La Paz, Baja California Sur.- Quichu, pianista concertista sudcaliforniana me recibe con ese sentido del humor, sencillez y sensación entrañable. Me invita a tomar asiento, mientras me explica el porqué de su apodo, el cual se desprende de su primer nombre, Jesús, a quienes de cariño se les dice “Quichuchitas/os”, pero sus hermanas al no poderlo pronunciar, terminaron nombrando a Jesús Leonor Isais, como Quichu, marcándola de por vida.
VOCACIÓN Y FORMACIÓN
Quichu se considera una persona de oído absoluto, cuya vocación por la música es innata y hereditaria, ya que desde los 3 años inició a tocar el piano y a los 6 años inició en sus clases de música con la instrucción de Juanita Navarro, quien al notar la facilidad que esta tenía con la música, la canalizó prontamente a la Escuela de Música del estado, donde conoció a su maestro de música con quien se instruyó desde los 7 años, Luis Peláez Manríquez, quien era el único maestro egresado del Instituto Nacional de Bellas Artes en aquella época en La Paz, mismo que llegó a considerar a la Quichu como su hija.
AVENTURA
A una edad avanzada, después de innumerables presentaciones y más de 25 años de casada, Quichu decide dar un giro a su vida, se divorcia y recibe la oportunidad de viajar para superarse musicalmente en Viena, en donde se empapó de cultura y experiencias, al mismo tiempo que estudiaba, recibía dinero de sus rentas en México, y se establecía por allá, con un empleo ideal en el Centro de Congresos como pianista; sin embargo, un día una voz la hizo entender que su tiempo en Viena se había terminado y debía regresar a México, y así fue.
A su regreso a La Paz, con 65 años de edad, conoció a su esposo actual, con quien emprendió su nuevo proyecto al cual se dedica actualmente, su propio Centro de Formación Musical “Profesor Luis Peláez Manríquez” el cual dirige con la vitalidad, experiencia, irreverencia, amor y pasión que sus 83 años le permiten.