Por Gerardo Gurrola Santiago
Mientras las colonias del centro reciben recolección de basurahasta cinco veces al día, lo que resulta muy molesto a susmoradores pues los camiones trasiegan a toda hora con sus motoresruidosos y el compactador a todo uso, allá, en el oriente de laciudad, donde están los habitantes de la zona popular, continúancon servicio una vez a la semana y casos graves de vez en cuandopara quienes viven pegados al bordo y que se ven obligados a usarcomo tiradero.
Al referir lo anterior, las señoras inconformes manifestaronque el servicio debe ser uniforme, constante pero sin desperdiciode combustible y horas hombre pues a veces los tambos estánvacíos porque apenas dos horas antes los descargaron e,igualmente, pasan por un lado de la calle y regresan por el otropara enseguida hacer el cruce en paralelo con la misma operaciónde ida y vuelta -como si se anduvieran paseando-, “pues una cosaes tener limpia la calle y otra derrochar el recursopúblico”.
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En las colonias están montones y montones de basura, se lesnota lo añejo, nadie los levanta, afean banquetas y obstaculizanel paso pero es como si no existieran; pasan los días, los meses,los años y parecen ya como infames monumentos a la desidia.
Según la señora Ramona Romero, nunca se ha visto un verdaderointerés ecológico porque esas oficinas municipales fueronelefante blanco y lo siguen siendo y, por otro lado, ServiciosPúblicos es elitista y se concentra en las áreas “popof”,marginando al “populacho”.