Apenas se asoma la Semana Santa y la playa emblemática de La Paz, Balandra, ya luce llena de vida con la concurrencia de cientos de bañistas y la presencia de vendedores, carros y accesorios para la playa.
Patrimonio de la Humanidad, declarado por la Unesco
En los siguientes días, principalmente fines de semanas, toda la orilla de la playa estará cubierta de turistas y residentes que decidirán hacer una pausa en su rutina o aprovechar sus vacaciones para pasar un agradable día familiar en la playa. Éstos inundarán el espacio con sus sombrillas, mesas y sus inflables, o bien ocuparán las palapas en donde instalan sus comidas, toallas, hieleras, etc.
A partir del estacionamiento de la playa se encuentran coloridos productos llevados por vendedores ambulantes para ofrecer al mercado bañista, sobre todo abundan las frutas, el agua de coco, las botanas como Tostilocos, Sabritas, cacahuates, etc., y también pareos, sombreros, aretes, collares, tatuajes, etc.
Finalmente, otra de las cosas que atrae los bañistas a Balandra y que es un gran problema actualmente son los carros y la incapacidad del estacionamiento de albergarlos a todos.
El estacionamiento de la playa Balandra es muy pequeño y obliga a los conductores a acomodarse en una fila interminable a los costados de la carretera que conecta a la ciudad de La Paz con las playas, es decir la carretera a Pichilingue. Este estacionamiento improvisado es todo un espectáculo y brinda una idea a todo aquel que va llegando de la cantidad de personas que se encuentran en la playa, además de que obliga a las personas a caminar una gran distancia.
Todos estos elementos abonan a la naturaleza de esta bella playa, inyectándole vida y mucho dinamismo.
Balandra, por ser una playa muy pequeña, proporciona una experiencia acogedora para los bañistas. Mayra Carrizales