/ sábado 28 de noviembre de 2020

El Palmarito, Baja California Sur

“Deja que salga la luna”, José Alfredo Jiménez

Seguimos en Otoño, aunque aun hace calor.

Los niños nativos corren tras las cobras entre el monte y en los arroyos secos; la mayoría de las veces, en el atardecer, cuando refresca, estamos en el Palmarito.

Aquí inicia la celebración a lo divino, de una forma orgánica, que luego los misioneros europeos llamaron Camino Real y que creían era parte de una vida mundana que en contraposición tenía mucho de magia.

Sabios y tenaces arqueólogos sin nacionalidad, pero sí con alma california, dejaron como legado estudios donde escribieron que la península de Baja California se hundió y emergió varias veces, por lo que el arte rupestre que vemos plasmado en el horizonte sobre las rocas preciosas fue pintado una y otra vez, a veces encima o agregando algo; tienen 7,000 años por lo menos.

Estamos explorando las pinturas rupestres del estado de Baja California Sur, a una hora del Palmarito, pintadas por los cochimíes.

Estas pinturas son especiales y espaciales por su posición. Es otro gran mural de 13 metros pero vertical.

Dicen los nativos de Santa Martha que quienes pintaron eran gigantes y hacían rituales adorando al sol que sale allá enfrente. Observamos los trazos de una mujer con un tocado y vestido de rayas que porta un penacho. Es interesante, pues en las pinturas rupestres no es la mujer la que predomina claramente.

Cada tipo de panel definió la pintura en esta cueva. En las lagunas hay animales dibujados y viviendo en equilibrio con seres humanos, en otras sólo animales marinos y de tierra. Es como si estos artistas exploradores hubieran querido dejar un legado de la forma de cómo debe vivir el hombre, respetando la naturaleza divina.

Pura ciencia…

Esta herencia rupestre refleja la sabiduría de sus aldeanos que se dice utilizaban la arquiastronomía en solsticios y equinoccios, definiendo así su plan de ruta para vivir. La observación astrológica, como bien sabemos, es parte de nuestra cultura geográfica, lo que da un resultado lleno de mensajes con una simbología sin igual.

Veo un sol y una luna envueltos en un cuerpo celeste uniéndose en un solo cuerpo de aspecto esférico, celestial.

Nuestros artistas rupestres eran cazadores y pescadores con inteligencia espacial, un don que hoy mayoritariamente se ha perdido, pues es justo un don de gigantes. Entiendo entonces por qué el maestro Diego Rivera admiraba la arqueología y de allí emergió su visionario arte mural, obra que se extendió al mundo.

En esta cueva, el borrego de gran cornamenta que quizá era un unicornio se alía con peces y tortugas, como en un juego fantástico donde se encuentran con un tiburón claramente definido. Luego hay un grupo de figuras humanas formadas que parecen hombres, están hombro con hombro en trazos a pinceladas de este arte rupestre.

La brisa en el paisaje natural refresca un poco, como un bálsamo.

Contrario a lo que muchos piensan, claramente es observable que cada trazo no es una ocurrencia, más bien era pura estrategia.

Mitológico lugar para estudiar el origen del hombre, que se dice fue el primer lugar de aldeanos norteamericanos donde MatiPa era el héroe mitológico, y luego fue la Reina Calafia, según las creencias locales más antiguas.

Vamos al riachuelo de al lado para refrescarnos, porque el agua, como simbolizaron los artistas rupestres, es la esencia y vida en el mundo de la creación.

Seguimos en Otoño, aunque aun hace calor.

Los niños nativos corren tras las cobras entre el monte y en los arroyos secos; la mayoría de las veces, en el atardecer, cuando refresca, estamos en el Palmarito.

Aquí inicia la celebración a lo divino, de una forma orgánica, que luego los misioneros europeos llamaron Camino Real y que creían era parte de una vida mundana que en contraposición tenía mucho de magia.

Sabios y tenaces arqueólogos sin nacionalidad, pero sí con alma california, dejaron como legado estudios donde escribieron que la península de Baja California se hundió y emergió varias veces, por lo que el arte rupestre que vemos plasmado en el horizonte sobre las rocas preciosas fue pintado una y otra vez, a veces encima o agregando algo; tienen 7,000 años por lo menos.

Estamos explorando las pinturas rupestres del estado de Baja California Sur, a una hora del Palmarito, pintadas por los cochimíes.

Estas pinturas son especiales y espaciales por su posición. Es otro gran mural de 13 metros pero vertical.

Dicen los nativos de Santa Martha que quienes pintaron eran gigantes y hacían rituales adorando al sol que sale allá enfrente. Observamos los trazos de una mujer con un tocado y vestido de rayas que porta un penacho. Es interesante, pues en las pinturas rupestres no es la mujer la que predomina claramente.

Cada tipo de panel definió la pintura en esta cueva. En las lagunas hay animales dibujados y viviendo en equilibrio con seres humanos, en otras sólo animales marinos y de tierra. Es como si estos artistas exploradores hubieran querido dejar un legado de la forma de cómo debe vivir el hombre, respetando la naturaleza divina.

Pura ciencia…

Esta herencia rupestre refleja la sabiduría de sus aldeanos que se dice utilizaban la arquiastronomía en solsticios y equinoccios, definiendo así su plan de ruta para vivir. La observación astrológica, como bien sabemos, es parte de nuestra cultura geográfica, lo que da un resultado lleno de mensajes con una simbología sin igual.

Veo un sol y una luna envueltos en un cuerpo celeste uniéndose en un solo cuerpo de aspecto esférico, celestial.

Nuestros artistas rupestres eran cazadores y pescadores con inteligencia espacial, un don que hoy mayoritariamente se ha perdido, pues es justo un don de gigantes. Entiendo entonces por qué el maestro Diego Rivera admiraba la arqueología y de allí emergió su visionario arte mural, obra que se extendió al mundo.

En esta cueva, el borrego de gran cornamenta que quizá era un unicornio se alía con peces y tortugas, como en un juego fantástico donde se encuentran con un tiburón claramente definido. Luego hay un grupo de figuras humanas formadas que parecen hombres, están hombro con hombro en trazos a pinceladas de este arte rupestre.

La brisa en el paisaje natural refresca un poco, como un bálsamo.

Contrario a lo que muchos piensan, claramente es observable que cada trazo no es una ocurrencia, más bien era pura estrategia.

Mitológico lugar para estudiar el origen del hombre, que se dice fue el primer lugar de aldeanos norteamericanos donde MatiPa era el héroe mitológico, y luego fue la Reina Calafia, según las creencias locales más antiguas.

Vamos al riachuelo de al lado para refrescarnos, porque el agua, como simbolizaron los artistas rupestres, es la esencia y vida en el mundo de la creación.

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