La Paz, Baja California Sur (OEM-Informex).- El porte, la elegancia y la inteligencia tienen un nombre y es el de María Félix, a pesar de que hace 19 años falleció su imagen sigue estando tan presente en el colectivo y es que la Diva de México por excelencia se dio el lujo de fallecer en su casa el día que nació, solo ella. En torno a su persona siempre se escribían y se escriben miles de historias unas reales y otras fantasías pero lo que sí es una realidad es su visita que tuvo en la década de los años 50's donde al termino de un rodaje muy arduo de la película Mesalina que se grabo en Italia, la Doña quería descansar y olvidarse un poco del mundo tan ajetreado por lo que decidió viajar a la ciudad de La Paz mejor conocida como “El Puerto de Ilusión” hospedándose en el legendario Hotel Los Arcos.
La llegada de la Doña se corrió como pólvora por toda la ciudad pero a su ez era como si se trata de un fantasma ya que nadie, absolutamente nadie había podido verla e incluso los trabajadores del lujoso hotel esperaban ansiosos atenderla, pero ese es el misterio que rodea a la Diva, muy pocos tenían ese privilegio y ella lo sabía, utilizando cada detalle para hacerse notar sin estar presente.
SORPRENDIÓ A PROPIOS Y EXTRAÑOS
El restaurante del Hotel Los Arcos lucia en su máxima capacidad, realmente el día era hermoso y perfecto, resaltaban las cristalinas playas y un atardecer que impactaba por sus matices de colores digno de una pintura de oleo.
En el sitio se podía observar una mesa que lucia vacía pero con comida y fruta servida, prácticamente un banquete digno de una reina, cuando a lo lejos un resplandor surge, una mujer que resaltaba por su belleza y glamour eso si lleva de joyas y un abrogo blanco de mink que le cubría parte de su delgado pero muy estético cuerpo era ni más ni menos que María Félix, por un momento todo se volvió silencio es mas se dice que se escuchaba el caminar de la Doña, lo había logrado una entrada triunfal que a los pocos segundos se envolvió de aplausos de los asistentes, hombres y mujeres se pararon para darle la bienvenida a la Doña a La Paz y a las afueras del hotel había un mar de gente esperando a que María Félix los recibiera.
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Hay que resaltar que solo esa tarde se dejo ver y antes de retirarse muy pocos fueron los afortunados de obtener un autógrafo o un consejo de la Doña pues cuando era necesario ponía en su lugar a cualquiera que trataba de pasarse de listo.
