/ miércoles 22 de septiembre de 2021

Uruguay en la CELAC

La reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños efectuada en la ciudad de México, dio motivo a críticas por la presencia de los presidentes de Cuba y Venezuela, por considerarlos dirigentes de gobiernos dictatoriales.

En esa reunión sobresalió la voz de Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, quien en el uso de la palabra declaró su preocupación por lo que pasa en Cuba, Nicaragua y Venezuela, lugares donde se encarcela a los opositores, se violan los derechos humanos y con un aparato represivo que acalla las protestas.

Por supuesto, tales palabras causaron diversidad de opiniones entre los asistentes a la reunión y esto originó que uno de los acuerdos que se pretendían lograr era la desaparición de la OEA y sustituirla por otra más afín a los intereses de los países latinoamericanos y del Caribe.

Pero, ¿Quién es Luis Lacalle que le puso el cascabel al gato? Presidente de un país cuya extensión geográfica es de 176,220 Km2—semejante a la península de la Baja California—y con una población de 3 millones 462 mil habitantes, Lacalle es el mandatario de la República Oriental de Uruguay, un estado democrático, de carácter presidencialista, con un gobierno dividido en tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Después de ocupar diversos cargos políticos, Lacalle se hizo cargo de la presidencia el 1º de marzo de 2020, junto a su vicepresidenta Beatriz Argimón. Después de prestar juramento ante la Asamblea General, le fue impuesta la banda presidencial por el mandatario saliente, Tabaré Vázquez.

Conocido por su actitud radical en defensa de la democracia y las libertades individuales y sociales, días antes de tomar posesión expresó: “No estoy dispuesto a que en nuestra ascensión esté el dictador Maduro. Es una decisión personal de la cual me hago cargo”. Por esa razón tampoco invitó a los presidentes de Cuba y Nicaragua.

La reunión de la CELAC tuvo lugar dos días después en que el presidente López Obrador invitara a Miguel Díaz Canel a estar presente en la conmemoración de la independencia de nuestro país. La oportunidad para que pronunciara un discurso originó una serie de críticas como la de León Krauze que escribió “La de Cuba es una dictadura represora brutal y fratricida, que ha hundido al pueblo cubano en la miseria, el temor, la sospecha mutua y el silencio”.

Y el mismo columnista se pregunta “¿Qué necesidad tenía López Obrador de elogiar a la dictadura cubana? ¿Qué ganar con las puyas a Estados Unidos, al denostar al imperialismo? Con sus opiniones está polarizando aún más al pueblo de nuestro país y los resultados serán funestos e impedirán la unidad de los mexicanos. Además, hacerle al valiente defendiendo a gobiernos dictatoriales no nos traerá ningún beneficio.

Por ejemplo, no se puede olvidar que Estados Unidos exporta de México el 83 por ciento de sus productos y que en cambio sus ventas a los países de América Latina y del Caribe solo llegan al 5 por ciento. De tal manera que menospreciar la presencia de Estados Unidos en la OEA, es atentar contra la integridad económica de los países del continente.

Y es que la CELAC es importante porque a través de ella los países buscan remedios para enfrentar la pandemia de la Covid-19, el cambio climático pero, sobre todo, como conciliadora en estos tiempos en que Latinoamérica se encuentra dividida entre “buenos y malos”.

La presencia del presidente de Uruguay en la CELAC nos hizo recordar como un país con tan pocos habitantes se ha adueñado de una cultura literaria extraordinaria. En las antologías entre múltiples escritores descuellan las poetisas Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou; narradores como Horacio Quiroga y escritores de novelas, cuentos, poemas y ensayos como José Enrique Rodó, Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti.

Pero también la literatura enfrentó y criticó severamente la dictadura de las décadas 70 y 80 del siglo pasado, originando que muchos escritores fueran exiliados o encarcelados.

Así es el Uruguay de Luis Lacalle Pou. Un país demócrata.

La reciente reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños efectuada en la ciudad de México, dio motivo a críticas por la presencia de los presidentes de Cuba y Venezuela, por considerarlos dirigentes de gobiernos dictatoriales.

En esa reunión sobresalió la voz de Luis Lacalle Pou, presidente de Uruguay, quien en el uso de la palabra declaró su preocupación por lo que pasa en Cuba, Nicaragua y Venezuela, lugares donde se encarcela a los opositores, se violan los derechos humanos y con un aparato represivo que acalla las protestas.

Por supuesto, tales palabras causaron diversidad de opiniones entre los asistentes a la reunión y esto originó que uno de los acuerdos que se pretendían lograr era la desaparición de la OEA y sustituirla por otra más afín a los intereses de los países latinoamericanos y del Caribe.

Pero, ¿Quién es Luis Lacalle que le puso el cascabel al gato? Presidente de un país cuya extensión geográfica es de 176,220 Km2—semejante a la península de la Baja California—y con una población de 3 millones 462 mil habitantes, Lacalle es el mandatario de la República Oriental de Uruguay, un estado democrático, de carácter presidencialista, con un gobierno dividido en tres poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Después de ocupar diversos cargos políticos, Lacalle se hizo cargo de la presidencia el 1º de marzo de 2020, junto a su vicepresidenta Beatriz Argimón. Después de prestar juramento ante la Asamblea General, le fue impuesta la banda presidencial por el mandatario saliente, Tabaré Vázquez.

Conocido por su actitud radical en defensa de la democracia y las libertades individuales y sociales, días antes de tomar posesión expresó: “No estoy dispuesto a que en nuestra ascensión esté el dictador Maduro. Es una decisión personal de la cual me hago cargo”. Por esa razón tampoco invitó a los presidentes de Cuba y Nicaragua.

La reunión de la CELAC tuvo lugar dos días después en que el presidente López Obrador invitara a Miguel Díaz Canel a estar presente en la conmemoración de la independencia de nuestro país. La oportunidad para que pronunciara un discurso originó una serie de críticas como la de León Krauze que escribió “La de Cuba es una dictadura represora brutal y fratricida, que ha hundido al pueblo cubano en la miseria, el temor, la sospecha mutua y el silencio”.

Y el mismo columnista se pregunta “¿Qué necesidad tenía López Obrador de elogiar a la dictadura cubana? ¿Qué ganar con las puyas a Estados Unidos, al denostar al imperialismo? Con sus opiniones está polarizando aún más al pueblo de nuestro país y los resultados serán funestos e impedirán la unidad de los mexicanos. Además, hacerle al valiente defendiendo a gobiernos dictatoriales no nos traerá ningún beneficio.

Por ejemplo, no se puede olvidar que Estados Unidos exporta de México el 83 por ciento de sus productos y que en cambio sus ventas a los países de América Latina y del Caribe solo llegan al 5 por ciento. De tal manera que menospreciar la presencia de Estados Unidos en la OEA, es atentar contra la integridad económica de los países del continente.

Y es que la CELAC es importante porque a través de ella los países buscan remedios para enfrentar la pandemia de la Covid-19, el cambio climático pero, sobre todo, como conciliadora en estos tiempos en que Latinoamérica se encuentra dividida entre “buenos y malos”.

La presencia del presidente de Uruguay en la CELAC nos hizo recordar como un país con tan pocos habitantes se ha adueñado de una cultura literaria extraordinaria. En las antologías entre múltiples escritores descuellan las poetisas Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou; narradores como Horacio Quiroga y escritores de novelas, cuentos, poemas y ensayos como José Enrique Rodó, Juan Carlos Onetti y Mario Benedetti.

Pero también la literatura enfrentó y criticó severamente la dictadura de las décadas 70 y 80 del siglo pasado, originando que muchos escritores fueran exiliados o encarcelados.

Así es el Uruguay de Luis Lacalle Pou. Un país demócrata.

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