/ jueves 12 de septiembre de 2019

El fundador de la UABCS

Hace días se develó en la Universidad Autónoma de Baja California Sur el busto en bronce de su fundador, el exgobernador Lic. Ángel César Mendoza Arámburo*. Hecho simbólico en varios sentidos: como homenaje a un impulsor decidido de la educación superior en la entidad, como gratitud a la memoria de quien sembró tan extraordinaria semilla y como recordatorio, para quienes estamos vinculados a esa institución, de que el compromiso contraído no es sólo con la universidad y el desarrollo de sus funciones sustantivas, sino con la sociedad a la que nos debemos y razón de ser de su fundación.

Decía Joaquim María Machado de Assis que la única verdadera tragedia en este mundo es no nacer; es decir, que la vida es el regalo más maravilloso. Pero la vida impone también ciclos implacables: es un viaje que termina tarde o temprano. Y ante la ausencia física de un gobernador querido por su pueblo, queda la memoria como un espacio de resistencia sensorial para que quienes no tuvieron la fortuna de conocerlo, pero son beneficiarios de su obra y de su legado, reconozcan al menos los rasgos fijos en el bronce de quien hizo de su fructífera vida una razón para servir a los demás. Don Ángel César Mendoza Arámburo fue un político que, más allá de su carisma y bonhomía, supo tomarle el pulso a la sociedad, lo tradujo y lo convirtió en acciones duraderas.

A la distancia sabemos que vislumbró e impulsó, lo que en aquel momento era un ambicioso proyecto educativo que parecía un sueño: la fundación de instituciones educativas que serían lo que son hoy, el pilar de la educación superior del estado. Si bien es cierto que nuestra universidad fue el eje de ese proyecto y a la postre, motivo de orgullo personal para Don Ángel César, también lo es que junto con la universidad nacieron el Cibnor, el Cicimar, el Tecnológico de La Paz, la UPN y la Escuela Normal Superior. Una obra, desde cualquier ángulo, monumental.

Me atrevo a sugerir que es necesario y pertinente aquilatar en su justa dimensión este trascendente legado. Y no hablo en lo absoluto de culto a la personalidad, porque si algo distinguió al Lic. Mendoza Arámburo fue precisamente su rechazo en vida a cualquier tipo de homenaje que aludiera a lo que él consideraba, con sincera modestia, una obligación como gobernante.

Hoy podemos distinguir con nitidez que su gobierno estuvo marcado, en todo momento, por un profundo humanismo; por una convicción que lo acompañó toda su existencia: que no hay mejor herencia, personal y social, que una educación que respete los valores esenciales del ser humano y despierten en cada persona el sentido de pertenencia y el cariño y aprecio por el lugar en el que se vive.

Hoy podemos valorar también por qué la fundación de la Universidad Autónoma de Baja California Sur le producía un sentimiento inocultable de orgullo: porque además de ser un espacio de oportunidades reales para miles de jóvenes, entraña de igual manera un patrimonio espiritual de toda la sociedad. La universidad pública es el lugar en donde los sueños y el esfuerzo se traducen en proyectos de vida, pero también en donde la inteligencia debe nutrirse de valores inmateriales como la solidaridad y la fraternidad. Don Ángel César Mendoza Arámburo siempre supo que construía un lugar para el cultivo del conocimiento y de la preservación de la cultura, y al mismo tiempo un espacio para el ejercicio de la libertad, de la pluralidad, del disenso y del respeto mutuo. Por ello su aportación a esta entidad es invaluable, nos dejó un patrimonio que trasciende la infraestructura física: nos dio una razón de vida: educar integralmente para forjar mejores personas y, con ello, mejores sociedades.

El reconocimiento de la comunidad universitaria es modesto, pero sincero e incluye a su respetable familia, en especial a quien fue su compañera de vida, la señora Luz Davis Garayzar, a quien se le recuerda incansable y solidaria y quien fue, sin duda, la principal aliada y el soporte emocional del hombre de estado que admiramos y reconocemos.

La Universidad Autónoma de Baja California Sur es hoy día una institución sólida que porta con orgullo la responsabilidad de ser la máxima casa de estudios de la entidad. Así la imaginó Don Ángel César Mendoza Arámburo y así debemos mantenerla por el bien de la sociedad sudcaliforniana.

Profesor- investigador / UABCS

dante@uabcs.mx

*Hombre ejemplar

Don Ángel César Mendoza Arámburo fue un político que, más allá de su carisma y bonhomía, supo tomarle el pulso a la sociedad, lo tradujo y lo convirtió en acciones duraderas

Hace días se develó en la Universidad Autónoma de Baja California Sur el busto en bronce de su fundador, el exgobernador Lic. Ángel César Mendoza Arámburo*. Hecho simbólico en varios sentidos: como homenaje a un impulsor decidido de la educación superior en la entidad, como gratitud a la memoria de quien sembró tan extraordinaria semilla y como recordatorio, para quienes estamos vinculados a esa institución, de que el compromiso contraído no es sólo con la universidad y el desarrollo de sus funciones sustantivas, sino con la sociedad a la que nos debemos y razón de ser de su fundación.

Decía Joaquim María Machado de Assis que la única verdadera tragedia en este mundo es no nacer; es decir, que la vida es el regalo más maravilloso. Pero la vida impone también ciclos implacables: es un viaje que termina tarde o temprano. Y ante la ausencia física de un gobernador querido por su pueblo, queda la memoria como un espacio de resistencia sensorial para que quienes no tuvieron la fortuna de conocerlo, pero son beneficiarios de su obra y de su legado, reconozcan al menos los rasgos fijos en el bronce de quien hizo de su fructífera vida una razón para servir a los demás. Don Ángel César Mendoza Arámburo fue un político que, más allá de su carisma y bonhomía, supo tomarle el pulso a la sociedad, lo tradujo y lo convirtió en acciones duraderas.

A la distancia sabemos que vislumbró e impulsó, lo que en aquel momento era un ambicioso proyecto educativo que parecía un sueño: la fundación de instituciones educativas que serían lo que son hoy, el pilar de la educación superior del estado. Si bien es cierto que nuestra universidad fue el eje de ese proyecto y a la postre, motivo de orgullo personal para Don Ángel César, también lo es que junto con la universidad nacieron el Cibnor, el Cicimar, el Tecnológico de La Paz, la UPN y la Escuela Normal Superior. Una obra, desde cualquier ángulo, monumental.

Me atrevo a sugerir que es necesario y pertinente aquilatar en su justa dimensión este trascendente legado. Y no hablo en lo absoluto de culto a la personalidad, porque si algo distinguió al Lic. Mendoza Arámburo fue precisamente su rechazo en vida a cualquier tipo de homenaje que aludiera a lo que él consideraba, con sincera modestia, una obligación como gobernante.

Hoy podemos distinguir con nitidez que su gobierno estuvo marcado, en todo momento, por un profundo humanismo; por una convicción que lo acompañó toda su existencia: que no hay mejor herencia, personal y social, que una educación que respete los valores esenciales del ser humano y despierten en cada persona el sentido de pertenencia y el cariño y aprecio por el lugar en el que se vive.

Hoy podemos valorar también por qué la fundación de la Universidad Autónoma de Baja California Sur le producía un sentimiento inocultable de orgullo: porque además de ser un espacio de oportunidades reales para miles de jóvenes, entraña de igual manera un patrimonio espiritual de toda la sociedad. La universidad pública es el lugar en donde los sueños y el esfuerzo se traducen en proyectos de vida, pero también en donde la inteligencia debe nutrirse de valores inmateriales como la solidaridad y la fraternidad. Don Ángel César Mendoza Arámburo siempre supo que construía un lugar para el cultivo del conocimiento y de la preservación de la cultura, y al mismo tiempo un espacio para el ejercicio de la libertad, de la pluralidad, del disenso y del respeto mutuo. Por ello su aportación a esta entidad es invaluable, nos dejó un patrimonio que trasciende la infraestructura física: nos dio una razón de vida: educar integralmente para forjar mejores personas y, con ello, mejores sociedades.

El reconocimiento de la comunidad universitaria es modesto, pero sincero e incluye a su respetable familia, en especial a quien fue su compañera de vida, la señora Luz Davis Garayzar, a quien se le recuerda incansable y solidaria y quien fue, sin duda, la principal aliada y el soporte emocional del hombre de estado que admiramos y reconocemos.

La Universidad Autónoma de Baja California Sur es hoy día una institución sólida que porta con orgullo la responsabilidad de ser la máxima casa de estudios de la entidad. Así la imaginó Don Ángel César Mendoza Arámburo y así debemos mantenerla por el bien de la sociedad sudcaliforniana.

Profesor- investigador / UABCS

dante@uabcs.mx

*Hombre ejemplar

Don Ángel César Mendoza Arámburo fue un político que, más allá de su carisma y bonhomía, supo tomarle el pulso a la sociedad, lo tradujo y lo convirtió en acciones duraderas