/ lunes 1 de octubre de 2018

Estudiantes del 68 fueron callados, pero no los libros sobre la masacre

Los primeros en escribir del movimiento estudiantil fueron los integrantes del Comité de Intelectuales, Artistas y Escritores, liderados por José Revueltas e instaurado en agosto de 1968

Hace 50 años el silencio y la sangre reinaron la noche del 2 de octubre en Tlatelolco. Con disparos, los estudiantes fueron callados, pero su historia no. Muchos fueron los intelectuales que se opusieron a las medidas del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

Los primeros en escribir del movimiento estudiantil fueron los integrantes del Comité de Intelectuales, Artistas y Escritores, liderados por José Revueltas e instaurado en agosto de 1968. En sus filas estaba Juan Rulfo, Carlos Monsiváis, Manuel Felguérez, entre otros, quienes redactaron reseñas, crónicas y análisis del Consejo Nacional de Huelga, así como de sus demandas. Después de la trágica matanza, el terrible hecho no quedó en el olvido.

Los siguientes años comenzaría la publicación de una serie de libros basados en los sucesos de esa tarde, convirtiendo así al 2 de octubre en uno de los hechos más oscuros de la historia de nuestro país, y dándole más sentido a la palabra Tlatelolco, que en náhuatl significa montón de tierra.

Fue con ensayos, obras de teatro, novelas, poesía y crónicas que los intelectuales se manifestaron en contra de las acciones del gobierno mexicano del 2 de octubre y dejaron en duda la versión de una revolución liderada por los estudiantes.

Dos autores redactaron su testimonio desde la cárcel.

El Palacio Negro

Muchos fueron los detenidos antes y después del 2 de octubre, entre ellos había líderes del CNH, profesores y muchos estudiantes.

Ahí se encontraba José Revueltas, encarcelado por incitar al movimiento. Desde la cárcel de Lecumberri escribió México 68: Juventud y revolución, publicada en 1978 como obra póstuma. En ella, Revueltas reflexiona acerca del movimiento, presentando documentos, apuntes, notas, cartas y críticas abiertas al gobierno.

A la obra de Revueltas, se le suma el primer libro de Luis González de Alba, un estudiante de psicología de la UNAM que fue detenido el 2 de octubre en Tlatelolco y llevado a la cárcel. Durante los dos años que pasó recluido, escribió Los días y los años, publicada en 1971.

La musa

Alicira Soust Scaffo, un personaje casi olvidado en su país natal, Uruguay, es recordado con mucho cariño por los mexicanos. Fue maestra, poetisa y amiga de los escritores León Felipe, Juan José Arreola, José Revueltas y Roberto Bolaño, y del director de orquesta Eduardo Mata, así como ayudante del pintor Rufino Tamayo. Su figura aguerrida la seguiría por mucho tiempo, e incluso fue inmortalizada por Roberto Bolaño en sus obras Detectives salvajes y Amuleto.

De igual forma, Vicente Leñero la recuerda en su libro Historias del 68. En ella se ve cómo reprodujo en la radio comunitaria el disco Voz viva de León Felipe, recitando sus poemas mientras militares sitiaban la UNAM. Se sabe que se escondió en los baños de la torre de Humanidades por 12 días sobreviviendo con agua y papel de baño. El poeta Rubén Bonifaz Nuño, quien en ese entonces era coordinador de Humanidades, recorrió la zona junto con Miguel León Portilla y la encontró casi moribunda.

La poesía

Los poetas, por su parte, empezaron a reclamar desde sus versos lo ocurrido la tarde que tiñó de sangre Tlatelolco. El primero en alzar la voz fue Octavio Paz con su poema México: Olimpiada de 1968 y con ella presentó su renuncia a la embajada de la India.

A él, se le sumaron poetas como Margarita Paz Paredes con su Canto a la juventud, Paco Ignacio Taibo con Septiembre y Elsa Cross con A quien corresponda, un resumen de las protestas que culminaron en la noche de Tlatelolco. Rosario Castellanos, Jaime Sabines, José Carlos Becerra, Eduardo Santos y Juan Bañuelos mostraron con sus versos el dolor de los muertos y de los vivos, el horror de lo vivido esa tarde.

“...esparcidos están los cabellos, / destechadas las casas, / enrojecidos sus muros. / Gusanos pululan por calles y plazas/ y en las paredes están salpicados los sesos…”, escribe Juan Bañuelos en su poema No consta en actas, publicado a finales de 1968 en el suplemento de la revista Siempre!

La primera novela

Dentro de toda la extensa gama de libros, resalta uno en particular por considerarse como la primera novela registrada, muchos consideran como falsa porque está basada en el supuesto diario de uno de los líderes del Consejo Nacional de Huelga, llamado El móndrigo, y que el libro lleva el mismo nombre. De acuerdo con la editorial Alba Roja, el cuerpo del líder fue encontrado con el manuscrito en el edificio Chihuahua el 2 de octubre. El libro publicado en 1969 en sí, presenta una tesis que da a entender que los estudiantes sí pretendían arrebatarle el poder al gobierno, sin embargo, aún se desconoce su autoría ni su financiamiento.

A esta novela le siguieron una larga lista, entre las que destacan El gran solitario de Palacio de René Avilés Fabila, El infierno de todos tan temido de Luis Carrión Beltrán, Palinuro de México de Fernando del Paso, Si muero lejos de ti de Jorge Aguilar Mora, Los símbolos transparentes de Gonzalo Martré, Muertes de Aurora de Gerardo de la Torre, Juegos de invierno de Rafael Solana, Los octubres de Otoño de Martha Robles, Los testigos de Emma Prieto, Héroes convocados de Paco Ignacio Taibo II, Con él, conmigo, con nosotros tres de María Luisa Mendoza.

Asimismo, crónicas como La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, Días de Guardar de Carlos Monsiváis, Tiempo de hablar de José Revueltas, Eduardo Valle y Álvarez Garín, Libertad bajo protesta de Heberto Castillo y muchos más. A 50 años de esa trágica noche, la literatura sigue publicando mediante metáforas, críticas y ficción una cruda realidad que vivieron no solo los estudiantes, sino todo México.



Hace 50 años el silencio y la sangre reinaron la noche del 2 de octubre en Tlatelolco. Con disparos, los estudiantes fueron callados, pero su historia no. Muchos fueron los intelectuales que se opusieron a las medidas del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.

Los primeros en escribir del movimiento estudiantil fueron los integrantes del Comité de Intelectuales, Artistas y Escritores, liderados por José Revueltas e instaurado en agosto de 1968. En sus filas estaba Juan Rulfo, Carlos Monsiváis, Manuel Felguérez, entre otros, quienes redactaron reseñas, crónicas y análisis del Consejo Nacional de Huelga, así como de sus demandas. Después de la trágica matanza, el terrible hecho no quedó en el olvido.

Los siguientes años comenzaría la publicación de una serie de libros basados en los sucesos de esa tarde, convirtiendo así al 2 de octubre en uno de los hechos más oscuros de la historia de nuestro país, y dándole más sentido a la palabra Tlatelolco, que en náhuatl significa montón de tierra.

Fue con ensayos, obras de teatro, novelas, poesía y crónicas que los intelectuales se manifestaron en contra de las acciones del gobierno mexicano del 2 de octubre y dejaron en duda la versión de una revolución liderada por los estudiantes.

Dos autores redactaron su testimonio desde la cárcel.

El Palacio Negro

Muchos fueron los detenidos antes y después del 2 de octubre, entre ellos había líderes del CNH, profesores y muchos estudiantes.

Ahí se encontraba José Revueltas, encarcelado por incitar al movimiento. Desde la cárcel de Lecumberri escribió México 68: Juventud y revolución, publicada en 1978 como obra póstuma. En ella, Revueltas reflexiona acerca del movimiento, presentando documentos, apuntes, notas, cartas y críticas abiertas al gobierno.

A la obra de Revueltas, se le suma el primer libro de Luis González de Alba, un estudiante de psicología de la UNAM que fue detenido el 2 de octubre en Tlatelolco y llevado a la cárcel. Durante los dos años que pasó recluido, escribió Los días y los años, publicada en 1971.

La musa

Alicira Soust Scaffo, un personaje casi olvidado en su país natal, Uruguay, es recordado con mucho cariño por los mexicanos. Fue maestra, poetisa y amiga de los escritores León Felipe, Juan José Arreola, José Revueltas y Roberto Bolaño, y del director de orquesta Eduardo Mata, así como ayudante del pintor Rufino Tamayo. Su figura aguerrida la seguiría por mucho tiempo, e incluso fue inmortalizada por Roberto Bolaño en sus obras Detectives salvajes y Amuleto.

De igual forma, Vicente Leñero la recuerda en su libro Historias del 68. En ella se ve cómo reprodujo en la radio comunitaria el disco Voz viva de León Felipe, recitando sus poemas mientras militares sitiaban la UNAM. Se sabe que se escondió en los baños de la torre de Humanidades por 12 días sobreviviendo con agua y papel de baño. El poeta Rubén Bonifaz Nuño, quien en ese entonces era coordinador de Humanidades, recorrió la zona junto con Miguel León Portilla y la encontró casi moribunda.

La poesía

Los poetas, por su parte, empezaron a reclamar desde sus versos lo ocurrido la tarde que tiñó de sangre Tlatelolco. El primero en alzar la voz fue Octavio Paz con su poema México: Olimpiada de 1968 y con ella presentó su renuncia a la embajada de la India.

A él, se le sumaron poetas como Margarita Paz Paredes con su Canto a la juventud, Paco Ignacio Taibo con Septiembre y Elsa Cross con A quien corresponda, un resumen de las protestas que culminaron en la noche de Tlatelolco. Rosario Castellanos, Jaime Sabines, José Carlos Becerra, Eduardo Santos y Juan Bañuelos mostraron con sus versos el dolor de los muertos y de los vivos, el horror de lo vivido esa tarde.

“...esparcidos están los cabellos, / destechadas las casas, / enrojecidos sus muros. / Gusanos pululan por calles y plazas/ y en las paredes están salpicados los sesos…”, escribe Juan Bañuelos en su poema No consta en actas, publicado a finales de 1968 en el suplemento de la revista Siempre!

La primera novela

Dentro de toda la extensa gama de libros, resalta uno en particular por considerarse como la primera novela registrada, muchos consideran como falsa porque está basada en el supuesto diario de uno de los líderes del Consejo Nacional de Huelga, llamado El móndrigo, y que el libro lleva el mismo nombre. De acuerdo con la editorial Alba Roja, el cuerpo del líder fue encontrado con el manuscrito en el edificio Chihuahua el 2 de octubre. El libro publicado en 1969 en sí, presenta una tesis que da a entender que los estudiantes sí pretendían arrebatarle el poder al gobierno, sin embargo, aún se desconoce su autoría ni su financiamiento.

A esta novela le siguieron una larga lista, entre las que destacan El gran solitario de Palacio de René Avilés Fabila, El infierno de todos tan temido de Luis Carrión Beltrán, Palinuro de México de Fernando del Paso, Si muero lejos de ti de Jorge Aguilar Mora, Los símbolos transparentes de Gonzalo Martré, Muertes de Aurora de Gerardo de la Torre, Juegos de invierno de Rafael Solana, Los octubres de Otoño de Martha Robles, Los testigos de Emma Prieto, Héroes convocados de Paco Ignacio Taibo II, Con él, conmigo, con nosotros tres de María Luisa Mendoza.

Asimismo, crónicas como La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, Días de Guardar de Carlos Monsiváis, Tiempo de hablar de José Revueltas, Eduardo Valle y Álvarez Garín, Libertad bajo protesta de Heberto Castillo y muchos más. A 50 años de esa trágica noche, la literatura sigue publicando mediante metáforas, críticas y ficción una cruda realidad que vivieron no solo los estudiantes, sino todo México.



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