/ lunes 26 de noviembre de 2018

Mi reencuentro con Bruno Bichir

La cita era a las 10 de la mañana, estaba nerviosa, iba a entrevistar a Bruno Bichir y me sentía Salma Hayek en una escena de El callejón de los milagros...

Hace 20 años entrevisté a Bruno Bichir para el periódico Uno más Uno, me prestó dos fotografías que me encargó muchísimo. Aquella entrevista que le hice en 1998 jamás pudo ser publicada, esa misma semana me corrieron del periódico Uno más Uno donde trabajaba y no alcancé a entregar la nota. Me enredé con la historia, era una entrevista muy larga y yo una reportera muy novata, recién salida de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Esta es la historia de mi reencuentro con Bruno quien vino a La Paz, Baja California Sur a presentar la obra de teatro El tigre, de Darío Fo, el pasado 22 de noviembre del 2018.


Tuve mucha suerte, después de una función maravillosa donde hizo reír y rugir a los más de mil paceños que abarrotaron el teatro de la Ciudad, nos fuimos a cenar, le regresé sus fotos y allí tuve la entrevista más entrañable en mis 21 años como periodista. Posee una dualidad inaudita: Aquella grandeza en el escenario y una fragilidad extraña que te hace querer abrazarlo cuando lo tienes cerca. Sus ojitos -inteligentes e hipersensibles sobre mí- me trajeron de vuelta aquella vieja sensación: yo era la protagonista de mi propia historia de amor con Bruno Bichir, el más guapo galán que existe en mi mundo y el mejor actor mexicano de su generación.

UN DÓLAR PARA BRUNO

Me hubiera gustado ser un boxeador, un escritor o tal vez un perfecto vagoBruno Bichir.

La cita era a las 10 de la mañana, estaba nerviosa, iba a entrevistar a Bruno Bichir y me sentía Salma Hayek en una escena de El callejón de los milagros. Las doce campanadas de Santa Catarina, la iglesia de Coyoacán me hicieron comprender algo: ¡me dejó plantado este cabrón! Desilusionada intenté abordar un taxi pero venía ocupado, de él descendió Bruno; al reconocerme me comió a besos y disculpas, volví a sentirme Salma. Iniciamos una conversación de casi dos horas.

Bruno Bichir comenzó su carrera a los 6 años, no fue muy difícil ya que sus padres al llegar de Torreón, Coahuila, donde se conocieron, empezaron a hacer teatro. Montaban comedia del arte, teatro clásico, o el don Juan Tenorio. Tuvieron tres hijos, Odiseo, Demián y Bruno: "Era muy divertido viajar con ellos, entrar a un mundo de adultos perfectamente lúdico e infantil, como lo es el mundo de la creación, y prolongar un juego con mis papás, con sus amigos, convivir con una serie de señores absolutamente desquiciados que se ponían hacer cosas de payasos”.

El olor del vestuario, jugar con las espadas, los sombreros, las capas, le dio la sensación de haber crecido en un circo: "A mis hermanos y a mí nos tocó dormir en la butaca ocho mientras corría el ensayo general de una obra de mi papá. Conocíamos los pasadizos del teatro, los pasos de gato, las cajas, los camerinos, las bodegas, las butacas, las trampillas y nos divertíamos como enanos. El amor me vino de las partidas de madre que mi papá se metía cuando dirigía teatro, al verlo fumar y fumar horas hasta la madrugada corrigiendo, tachando croquis, libretos, apuntando en sus maquetas".

En algún momento llamaron al más grande de los hermanos Bichir para actuar en un programa de televisión que se convirtió en una serie que se transmitía por Canal 13: “Se llamaba Nosotros los niños, le preguntaron a mis papás que si yo podía hacer una pequeña cena caracterizado como el hermano de Pulgarcito, Luis Gimeno era Geppetto”. La imagen de esa primera actuación quedó grabada en su memoria con una sensación de ensueño en colores pasteles. La fascinación que le provocó al Bruno- niño ver como su papá jugaba, al verlo llegar a una hora precisa, cumplir ciertos puntos rigurosos, empezar un ensayo con toda seriedad aunque fuera una comedia, le causó una impresión un poco extraña frente al juego. Los amigos de sus padres Fernando Balzaretti, Héctor Bonilla, César Bono, Manuel "Flaco" Ibáñez, Octavio Galindo, José Alonso, grandes actores y ejemplos a seguir lo impulsaron a pensar: "De grande quiero ser como los amigos de mi papá, ponerme un abrigo que no es el mío, unos zapatos rarísimos, me encantaban verlos pintándose una barba que no tenían, oírlos decir cosas que normalmente no decían, además me guiñaban el ojo para que supiera que era ficción".

El niño regordete, cachetón y de pelo lacio hizo de todo: fotonovelas, algunos comerciales tortuosos dónde lo hacían comer chícharos con mayonesa. "Si no salía la toma tenía que repetirla, y yo de chiquitín de plano ya no quería comer nada; los odié porque cuando vi el comercial me di cuenta que finalmente el niño que escogieron era güerito, cabello chino, ojo azul como el principito y pensé: ¡entonces para qué fui! Precozmente descubrí que toda la publicidad está dirigida a gente que no es mexicana.

A los 9 años hizo una obra de teatro infantil llamada El soldadito de plomo, versión musical protagonizada por su hermano Demián, dirigida y producida por Karina Duprez, con música de Miguel Ángel Infante: “Después vino mucho teatro ya que la Compañía Nacional de Teatro, se dedicó a montar producciones muy grandes, la mayoría clásicas, donde se requería mucho personal, le dieron trabajo a mucha gente, aglutinaron a un equipo de actores que en su momento no fueron bien vistos por un grupo muy selecto de universitarios. Ofelia Guilmein, Alma Muriel José Alonso, Carlos Ancira (QEPD) a los cuales les aprendí muchísimo”. “Yo no tuve una formación estudiantil, no estudié teatro, pero si me puedo jactar al decir que mis maestros han sido Luis de Tavira, José Solei, José Tamayo, José Quintero, con ellos trabajé y aprendí y justamente por la culpa tan grande que tengo por la falta de formación Universitaria he sido muy obsesivo en aprender, en buscar libros, en buscar entrevistas, en ver los trabajos de los compañeros, de los maestros y estar dispuesto a ser un pendejo y empezar otra vez”.

BRUNO Y LA TELEVISIÓN

Finalmente la televisión y yo no nos hemos llevado muy bien.

Hubo un momento cuando yo era niño actor que hice mucha televisión. En Televisa grababa dos telenovelas al mismo tiempo; una se llamaba la venganza con Helena Rojo y Enrique Lizalde y otra, la Ladronzuela con Macaria, corría de foro a foro y me cambiaba en el camino. En el Once hice Teatros en atriles, lecturas de obras en atril, lecturas de obras en atril semi interpretadas y Teatro al aire Libre, que eran puestas en escena para televisión de obras clásicas de teatro. Ahí trabajé con Fernando Balzaretti y Julio Castillo. También Canastas de cuentos mexicanos y varios programas educativos. “Conforme fui creciendo me fueron llamando menos y empecé a ser más teatro, fue la etapa de la compañía Nacional de Teatro y eventualmente regresé con algunos programas unitarios como Mujer casos de la vida real, un programa con Enrique Cuenca "el Polivoz" en su personaje de Paco Eco, me disfrazaron de su hijo.

Cuando llegué a la adolescencia no tuve mucha suerte y mi regreso fue a partir de una teleserie llamada amor por televisión, producida por Imevision lo que era el Canal 13 y 7. Fue una serie de 60 capítulos muy padre, de Malugo Acuja, con dirección de Alejandro Gamboa. Prácticamente hicimos televisión como cine, a dos cámaras con grabadoras, casi todo en locación. La telenovela hacía una parodia de las telenovelas: yo era el hijo rockanrolero y mi papá en la serie trabajaba como galán de telenovelas y yo renegaba de él; mi súper brother era Roberto Sosa. Fue una historia de chavos y chavas y en ese momento "competimos" contra quinceañera, obviamente nadie nos vio, ya que nadie veía el 13 y el 7. El trabajo de cualquier forma fue muy gozoso y me permitió acercarme a la televisión nuevamente.

“En 1989 fui a hacer casting a Televisa pero me dijeron: tú no puedes trabajar en esta empresa porque está saliendo en otro canal, lo arreglaron, y me quedé en la telenovela Morir para vivir, con la dirección de Benjamín Cann y producción de Ana Martín, con Claudia Ramírez, Susana Dosamantes, Silvia Mariscal, Eduardo Capetillo, Erick Rubín, Otto Sirgo, Claudia Fernández, Anna Silvetti. Debido a que la telenovela fue un proyecto telenovelero distinto al que usualmente se trabaja en Televisa, tanto el director como algunos de sus actores fueron puestos en una lista negra, sin ser propiamente vetados. A mí me valió madres ya que estaba haciendo teatro, además entre al CCC a estudiar dirección”.

Después de esa telenovela lo llamaron para hacer Rojo amanecer y después participó en Drácula con dirección y producción de Rafael Sánchez Navarro, con Diana Bracho, Sergio Jiménez y José Alonso: “En esta etapa dejé de ser niño actor y me convertí en actor, fueron tres años muy intensos (87-90) y luego después de la telenovela me vetaron tres años, mismos que me pasé haciendo teatro. Finalmente me llamaron para hacer una telenovela, en un personaje equis y no lo acepté. Me preguntaron si iba a rechazar una telenovela por una obra de teatro y les dije que sí. “No me volvieron a llamar, pero como actor me asenté; aprendí a llamarle a las cosas por su nombre, me volví loquito, un loco consciente, empecé a arriesgar más cosas, como que antes tiraba para todas partes y a partir de ese momento me marqué ciertos objetivos u obsesiones definidas. Luego hice una telenovela llamada Sueño de amor, con Angélica Rivera, Omar Fierro, Cynthia Klitbo, José Rendón como productor y director, que no fue muy afortunado, y pasaron otros 3 años para hacer La culpa, mi última telenovela. De eso han pasado más de dos años.

“Ha sido difícil lograr que el teatro o el cine se conviertan en un sustento de vida, PERO YO SÍ PUDE VIVIR, vivo feliz, sin un sueldo espectacular. En el cine uno no gana tanto como quisiera, pero tiene un prestigio y una satisfacción muy grande y es un medio fabuloso y la televisión llega el momento que no te da esas cosas. Si en este país se hiciera más cine y si en el teatro el público respondiera mejor, nadie de los actores que hacen teatro o cine harían televisión. La televisión está destinada como en Estados Unidos a que las telenovelas las hagan los bonitos, aunque sean pésimos actores, la mayoría con historias profundamente cursis.

“Yo sigo en Televisa porque estoy contratado como actor exclusivo, pero si me dan elegir prefiero hacer una escena en una película de Arturo Ripstein que una telenovela completa. No me siento ningún pinche galán, si alguien dice: -No es que Bruno debería protagonizar alguna telenovela y ser el galán de Edith González- si me llaman, sí me interesa, si se oye padre pues le entro pero como no ha sucedido y finalmente el top es el ser el protagonista y ser galán. En cambio, en cine puedo ser el protagonista sin ser galán, pues me quedo con el cine. Si en el momento que me llamen para ser un protagónico en televisión donde el reparto es bueno, el director es interesante y el proyecto súper atractivo, no lo voy a pensar dos veces; claro que le entro, si no estoy loco ni tampoco soy un mamón.

“Ahora sí me quieren dejar de pagar, pues que lo hagan, de hecho un día les dije está muy bien que me paguen, pero me gusta trabajar, me gusta ganar por trabajar, ofrézcanme algo como lo que me ofrecen en teatro o en cine. Llámenme para algo mejor en tele porque el medio es más pinche, porque es más padre hacer una película, es más divertido, más disfrutable, serio, riguroso y arriesgado. “A lo mejor después de esta entrevista en Televisa se dan cuenta y dicen para que le estamos pagando a este huevón, porque lo que le ofrecemos no le gusta y no lo quiere hacer. La hemos estado pendejeando vamos a hacer algo padre con este güey, pero como no sucede, y a mí me da una tremenda hueva, me mantengo muy ocupado, sin dormir y con pesadillas levantando una película, que llevo 7 años levantando porque eso sí es algo importante para mí, comprenderás que mi energía, mi visión de la vida, mis ganas de trabajar y de arriesgar están en otra parte.

“Estoy muy feliz haciendo lo que quiero hacer, yo a la tele ni le estorbo, por eso siguen trayendo a los venezolanos, a los argentinos, que me cae muy bien, eso es lo que quieren, mejor sigan dándole trabajo al cantante o al modelo. Antes yo protestaba, me sentía dejado indignado, ahorita ya no, porque ya tengo un proyecto mío. Y qué bueno que haya trabajo para tanto modelo desempleado. No estoy renegando de toda la televisión, Ojalá que toda la televisión fuera como la que está haciendo Argos y más, ojalá que la televisión que se hace en México fuera como la que hace la BBC de Londres”.

BRUNO Y EL CINE MEXICANO

Deprimido ante el cine mexicano porque se hacen tres películas al año, no se considera desencantado: “El cine mexicano, por un proyecto de película que se esté preparando, ya no digamos por una que se esté filmando, EXISTE. Me deprime que no exista una industria, que sea tan difícil lograr una película, pero definitivamente el cine mexicano -aunque contradiga a varios- no está muerto. Los que piensan así es porque tiene una actitud derrotista y cómoda, estamos jodidos pero hay que meterle ganas".

Aproximadamente 20 películas integran la filmografía de Bruno Bichir. El anzuelo, Rojo amanecer, Frida, Mariana, Mariana, El patrullero, Principio y fin, El Callejón de los milagros, El jardín del Edén: “Trabajos a los cuales les tengo mucho amor, últimamente participé en El evangelio de las Maravillas de Arturo Ripstein, película invitada al festival de Canes, que probablemente está lista para mayo. Son varios los protagonistas: Flor Eduarda Gurrola, Katty Jurado, Paco Rabal, Patricia Reyes Espíndola, Rafael Inclán, Rafael Velasco, Julieta egurrola, Marta Aura y la revelación de la película llamado Rodrigo Ostap.

“También tengo dos proyectos propios: Crónica de un desayuno que es una película basada en una obra de teatro, escrita por Jesús González Dávila, mejor conocido por su obra "De la calle" que montó Julio Castillo y protagonizó Roberto Sosa. Dirigida por Benjamín Cann, María Rojo, Fabiana Perzabal, con trece personajes más en la obra, más un mundo apocalíptico alrededor que refuerza dramáticamente lo que está ocurriendo en la interior de la casa. El circo, la decadencia,y adentro una familia haciéndose pedazos, pero al día siguiente llegan a comer como si nada. “Soy el productor y hago un personaje, tenemos el apoyo de Imcine, de la iniciativa privada, de varios patrocinadores. La película va a estar muy bien cobijada, con oportunidad de publicitarle debidamente. Es un filme profundamente personal, lo que la gente quiere ver, es una película de autor, pero igualmente taquillera. Se trata de que traspase la pantalla, de que guste y emocione a la gente, que le mueva el corazón. No es una película cara, pero tampoco es barata”.

Bichir tiene muchas ilusiones considera que esta película va a ser fuerte, pero confía en el público, quiere forzarlo para que estire sus emociones y su cabeza. “El siguiente proyecto que quiero dirigir es Sótanos en el cual mis dos hermanos, Odiseo y Demián, van a ser los protagonistas. Dos burócratas del asesinato, dos hampones o matones a sueldo pero de corbata, que están esperando en un edificio semi abandonado para subir al penhouse y matar a un cabrón. Basada en una obra de teatro de Jesús González Dávila, en la historia no se sabe ni a quién matarán ni cuándo; son tres personajes, una chava y dos chavos. La mujer los mete a su cuarto, porque anda medio cachondona, pero nunca llega la orden. La metáfora es que alguien que está fuera del país da las órdenes, moviendo los hilos desde otro lado”.

MAESTRO BRUNO

Da clases en la escuela de Patricia Reyes Espíndola, la Stalintablas. El taller se llama El actor y la cámara: “Es muy necesario, nadie te enseña tu relación con la cámara; le estoy ahorrando a alguien dos o tres regaños, frustraciones, desconciertos. En doce clases construiremos la experiencia para saber qué pasa al llegar a un close up, destaparse para que la luz te ilumine; son de esas pendejadas técnicas tan necesarias para que las cosas fluyan distintas, ya que el cine se trabaja fragmentado, empiezas haciendo el final y mañana otro pedazo de la escena; totalmente distinto al teatro donde el ritmo anímico es más energético y emotivo”.

QUE LA NACIÓN ME LO DEMANDE

Bruno aprovecha esta entrevista para protestar ante las injusticias de Chiapas: “Los indígenas son bondadosos, preciosos, por eso protesto. Además de participar en las marchas, me parece profundamente vergonzoso que se quiera tapar el sol con un dedo. Existimos muchos mexicanos que creemos que la lucha de resistencia que se está llevando a cabo en Chiapas. Los indígenas se están defendiendo de lo injusto y de lo inhumano; no tienen que pedir perdón de nada. Debemos devolver a los indígenas un poquito de lo que les hemos quitado a punto de ignorancia, de maldad y de olvido”, finalizó.


Hace 20 años entrevisté a Bruno Bichir para el periódico Uno más Uno, me prestó dos fotografías que me encargó muchísimo. Aquella entrevista que le hice en 1998 jamás pudo ser publicada, esa misma semana me corrieron del periódico Uno más Uno donde trabajaba y no alcancé a entregar la nota. Me enredé con la historia, era una entrevista muy larga y yo una reportera muy novata, recién salida de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Esta es la historia de mi reencuentro con Bruno quien vino a La Paz, Baja California Sur a presentar la obra de teatro El tigre, de Darío Fo, el pasado 22 de noviembre del 2018.


Tuve mucha suerte, después de una función maravillosa donde hizo reír y rugir a los más de mil paceños que abarrotaron el teatro de la Ciudad, nos fuimos a cenar, le regresé sus fotos y allí tuve la entrevista más entrañable en mis 21 años como periodista. Posee una dualidad inaudita: Aquella grandeza en el escenario y una fragilidad extraña que te hace querer abrazarlo cuando lo tienes cerca. Sus ojitos -inteligentes e hipersensibles sobre mí- me trajeron de vuelta aquella vieja sensación: yo era la protagonista de mi propia historia de amor con Bruno Bichir, el más guapo galán que existe en mi mundo y el mejor actor mexicano de su generación.

UN DÓLAR PARA BRUNO

Me hubiera gustado ser un boxeador, un escritor o tal vez un perfecto vagoBruno Bichir.

La cita era a las 10 de la mañana, estaba nerviosa, iba a entrevistar a Bruno Bichir y me sentía Salma Hayek en una escena de El callejón de los milagros. Las doce campanadas de Santa Catarina, la iglesia de Coyoacán me hicieron comprender algo: ¡me dejó plantado este cabrón! Desilusionada intenté abordar un taxi pero venía ocupado, de él descendió Bruno; al reconocerme me comió a besos y disculpas, volví a sentirme Salma. Iniciamos una conversación de casi dos horas.

Bruno Bichir comenzó su carrera a los 6 años, no fue muy difícil ya que sus padres al llegar de Torreón, Coahuila, donde se conocieron, empezaron a hacer teatro. Montaban comedia del arte, teatro clásico, o el don Juan Tenorio. Tuvieron tres hijos, Odiseo, Demián y Bruno: "Era muy divertido viajar con ellos, entrar a un mundo de adultos perfectamente lúdico e infantil, como lo es el mundo de la creación, y prolongar un juego con mis papás, con sus amigos, convivir con una serie de señores absolutamente desquiciados que se ponían hacer cosas de payasos”.

El olor del vestuario, jugar con las espadas, los sombreros, las capas, le dio la sensación de haber crecido en un circo: "A mis hermanos y a mí nos tocó dormir en la butaca ocho mientras corría el ensayo general de una obra de mi papá. Conocíamos los pasadizos del teatro, los pasos de gato, las cajas, los camerinos, las bodegas, las butacas, las trampillas y nos divertíamos como enanos. El amor me vino de las partidas de madre que mi papá se metía cuando dirigía teatro, al verlo fumar y fumar horas hasta la madrugada corrigiendo, tachando croquis, libretos, apuntando en sus maquetas".

En algún momento llamaron al más grande de los hermanos Bichir para actuar en un programa de televisión que se convirtió en una serie que se transmitía por Canal 13: “Se llamaba Nosotros los niños, le preguntaron a mis papás que si yo podía hacer una pequeña cena caracterizado como el hermano de Pulgarcito, Luis Gimeno era Geppetto”. La imagen de esa primera actuación quedó grabada en su memoria con una sensación de ensueño en colores pasteles. La fascinación que le provocó al Bruno- niño ver como su papá jugaba, al verlo llegar a una hora precisa, cumplir ciertos puntos rigurosos, empezar un ensayo con toda seriedad aunque fuera una comedia, le causó una impresión un poco extraña frente al juego. Los amigos de sus padres Fernando Balzaretti, Héctor Bonilla, César Bono, Manuel "Flaco" Ibáñez, Octavio Galindo, José Alonso, grandes actores y ejemplos a seguir lo impulsaron a pensar: "De grande quiero ser como los amigos de mi papá, ponerme un abrigo que no es el mío, unos zapatos rarísimos, me encantaban verlos pintándose una barba que no tenían, oírlos decir cosas que normalmente no decían, además me guiñaban el ojo para que supiera que era ficción".

El niño regordete, cachetón y de pelo lacio hizo de todo: fotonovelas, algunos comerciales tortuosos dónde lo hacían comer chícharos con mayonesa. "Si no salía la toma tenía que repetirla, y yo de chiquitín de plano ya no quería comer nada; los odié porque cuando vi el comercial me di cuenta que finalmente el niño que escogieron era güerito, cabello chino, ojo azul como el principito y pensé: ¡entonces para qué fui! Precozmente descubrí que toda la publicidad está dirigida a gente que no es mexicana.

A los 9 años hizo una obra de teatro infantil llamada El soldadito de plomo, versión musical protagonizada por su hermano Demián, dirigida y producida por Karina Duprez, con música de Miguel Ángel Infante: “Después vino mucho teatro ya que la Compañía Nacional de Teatro, se dedicó a montar producciones muy grandes, la mayoría clásicas, donde se requería mucho personal, le dieron trabajo a mucha gente, aglutinaron a un equipo de actores que en su momento no fueron bien vistos por un grupo muy selecto de universitarios. Ofelia Guilmein, Alma Muriel José Alonso, Carlos Ancira (QEPD) a los cuales les aprendí muchísimo”. “Yo no tuve una formación estudiantil, no estudié teatro, pero si me puedo jactar al decir que mis maestros han sido Luis de Tavira, José Solei, José Tamayo, José Quintero, con ellos trabajé y aprendí y justamente por la culpa tan grande que tengo por la falta de formación Universitaria he sido muy obsesivo en aprender, en buscar libros, en buscar entrevistas, en ver los trabajos de los compañeros, de los maestros y estar dispuesto a ser un pendejo y empezar otra vez”.

BRUNO Y LA TELEVISIÓN

Finalmente la televisión y yo no nos hemos llevado muy bien.

Hubo un momento cuando yo era niño actor que hice mucha televisión. En Televisa grababa dos telenovelas al mismo tiempo; una se llamaba la venganza con Helena Rojo y Enrique Lizalde y otra, la Ladronzuela con Macaria, corría de foro a foro y me cambiaba en el camino. En el Once hice Teatros en atriles, lecturas de obras en atril, lecturas de obras en atril semi interpretadas y Teatro al aire Libre, que eran puestas en escena para televisión de obras clásicas de teatro. Ahí trabajé con Fernando Balzaretti y Julio Castillo. También Canastas de cuentos mexicanos y varios programas educativos. “Conforme fui creciendo me fueron llamando menos y empecé a ser más teatro, fue la etapa de la compañía Nacional de Teatro y eventualmente regresé con algunos programas unitarios como Mujer casos de la vida real, un programa con Enrique Cuenca "el Polivoz" en su personaje de Paco Eco, me disfrazaron de su hijo.

Cuando llegué a la adolescencia no tuve mucha suerte y mi regreso fue a partir de una teleserie llamada amor por televisión, producida por Imevision lo que era el Canal 13 y 7. Fue una serie de 60 capítulos muy padre, de Malugo Acuja, con dirección de Alejandro Gamboa. Prácticamente hicimos televisión como cine, a dos cámaras con grabadoras, casi todo en locación. La telenovela hacía una parodia de las telenovelas: yo era el hijo rockanrolero y mi papá en la serie trabajaba como galán de telenovelas y yo renegaba de él; mi súper brother era Roberto Sosa. Fue una historia de chavos y chavas y en ese momento "competimos" contra quinceañera, obviamente nadie nos vio, ya que nadie veía el 13 y el 7. El trabajo de cualquier forma fue muy gozoso y me permitió acercarme a la televisión nuevamente.

“En 1989 fui a hacer casting a Televisa pero me dijeron: tú no puedes trabajar en esta empresa porque está saliendo en otro canal, lo arreglaron, y me quedé en la telenovela Morir para vivir, con la dirección de Benjamín Cann y producción de Ana Martín, con Claudia Ramírez, Susana Dosamantes, Silvia Mariscal, Eduardo Capetillo, Erick Rubín, Otto Sirgo, Claudia Fernández, Anna Silvetti. Debido a que la telenovela fue un proyecto telenovelero distinto al que usualmente se trabaja en Televisa, tanto el director como algunos de sus actores fueron puestos en una lista negra, sin ser propiamente vetados. A mí me valió madres ya que estaba haciendo teatro, además entre al CCC a estudiar dirección”.

Después de esa telenovela lo llamaron para hacer Rojo amanecer y después participó en Drácula con dirección y producción de Rafael Sánchez Navarro, con Diana Bracho, Sergio Jiménez y José Alonso: “En esta etapa dejé de ser niño actor y me convertí en actor, fueron tres años muy intensos (87-90) y luego después de la telenovela me vetaron tres años, mismos que me pasé haciendo teatro. Finalmente me llamaron para hacer una telenovela, en un personaje equis y no lo acepté. Me preguntaron si iba a rechazar una telenovela por una obra de teatro y les dije que sí. “No me volvieron a llamar, pero como actor me asenté; aprendí a llamarle a las cosas por su nombre, me volví loquito, un loco consciente, empecé a arriesgar más cosas, como que antes tiraba para todas partes y a partir de ese momento me marqué ciertos objetivos u obsesiones definidas. Luego hice una telenovela llamada Sueño de amor, con Angélica Rivera, Omar Fierro, Cynthia Klitbo, José Rendón como productor y director, que no fue muy afortunado, y pasaron otros 3 años para hacer La culpa, mi última telenovela. De eso han pasado más de dos años.

“Ha sido difícil lograr que el teatro o el cine se conviertan en un sustento de vida, PERO YO SÍ PUDE VIVIR, vivo feliz, sin un sueldo espectacular. En el cine uno no gana tanto como quisiera, pero tiene un prestigio y una satisfacción muy grande y es un medio fabuloso y la televisión llega el momento que no te da esas cosas. Si en este país se hiciera más cine y si en el teatro el público respondiera mejor, nadie de los actores que hacen teatro o cine harían televisión. La televisión está destinada como en Estados Unidos a que las telenovelas las hagan los bonitos, aunque sean pésimos actores, la mayoría con historias profundamente cursis.

“Yo sigo en Televisa porque estoy contratado como actor exclusivo, pero si me dan elegir prefiero hacer una escena en una película de Arturo Ripstein que una telenovela completa. No me siento ningún pinche galán, si alguien dice: -No es que Bruno debería protagonizar alguna telenovela y ser el galán de Edith González- si me llaman, sí me interesa, si se oye padre pues le entro pero como no ha sucedido y finalmente el top es el ser el protagonista y ser galán. En cambio, en cine puedo ser el protagonista sin ser galán, pues me quedo con el cine. Si en el momento que me llamen para ser un protagónico en televisión donde el reparto es bueno, el director es interesante y el proyecto súper atractivo, no lo voy a pensar dos veces; claro que le entro, si no estoy loco ni tampoco soy un mamón.

“Ahora sí me quieren dejar de pagar, pues que lo hagan, de hecho un día les dije está muy bien que me paguen, pero me gusta trabajar, me gusta ganar por trabajar, ofrézcanme algo como lo que me ofrecen en teatro o en cine. Llámenme para algo mejor en tele porque el medio es más pinche, porque es más padre hacer una película, es más divertido, más disfrutable, serio, riguroso y arriesgado. “A lo mejor después de esta entrevista en Televisa se dan cuenta y dicen para que le estamos pagando a este huevón, porque lo que le ofrecemos no le gusta y no lo quiere hacer. La hemos estado pendejeando vamos a hacer algo padre con este güey, pero como no sucede, y a mí me da una tremenda hueva, me mantengo muy ocupado, sin dormir y con pesadillas levantando una película, que llevo 7 años levantando porque eso sí es algo importante para mí, comprenderás que mi energía, mi visión de la vida, mis ganas de trabajar y de arriesgar están en otra parte.

“Estoy muy feliz haciendo lo que quiero hacer, yo a la tele ni le estorbo, por eso siguen trayendo a los venezolanos, a los argentinos, que me cae muy bien, eso es lo que quieren, mejor sigan dándole trabajo al cantante o al modelo. Antes yo protestaba, me sentía dejado indignado, ahorita ya no, porque ya tengo un proyecto mío. Y qué bueno que haya trabajo para tanto modelo desempleado. No estoy renegando de toda la televisión, Ojalá que toda la televisión fuera como la que está haciendo Argos y más, ojalá que la televisión que se hace en México fuera como la que hace la BBC de Londres”.

BRUNO Y EL CINE MEXICANO

Deprimido ante el cine mexicano porque se hacen tres películas al año, no se considera desencantado: “El cine mexicano, por un proyecto de película que se esté preparando, ya no digamos por una que se esté filmando, EXISTE. Me deprime que no exista una industria, que sea tan difícil lograr una película, pero definitivamente el cine mexicano -aunque contradiga a varios- no está muerto. Los que piensan así es porque tiene una actitud derrotista y cómoda, estamos jodidos pero hay que meterle ganas".

Aproximadamente 20 películas integran la filmografía de Bruno Bichir. El anzuelo, Rojo amanecer, Frida, Mariana, Mariana, El patrullero, Principio y fin, El Callejón de los milagros, El jardín del Edén: “Trabajos a los cuales les tengo mucho amor, últimamente participé en El evangelio de las Maravillas de Arturo Ripstein, película invitada al festival de Canes, que probablemente está lista para mayo. Son varios los protagonistas: Flor Eduarda Gurrola, Katty Jurado, Paco Rabal, Patricia Reyes Espíndola, Rafael Inclán, Rafael Velasco, Julieta egurrola, Marta Aura y la revelación de la película llamado Rodrigo Ostap.

“También tengo dos proyectos propios: Crónica de un desayuno que es una película basada en una obra de teatro, escrita por Jesús González Dávila, mejor conocido por su obra "De la calle" que montó Julio Castillo y protagonizó Roberto Sosa. Dirigida por Benjamín Cann, María Rojo, Fabiana Perzabal, con trece personajes más en la obra, más un mundo apocalíptico alrededor que refuerza dramáticamente lo que está ocurriendo en la interior de la casa. El circo, la decadencia,y adentro una familia haciéndose pedazos, pero al día siguiente llegan a comer como si nada. “Soy el productor y hago un personaje, tenemos el apoyo de Imcine, de la iniciativa privada, de varios patrocinadores. La película va a estar muy bien cobijada, con oportunidad de publicitarle debidamente. Es un filme profundamente personal, lo que la gente quiere ver, es una película de autor, pero igualmente taquillera. Se trata de que traspase la pantalla, de que guste y emocione a la gente, que le mueva el corazón. No es una película cara, pero tampoco es barata”.

Bichir tiene muchas ilusiones considera que esta película va a ser fuerte, pero confía en el público, quiere forzarlo para que estire sus emociones y su cabeza. “El siguiente proyecto que quiero dirigir es Sótanos en el cual mis dos hermanos, Odiseo y Demián, van a ser los protagonistas. Dos burócratas del asesinato, dos hampones o matones a sueldo pero de corbata, que están esperando en un edificio semi abandonado para subir al penhouse y matar a un cabrón. Basada en una obra de teatro de Jesús González Dávila, en la historia no se sabe ni a quién matarán ni cuándo; son tres personajes, una chava y dos chavos. La mujer los mete a su cuarto, porque anda medio cachondona, pero nunca llega la orden. La metáfora es que alguien que está fuera del país da las órdenes, moviendo los hilos desde otro lado”.

MAESTRO BRUNO

Da clases en la escuela de Patricia Reyes Espíndola, la Stalintablas. El taller se llama El actor y la cámara: “Es muy necesario, nadie te enseña tu relación con la cámara; le estoy ahorrando a alguien dos o tres regaños, frustraciones, desconciertos. En doce clases construiremos la experiencia para saber qué pasa al llegar a un close up, destaparse para que la luz te ilumine; son de esas pendejadas técnicas tan necesarias para que las cosas fluyan distintas, ya que el cine se trabaja fragmentado, empiezas haciendo el final y mañana otro pedazo de la escena; totalmente distinto al teatro donde el ritmo anímico es más energético y emotivo”.

QUE LA NACIÓN ME LO DEMANDE

Bruno aprovecha esta entrevista para protestar ante las injusticias de Chiapas: “Los indígenas son bondadosos, preciosos, por eso protesto. Además de participar en las marchas, me parece profundamente vergonzoso que se quiera tapar el sol con un dedo. Existimos muchos mexicanos que creemos que la lucha de resistencia que se está llevando a cabo en Chiapas. Los indígenas se están defendiendo de lo injusto y de lo inhumano; no tienen que pedir perdón de nada. Debemos devolver a los indígenas un poquito de lo que les hemos quitado a punto de ignorancia, de maldad y de olvido”, finalizó.


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El hombre identificado como Rogelio Núñez, fue sacado a la fuerza por personas encapuchadas de un domicilio

Local

Proponen prisión y multa a quien obstaculice la orientación sexual

La propuesta excluye a profesionistas en psicología o psiquiatría que les sea solicitado algún tratamiento por “distrofia de género”