/ lunes 23 de agosto de 2021

Un nuevo trato

Cuando Estados Unidos entró en una de las peores crisis de su historia, un político excepcional, Franklin Delano Roosevelt, tomó las riendas del poder y enfrentó el desastre.

Propuso una serie de políticas públicas para enfrentar el desastre, pero hizo algo más: apeló al sentimiento colectivo de desamparo que reinaba en el país y propuso a la gente un “Nuevo Contrato”.

Cuando una nación se encuentra con crisis de tal magnitud, decía Rousseau, que no bastan los esfuerzos individuales para resolverlas, se requiere convocar a la energía agregada de todas y todos: un contrato social.

Eso requeriría hoy México.

Claramente, las alternancias no han logrado corregir los diversos males del país. Eso se traduce en algo concreto: la gente sufre cada día.

Las familias mexicanas hoy están lastimadas: con su salud comprometida, sin empleo, hundidas en la pobreza y el miedo.

Las cifras son tan abrumadoras que dejan de tener un efecto en nuestras mentes y se vuelven parte de un paisaje horrendo: solo 30 millones de mexicanos no son pobres ni vulnerables. Los demás viven en la frontera de la pobreza, en ella o en la miseria. Hay más de 350 mil muertos por la violencia en 15 años: 89 mil en los últimos tres.

Más de la mitad de la población, 65 millones de personas, no ganan para comer. 36 millones no tienen acceso a la salud. Hay 400 mil huérfanos: por la pandemia, por la violencia.

Es momento de emprender un gran esfuerzo nacional para enfrentar con valor esta situación y resolver los problemas.

México necesita un nuevo trato: entre nosotros. Hacer visible al olvidado. Cobijar a los rezagados. Curar al enfermo. Dar certidumbre a quienes hoy no cuentan con ninguna certeza para voltear a ver el porvenir.

Este esfuerzo tendrá que venir de la sociedad. Este gobierno no lo hará. Los anteriores fracasaron. Nosotros, la sociedad, hemos estado siempre al frente de las grandes transformaciones nacionales: en el 68, en el 85, en el 86, en el 2000.

Los nuevos líderes difícilmente provendrán de la actual clase política. Salvo honrosas excepciones, que las hay, lo mejor del país se encuentra en otro lado: en los salones de clase, en la cultura, en los pequeños negocios, en las empresas, en el campo.

Requerimos poner a las y los mexicanos en el centro de este esfuerzo nacional. La premisa central para lograrlo es convenir que todos debemos dar algo, antes que recibir.

Eso implica que debemos hacer un acuerdo para dar al país una nueva legalidad y una nueva educación. Sobre estas bases debemos abocarnos a generar empleos formales y a formalizar los que no lo son. Así se abrirán las puertas a la recaudación progresiva y financiar un sistema de salud universal con seguridad social para todas y todos. Es la única forma de salir de la pobreza y promover un bienestar genuino y duradero.

El sentido de urgencia ya lo tenemos entre nosotros. Es el mismo que ha expulsado a millones de compatriotas allende México y que han probado que se puede.

Un nuevo trato para tener un futuro mejor.

Es ahora o nunca.

@fvazquezrig

Cuando Estados Unidos entró en una de las peores crisis de su historia, un político excepcional, Franklin Delano Roosevelt, tomó las riendas del poder y enfrentó el desastre.

Propuso una serie de políticas públicas para enfrentar el desastre, pero hizo algo más: apeló al sentimiento colectivo de desamparo que reinaba en el país y propuso a la gente un “Nuevo Contrato”.

Cuando una nación se encuentra con crisis de tal magnitud, decía Rousseau, que no bastan los esfuerzos individuales para resolverlas, se requiere convocar a la energía agregada de todas y todos: un contrato social.

Eso requeriría hoy México.

Claramente, las alternancias no han logrado corregir los diversos males del país. Eso se traduce en algo concreto: la gente sufre cada día.

Las familias mexicanas hoy están lastimadas: con su salud comprometida, sin empleo, hundidas en la pobreza y el miedo.

Las cifras son tan abrumadoras que dejan de tener un efecto en nuestras mentes y se vuelven parte de un paisaje horrendo: solo 30 millones de mexicanos no son pobres ni vulnerables. Los demás viven en la frontera de la pobreza, en ella o en la miseria. Hay más de 350 mil muertos por la violencia en 15 años: 89 mil en los últimos tres.

Más de la mitad de la población, 65 millones de personas, no ganan para comer. 36 millones no tienen acceso a la salud. Hay 400 mil huérfanos: por la pandemia, por la violencia.

Es momento de emprender un gran esfuerzo nacional para enfrentar con valor esta situación y resolver los problemas.

México necesita un nuevo trato: entre nosotros. Hacer visible al olvidado. Cobijar a los rezagados. Curar al enfermo. Dar certidumbre a quienes hoy no cuentan con ninguna certeza para voltear a ver el porvenir.

Este esfuerzo tendrá que venir de la sociedad. Este gobierno no lo hará. Los anteriores fracasaron. Nosotros, la sociedad, hemos estado siempre al frente de las grandes transformaciones nacionales: en el 68, en el 85, en el 86, en el 2000.

Los nuevos líderes difícilmente provendrán de la actual clase política. Salvo honrosas excepciones, que las hay, lo mejor del país se encuentra en otro lado: en los salones de clase, en la cultura, en los pequeños negocios, en las empresas, en el campo.

Requerimos poner a las y los mexicanos en el centro de este esfuerzo nacional. La premisa central para lograrlo es convenir que todos debemos dar algo, antes que recibir.

Eso implica que debemos hacer un acuerdo para dar al país una nueva legalidad y una nueva educación. Sobre estas bases debemos abocarnos a generar empleos formales y a formalizar los que no lo son. Así se abrirán las puertas a la recaudación progresiva y financiar un sistema de salud universal con seguridad social para todas y todos. Es la única forma de salir de la pobreza y promover un bienestar genuino y duradero.

El sentido de urgencia ya lo tenemos entre nosotros. Es el mismo que ha expulsado a millones de compatriotas allende México y que han probado que se puede.

Un nuevo trato para tener un futuro mejor.

Es ahora o nunca.

@fvazquezrig

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