/ sábado 19 de diciembre de 2020

Campiña canadiense, horizonte natural

Si disfrutas de esquiar este es un sitio ideal

Estamos la ultima frontera de Quebec, que tiene como habitantes osos polares que vagan en la helada tundra ártica.

Si disfrutas de esquiar este es un sitio ideal.

Canadá es un país Eco ambiental, rodeado de reservas protegidas por su sociedad y gobierno, y es un ejemplo de amor a la tierra, pues sus habitantes tienen conciencia sobre su riqueza natural que preservan con dignidad. Nada de levantar construcciones ambiciosas a lo bestia.

Desde la Bahía James hasta la Reserva La Vérendrye viven de la industria, que inicio en 1920 con un yacimiento de cobre.

De regreso a los montes, el mejor ejemplo de diversión al aire libre y sin contaminar es en norte de Saint Jovite -hermosa combinación de latín y español-

Gran parte del año, la tradición es ir a esquiar, este parque tiene un billón de años de antigüedad con aldeas prosperas muy tranquilas de estilo Francés como lo es todo Quebec.

Nos detenemos a comer una trucha en Saint Faustino y luego por un excepcional café en Lac des Sables con playas saludables.

Es aquí, en está región, de donde se hacen los mejores productos de arce desde el siglo XIX y donde se produce artesanalmente con la miel, que acompañan con jamones, y las famosas “Orejas de Cristo”. Muy Rico.

Las hojas tradicionales de los árboles son ya cafés con tonos naranjas, aun es otoño.

El paisaje virgen intacto hace poco imaginable la llegada de Franceses y Británicos que en algún momento se disputaron la zona hasta 1759 dice la historia. Cuando Inglaterra Gana y convierte a Canadá en su Colonia.

Desde aquí, vamos por la autopista 132 que rodea la Península Gaspé, fundada en el Siglo XVIII con siembras de huertos frutales. Algo excepcional por las frías temperaturas de Canadá que no permiten cultivar.

La recomendación es entrar por el Mont Saint-Pierre una aldea que conserva sus tradiciones francocanadienses, un fusión muy interesante.

Esta península es conocida por su bello paisaje con los Montes Chic-Choc que se elevan a 1350 metros que son escalados por aventureros.

Descansemos…

Canadá es bello y agotador, sus paisajes son enormes postales que al recorrer parecen infinitos laberintos naturales que podrían ser parte del paraíso terrenal.

Llegamos a un interesante archipiélago con casitas de colores con sus porches, es el Golfo de San Lorenzo, donde la arena es tan fina como la azúcar refinada. Tranquilas sus aguas como su gente disciplinada.

Pescadores aldeanos presumen su pueblo lleno de colores ocres y rosados en Îles-de-la Madeleine, nombre que me recuerda la hermosa avenida en Paris.

Nos recomiendan pasar al siguiente pueblo para probar la mejor leche de Canadá.

De camino a Lac-Saint-Jean encontramos Val-Jalbert donde es imperdible admirar su cascada de 70 metros, historia ecológica también pues en 1920 movía un molino para producir papel.

Estamos rodeando el Lago, Lac-Saint Jean rodeado de playas apacibles donde es posible andar el bicicleta. Luego, caminar hacia la siguiente aldea Chambord nos descubre el tesón del trabajador Quebequense, cuidando del ganado que da leche muy sabrosa y dulce.

Sus diferentes pueblecitos nos muestran las artesanías de la región como los bordados, técnicas de tallado en maderas, o asistir al festival de Vaqueros en Julio.

La reserva biosférica patrimonio de la Humanidad, esta reconocida por la Unesco por sus hermosos valles vírgenes de Tundra junto al río. Me da gusto saber que está reserva es mía también.

Vamos…

Solo de paso, quise admirar la Catedral Saint Anne-de-Beaupré, será porque el nombre Santa Ana en México simboliza la traición a la patria.

Sobresalen la entrada una escultura, que me pareció Italiana, y si, es la replica de la escultura de Miguel Ángel que muestra y me recuerda la muerte de Cristo.

Este santuario es geométrico con dos torres a la entrada, y fue levantado en el Siglo XVII por pescadores devotos a la madre de la Virgen María, a quien siempre agradecían por regresar sanos y salvos luego de la pesca.

Estamos llegando de regreso a la Ciudad de Quebec, antigua capital de la que les di cuenta en anteriores entregas que renovare aprovechando está vuelta.

Antes de arribar a la ciudad, esta un Fuerte Histórico que nos recibe con su ejercito orgulloso en pleno cambio de guardia.

Estamos en La Citadelle.

Un Fuerte de guerra.

Sus fortificaciones datan del mediados del Siglo XIX y son el flanco oriental creado para defender la ciudad, de un posible ataque estadounidense.

La Historia registro, el interesante encuentro de Franceses y Británicos en está área de resistencia.

La construcción la inicio Francia en 1750 y lo terminaron los Británicos en 1831. La arquitectura de este Fuerte tiene forma de estrella que alberga a el regimiento de valientes militares, y cuenta con capilla, casa de Gobierno, cuartel militar, la cruz de Vimy en honor a los Canadienses caídos en la 1 guerra Mundial, y el Bastión del Príncipe de Gales lleno de reservas polvorientas.

Nos detenemos en los alrededores a disfrutar de un dulce de miel de maple traído desde la campiña, admirar este fortín es recordar la creación que con lucha intelectual y física, se levanto aquí. Quebec es un pueblo forjado en temperaturas extremas de todo tipo, a veces, se deja sentir su fuerza en guiños de frialdad, algo que en Quebec se equilibra por su ascendencia Latina, donde su suavidad les enorgullece, algo que representan en sus deliciosas Crepas de frutas. O su Francés lleno de pasión.

Estamos la ultima frontera de Quebec, que tiene como habitantes osos polares que vagan en la helada tundra ártica.

Si disfrutas de esquiar este es un sitio ideal.

Canadá es un país Eco ambiental, rodeado de reservas protegidas por su sociedad y gobierno, y es un ejemplo de amor a la tierra, pues sus habitantes tienen conciencia sobre su riqueza natural que preservan con dignidad. Nada de levantar construcciones ambiciosas a lo bestia.

Desde la Bahía James hasta la Reserva La Vérendrye viven de la industria, que inicio en 1920 con un yacimiento de cobre.

De regreso a los montes, el mejor ejemplo de diversión al aire libre y sin contaminar es en norte de Saint Jovite -hermosa combinación de latín y español-

Gran parte del año, la tradición es ir a esquiar, este parque tiene un billón de años de antigüedad con aldeas prosperas muy tranquilas de estilo Francés como lo es todo Quebec.

Nos detenemos a comer una trucha en Saint Faustino y luego por un excepcional café en Lac des Sables con playas saludables.

Es aquí, en está región, de donde se hacen los mejores productos de arce desde el siglo XIX y donde se produce artesanalmente con la miel, que acompañan con jamones, y las famosas “Orejas de Cristo”. Muy Rico.

Las hojas tradicionales de los árboles son ya cafés con tonos naranjas, aun es otoño.

El paisaje virgen intacto hace poco imaginable la llegada de Franceses y Británicos que en algún momento se disputaron la zona hasta 1759 dice la historia. Cuando Inglaterra Gana y convierte a Canadá en su Colonia.

Desde aquí, vamos por la autopista 132 que rodea la Península Gaspé, fundada en el Siglo XVIII con siembras de huertos frutales. Algo excepcional por las frías temperaturas de Canadá que no permiten cultivar.

La recomendación es entrar por el Mont Saint-Pierre una aldea que conserva sus tradiciones francocanadienses, un fusión muy interesante.

Esta península es conocida por su bello paisaje con los Montes Chic-Choc que se elevan a 1350 metros que son escalados por aventureros.

Descansemos…

Canadá es bello y agotador, sus paisajes son enormes postales que al recorrer parecen infinitos laberintos naturales que podrían ser parte del paraíso terrenal.

Llegamos a un interesante archipiélago con casitas de colores con sus porches, es el Golfo de San Lorenzo, donde la arena es tan fina como la azúcar refinada. Tranquilas sus aguas como su gente disciplinada.

Pescadores aldeanos presumen su pueblo lleno de colores ocres y rosados en Îles-de-la Madeleine, nombre que me recuerda la hermosa avenida en Paris.

Nos recomiendan pasar al siguiente pueblo para probar la mejor leche de Canadá.

De camino a Lac-Saint-Jean encontramos Val-Jalbert donde es imperdible admirar su cascada de 70 metros, historia ecológica también pues en 1920 movía un molino para producir papel.

Estamos rodeando el Lago, Lac-Saint Jean rodeado de playas apacibles donde es posible andar el bicicleta. Luego, caminar hacia la siguiente aldea Chambord nos descubre el tesón del trabajador Quebequense, cuidando del ganado que da leche muy sabrosa y dulce.

Sus diferentes pueblecitos nos muestran las artesanías de la región como los bordados, técnicas de tallado en maderas, o asistir al festival de Vaqueros en Julio.

La reserva biosférica patrimonio de la Humanidad, esta reconocida por la Unesco por sus hermosos valles vírgenes de Tundra junto al río. Me da gusto saber que está reserva es mía también.

Vamos…

Solo de paso, quise admirar la Catedral Saint Anne-de-Beaupré, será porque el nombre Santa Ana en México simboliza la traición a la patria.

Sobresalen la entrada una escultura, que me pareció Italiana, y si, es la replica de la escultura de Miguel Ángel que muestra y me recuerda la muerte de Cristo.

Este santuario es geométrico con dos torres a la entrada, y fue levantado en el Siglo XVII por pescadores devotos a la madre de la Virgen María, a quien siempre agradecían por regresar sanos y salvos luego de la pesca.

Estamos llegando de regreso a la Ciudad de Quebec, antigua capital de la que les di cuenta en anteriores entregas que renovare aprovechando está vuelta.

Antes de arribar a la ciudad, esta un Fuerte Histórico que nos recibe con su ejercito orgulloso en pleno cambio de guardia.

Estamos en La Citadelle.

Un Fuerte de guerra.

Sus fortificaciones datan del mediados del Siglo XIX y son el flanco oriental creado para defender la ciudad, de un posible ataque estadounidense.

La Historia registro, el interesante encuentro de Franceses y Británicos en está área de resistencia.

La construcción la inicio Francia en 1750 y lo terminaron los Británicos en 1831. La arquitectura de este Fuerte tiene forma de estrella que alberga a el regimiento de valientes militares, y cuenta con capilla, casa de Gobierno, cuartel militar, la cruz de Vimy en honor a los Canadienses caídos en la 1 guerra Mundial, y el Bastión del Príncipe de Gales lleno de reservas polvorientas.

Nos detenemos en los alrededores a disfrutar de un dulce de miel de maple traído desde la campiña, admirar este fortín es recordar la creación que con lucha intelectual y física, se levanto aquí. Quebec es un pueblo forjado en temperaturas extremas de todo tipo, a veces, se deja sentir su fuerza en guiños de frialdad, algo que en Quebec se equilibra por su ascendencia Latina, donde su suavidad les enorgullece, algo que representan en sus deliciosas Crepas de frutas. O su Francés lleno de pasión.

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