cualquier parte del mundo, con excepción de la Antártida, y uno de los principales factores que contribuyen a esta amplia distribución es la abundancia de ambientes adecuados en los que puede encontrar su principal dieta, los peces vivos, ya sea en zonas costeras como marismas, estuarios, lagunas, así como en lagos interiores, ríos y embalses.

Según sugieren los investigadores Víctor Ayala Pérez, Nallely Arce, Manuel Carlos García y Katia Gutiérrez, integrantes del Laboratorio de Aves UABCS, el águila pescadora es un depredador tope, es decir, se encuentra en la cima de la red alimentaria, y por consiguiente es considerado un buen centinela biológico.

Esto quiere decir que la especie es indicadora de las condiciones o de la calidad del hábitat y vulnerable a cualquier cambio, por ello su monitoreo puede ayudar en la evaluación de cierto territorio o área de interés biológico.

Según sugieren los expertos, entre las décadas de los 60 y 70 sus poblaciones se vieron muy afectadas de manera global por el uso excesivo de pesticidas organoclorados, principalmente de aquellos relacionados al DDT (diclorodifeniltricloroetano), cuyo efecto provoca una deficiente fijación de calcio en el cascarón de los huevos, ocasionando que estos últimos sean tan frágiles que se rompan durante la incubación por el peso del ave adulta.

En este contexto, el águila pescadora desempeñó un papel fundamental en la identificación de este agente como una amenaza importante para los ecosistemas acuáticos, lo que a su vez ocasionó la prohibición o restricción de su uso en diferentes partes del mundo.

Todo ello incentivó a que se realizaran diferentes estudios relacionados con su biología y ecología en diferentes regiones de su distribución y numerosos esfuerzos con fines de conservación, proceso que agregó una enorme cantidad de información científica, al grado que actualmente se considera una de las aves rapaces más y mejores estudiadas.

Otras de las características del águila pescadora que menciona el grupo científico es la construcción de sus nidos, que, en ambientes naturales, suele hacerlo en lo alto de acantilados, árboles o cardones, y en raras excepciones directamente sobre el suelo, cuando no existen depredadores naturales, como es el caso de las islas. No obstante, también suelen utilizar diferentes estructuras artificiales, tales como postes eléctricos y de teléfono, boyas, chimeneas, torres de navegación.

Los nidos son construidos principalmente con palos y posteriormente forrados con material blando como musgo o vegetación suave como pasto marino seco o marismas, aunque en ambientes urbanos suelen integrar elementos derivados de la actividad humana como telas, bolsas, cuerdas o botellas de plástico, lo que en ocasiones puede representar un problema para las crías.

Tanto Víctor Ayala, Nallely Arce, Manuel Carlos García como Katia Gutiérrez indican que, comúnmente, las densidades de anidación son muy bajas, aunque sí se han registrado algunos casos numerosos.

Al respecto, mencionan que la colonia reproductiva con la densidad más alta conocida para esta especie en todo el mundo se ubicaba en Isla Ballena, dentro de la Laguna San Ignacio, BCS, en donde históricamente se llegaron a contabilizar hasta 143 parejas reproductivas, la mayoría de las cuales construían sus nidos directamente en el suelo. Sin embargo, a principios del siglo XXI esta colonia disminuyó sustancialmente y sólo se registraron tres nidos activos, lo cual se atribuye en principio al ingreso de coyotes a las islas.

Otra zona importante para la reproducción del águila pescadora en la entidad es el complejo de humedales de Guerrero Negro. En dicha localidad, se sabe que únicamente anidaba en las islas de la laguna Ojo de Liebre, donde en 1943 se registraron 27 parejas reproductivas.

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Pero a finales de la época y principios de este siglo, se observó un crecimiento de casi 400%, contabilizándose hasta 130 parejas reproductivas. Este notorio incremento parece estar asociado con la disponibilidad de sitios artificiales de anidación, relacionados con el crecimiento del poblado de Guerrero Negro y el establecimiento de la compañía Exportadora de Sal (ESSA), empresa que además colocó estructuras artificiales de anidación como estrategia de conservación.

Este incremento de la población en la zona sugiere que las águilas pescadoras se beneficiaron del aprovisionamiento intencional, al igual que del no intencional, pues les proporcionó sustratos de anidación.

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