/ viernes 23 de agosto de 2019

La Agenda 20-30 (2030)

En el año 2000, los países de la ONU concertaron la agenda global 2000-2015, cuya finalidad se centró en la realización de acciones conjuntas para, entre otros temas, lograr la reducción de la pobreza, la disminución de la mortandad materno-infantil, así como de los asesinatos de menores de edad, flagelos que ya en aquella época se contaban en estadísticas con cifras escalofriantes

Si bien la historia documentada y la métrica respecto a los resultados de este concierto internacional de voluntades habla de que se cumplieron las metas en números aceptables, la realidad es que se dejó de incluir en ésta temas por demás trascendentes como la contaminación de nuestro planeta y la brecha de género. Ante la inminencia de que estos últimos temas fueron situándose en la agenda mundial como temas ineludibles, en un marco de globalización, derivado de compromisos convencionales en el año 2011 en nuestro país hubo de elevarse a rango constitucional los derechos humanos, entre los cuales con carácter fundamental se explicitaron el derecho a un medio ambiente sano y a una vida digna, lo que desde luego constituyó el preámbulo para que México jugara un papel fundamental en la construcción de la agenda 2030, que viene a completar la visión de la agenda previa, pues el impulso que desde hace un poco más de 11 años aproximadamente nuestro país dio a esta agenda ha sido ampliamente reconocido y celebrado; Así, se puede concluir que la agenda 2030 es un modelo de desarrollo que apuesta por la sustentabilidad, es una agenda para todas y todos que abarca objetivos para un desarrollo sostenible pleno, de ahí su integralidad, pues pone a las personas y su bienestar en el centro del debate, el fin que persigue es “no dejar a nadie atrás”, por tanto su aplicación tiene correlación con todos los temas que le son importantes a un país y al mundo en su conjunto; constituye un instrumento metodológico para posicionar el desarrollo sostenible en el corazón de la planeación, es pues, un plan de acción global de naturaleza trasformadora porque requiere visiones alternativas a las formas tradicionales y descansa en tres enfoque sustantivos: visión social, económica y medio ambiental.

La importancia de esta agenda sin precedentes es, que ha sido un ejercicio resultado de una concertación multinacional, su diseño expreso habla de que trascenderá sexenios y colores partidistas, su centro es “la vida misma de las personas y los sistemas”, bajo la óptica de que todo está interrelacionado y además, versa sobre un eje fundamental: la aceptación de que nos encontramos en una contingencia climática, de que el cambio climático es irreversible por lo que debemos establecer de forma conjunta líneas de resiliencia para vivir en las nuevas condiciones de vida donde ya no podemos hablar de tierra y mares sanos, de establecer formas de mitigación de los daños actuales del medio ambiente y de los medios de adaptabilidad para cada contexto.

La importancia de este instrumento metodológico, hoja de ruta o programa, radica en que debe tenerse presente en todo acto de gobierno, entendido desde la división tripartita del poder público, en este caso del estado mexicano; en el caso del poder legislativo, tanto local como federal, trabajar con enfoque 20-30 es trabajar en la construcción de productos legislativos con un enfoque de derechos humanos en un ambiente de integralidad es decir, al plantear una iniciativa que promueva una nueva norma o que plantee la supresión o modificación de otra, debe plantearse un esquema que considere la armonización de todas las normas que confluyan al fin último de la idea, pues en su contextualización amplia deberá considerar los propios principios rectores de esta agenda: Universalidad, Integralidad, el beneficio de todos y especialmente de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, responsabilidad compartida, el respeto al medio ambiente, la prosperidad entendida en la tesitura de que todos podemos alcanzar el bienestar, la Paz y la rendición de cuentas.

Definitivamente las implicaciones de la agenda 2030 requerirán de facto un cambio general de paradigmas, la estatura del reto se antoja de nivel mayor, empero no existe forma de eludir este compromiso multilateral, pues solo tenemos un planeta y hemos llegado al momento de sumar nuestro empeño en trabajar para revertir el daño ambiental al que de uno u otro modo, por acción u omisión, todos hemos contribuido.

Cuando escuché que resulta imperativo trabajar con enfoque 20-30 en el poder Legislativo y me aboqué a estudiar que implicaba ésta, realmente no tenía una visión de conjunto, conforme he ido avanzando en el análisis del tema y he podido dimensionar medianamente lo que ello representa, dado que engloba una visión lato sensu, me planteo si esta visión es compartida por los integrantes de la 64 legislatura, realmente hago votos porque así sea.

Diputa federal por el Partido del Trabajo

Fungió como secretaria general del IEE de BCS

ruth.garcia@diputados.gob.mx.

En el año 2000, los países de la ONU concertaron la agenda global 2000-2015, cuya finalidad se centró en la realización de acciones conjuntas para, entre otros temas, lograr la reducción de la pobreza, la disminución de la mortandad materno-infantil, así como de los asesinatos de menores de edad, flagelos que ya en aquella época se contaban en estadísticas con cifras escalofriantes

Si bien la historia documentada y la métrica respecto a los resultados de este concierto internacional de voluntades habla de que se cumplieron las metas en números aceptables, la realidad es que se dejó de incluir en ésta temas por demás trascendentes como la contaminación de nuestro planeta y la brecha de género. Ante la inminencia de que estos últimos temas fueron situándose en la agenda mundial como temas ineludibles, en un marco de globalización, derivado de compromisos convencionales en el año 2011 en nuestro país hubo de elevarse a rango constitucional los derechos humanos, entre los cuales con carácter fundamental se explicitaron el derecho a un medio ambiente sano y a una vida digna, lo que desde luego constituyó el preámbulo para que México jugara un papel fundamental en la construcción de la agenda 2030, que viene a completar la visión de la agenda previa, pues el impulso que desde hace un poco más de 11 años aproximadamente nuestro país dio a esta agenda ha sido ampliamente reconocido y celebrado; Así, se puede concluir que la agenda 2030 es un modelo de desarrollo que apuesta por la sustentabilidad, es una agenda para todas y todos que abarca objetivos para un desarrollo sostenible pleno, de ahí su integralidad, pues pone a las personas y su bienestar en el centro del debate, el fin que persigue es “no dejar a nadie atrás”, por tanto su aplicación tiene correlación con todos los temas que le son importantes a un país y al mundo en su conjunto; constituye un instrumento metodológico para posicionar el desarrollo sostenible en el corazón de la planeación, es pues, un plan de acción global de naturaleza trasformadora porque requiere visiones alternativas a las formas tradicionales y descansa en tres enfoque sustantivos: visión social, económica y medio ambiental.

La importancia de esta agenda sin precedentes es, que ha sido un ejercicio resultado de una concertación multinacional, su diseño expreso habla de que trascenderá sexenios y colores partidistas, su centro es “la vida misma de las personas y los sistemas”, bajo la óptica de que todo está interrelacionado y además, versa sobre un eje fundamental: la aceptación de que nos encontramos en una contingencia climática, de que el cambio climático es irreversible por lo que debemos establecer de forma conjunta líneas de resiliencia para vivir en las nuevas condiciones de vida donde ya no podemos hablar de tierra y mares sanos, de establecer formas de mitigación de los daños actuales del medio ambiente y de los medios de adaptabilidad para cada contexto.

La importancia de este instrumento metodológico, hoja de ruta o programa, radica en que debe tenerse presente en todo acto de gobierno, entendido desde la división tripartita del poder público, en este caso del estado mexicano; en el caso del poder legislativo, tanto local como federal, trabajar con enfoque 20-30 es trabajar en la construcción de productos legislativos con un enfoque de derechos humanos en un ambiente de integralidad es decir, al plantear una iniciativa que promueva una nueva norma o que plantee la supresión o modificación de otra, debe plantearse un esquema que considere la armonización de todas las normas que confluyan al fin último de la idea, pues en su contextualización amplia deberá considerar los propios principios rectores de esta agenda: Universalidad, Integralidad, el beneficio de todos y especialmente de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, responsabilidad compartida, el respeto al medio ambiente, la prosperidad entendida en la tesitura de que todos podemos alcanzar el bienestar, la Paz y la rendición de cuentas.

Definitivamente las implicaciones de la agenda 2030 requerirán de facto un cambio general de paradigmas, la estatura del reto se antoja de nivel mayor, empero no existe forma de eludir este compromiso multilateral, pues solo tenemos un planeta y hemos llegado al momento de sumar nuestro empeño en trabajar para revertir el daño ambiental al que de uno u otro modo, por acción u omisión, todos hemos contribuido.

Cuando escuché que resulta imperativo trabajar con enfoque 20-30 en el poder Legislativo y me aboqué a estudiar que implicaba ésta, realmente no tenía una visión de conjunto, conforme he ido avanzando en el análisis del tema y he podido dimensionar medianamente lo que ello representa, dado que engloba una visión lato sensu, me planteo si esta visión es compartida por los integrantes de la 64 legislatura, realmente hago votos porque así sea.

Diputa federal por el Partido del Trabajo

Fungió como secretaria general del IEE de BCS

ruth.garcia@diputados.gob.mx.