/ martes 23 de noviembre de 2021

Un mes de suerte

A modo de Crónica

Me fue bien este mes de noviembre. Amigos de siempre me obsequiaron libros, todos relacionados con la historia de la Baja California. Así es que todo este tiempo me la pasé ampliando mis conocimientos aunque, a decir verdad, no he terminado de leerlos.

Los dos primeros llevan por títulos “California, biografía de una palabra” y “Hernán Cortés en California” de la autoría de Carlos Lascano Sahagún. Este último fue presentado durante los festejos del Día de la Californidad, en la ciudad de Cabo San Lucas, y después en la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Por su parte, Luis Domínguez Bareño me regaló dos libros: “Tricentenario de las misiones del sur de las Californias” de su autoría junto con Armando Jesús Romero Monteverde. El otro titulado “Misioneros de acero. La transpeninsular, 1972-1973” es del ingeniero César Kernz Pérez. Ambos fueron editados por el Archivo Histórico Pablo L. Martínez cuando fue director Domínguez Bareño.

Y ya en esta semana, la estimadas amiga Elizabeth Acosta Mendía me trajo a regalar el último libro del doctor en historia David Piñera Ramírez titulado “Miguel León Portilla: su palabra y presencia en Baja California” En la contraportada del texto se lee lo siguiente:

“Al lado de la relevante imagen de Miguel León Portilla como estudioso de la cultura náhuatl y humanista, hay otro poco conocido: la de su profundo interés en la historia de la península de la Baja California. De eso trata este libro. Hace referencia a su abundante obra historiográfica enfocada en los grupos aborígenes y en la etapa misional de la región. Así surge el concepto de California Mexicana que él acuñó, para poner de manifiesto que el nombre California se aplicó originalmente al sur de la península y luego se fue extendiendo hacia el norte hasta llegar a Los Ángeles y San Francisco, pertenecientes en su momento a México. En esa virtud, poniéndose por encima del atraco sufrido en 1848, León Portilla, con un sentido histórico nacionalista, ondea la bandera de la California Mexicana”

En el capítulo “Su sentido de Baja California como unidad peninsular” David Piñera dice “Si bien los ámbitos del sur y el norte de la Baja California en la actualidad son muy distintos, en el fondo constituyen una unidad geográfica e histórica…En ocasiones las circunstancias lo orientaron a visitar con más frecuencia la parte norte de la península, lo que pareciera que se olvidaba de la otra, pero la realidad es que nunca perdió ese sentido de unidad peninsular”

Consecuente con la cita anterior, el autor recrea la estancia de León Portilla en nuestra entidad, la que recorrió visitando las misiones jesuitas acompañado de su esposa y el valioso respaldo que dio origen al Archivo Histórico de la ciudad de La Paz. Recuerda su asistencia a las Semanas de Información Histórica efectuadas en el sexenio de 1981 a 1987, así como su visita a nuestra capital a fin de recibir el grado Honoris Causa de la UABCS, en el año de 2016.

El autor no menciona la presencia de León Portilla en el pueblo de Loreto con motivo de los 300 años de su fundación en el año de 1997. En esa ocasión presentó su libro “Loreto, capital de las Californias. Las cartas fundacionales de Juan María de Salvatierra”. Allí estuvieron Miguel Mathes y doña Carmen Boone Canovas, entre otros distinguidos visitantes.

León Portilla fue autor de interesantes libros sobre Baja California, entre ellos “La California Mexicana. Ensayos acerca de su historia” y “Testimonios Sudcalifornianos”. Pero su obra principal fue el rescate de los manuscritos del padre Miguel del Barco y la publicación de ellos bajo el título de “Historia natural y crónica de la Antigua California”.

Eligio Moisés Coronado cuenta una anécdota ocurrida durante su visita a los pueblos y misiones en el año de 1969. Cuando llegaron a la misión de San Francisco Javier, León Portilla se acercó a la iglesia llevando en sus manos un ejemplar de la Historia Natural y palpando una de sus paredes dijo: “Padre Miguel del Barco, aquí está su libro” Y es que Del Barco estuvo varias décadas encargado de esa misión.

Moisés Coronado—dice Piñera—fue testigo de como aquel hombre excepcional entablaba un diálogo con otro haciendo abstracción de los dos siglos que los separaban. Entendió también que un auténtico historiador vincula el pasado con el instante que se vive y que a la vez da a la historia la vitalidad del presente.

A modo de Crónica

Me fue bien este mes de noviembre. Amigos de siempre me obsequiaron libros, todos relacionados con la historia de la Baja California. Así es que todo este tiempo me la pasé ampliando mis conocimientos aunque, a decir verdad, no he terminado de leerlos.

Los dos primeros llevan por títulos “California, biografía de una palabra” y “Hernán Cortés en California” de la autoría de Carlos Lascano Sahagún. Este último fue presentado durante los festejos del Día de la Californidad, en la ciudad de Cabo San Lucas, y después en la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

Por su parte, Luis Domínguez Bareño me regaló dos libros: “Tricentenario de las misiones del sur de las Californias” de su autoría junto con Armando Jesús Romero Monteverde. El otro titulado “Misioneros de acero. La transpeninsular, 1972-1973” es del ingeniero César Kernz Pérez. Ambos fueron editados por el Archivo Histórico Pablo L. Martínez cuando fue director Domínguez Bareño.

Y ya en esta semana, la estimadas amiga Elizabeth Acosta Mendía me trajo a regalar el último libro del doctor en historia David Piñera Ramírez titulado “Miguel León Portilla: su palabra y presencia en Baja California” En la contraportada del texto se lee lo siguiente:

“Al lado de la relevante imagen de Miguel León Portilla como estudioso de la cultura náhuatl y humanista, hay otro poco conocido: la de su profundo interés en la historia de la península de la Baja California. De eso trata este libro. Hace referencia a su abundante obra historiográfica enfocada en los grupos aborígenes y en la etapa misional de la región. Así surge el concepto de California Mexicana que él acuñó, para poner de manifiesto que el nombre California se aplicó originalmente al sur de la península y luego se fue extendiendo hacia el norte hasta llegar a Los Ángeles y San Francisco, pertenecientes en su momento a México. En esa virtud, poniéndose por encima del atraco sufrido en 1848, León Portilla, con un sentido histórico nacionalista, ondea la bandera de la California Mexicana”

En el capítulo “Su sentido de Baja California como unidad peninsular” David Piñera dice “Si bien los ámbitos del sur y el norte de la Baja California en la actualidad son muy distintos, en el fondo constituyen una unidad geográfica e histórica…En ocasiones las circunstancias lo orientaron a visitar con más frecuencia la parte norte de la península, lo que pareciera que se olvidaba de la otra, pero la realidad es que nunca perdió ese sentido de unidad peninsular”

Consecuente con la cita anterior, el autor recrea la estancia de León Portilla en nuestra entidad, la que recorrió visitando las misiones jesuitas acompañado de su esposa y el valioso respaldo que dio origen al Archivo Histórico de la ciudad de La Paz. Recuerda su asistencia a las Semanas de Información Histórica efectuadas en el sexenio de 1981 a 1987, así como su visita a nuestra capital a fin de recibir el grado Honoris Causa de la UABCS, en el año de 2016.

El autor no menciona la presencia de León Portilla en el pueblo de Loreto con motivo de los 300 años de su fundación en el año de 1997. En esa ocasión presentó su libro “Loreto, capital de las Californias. Las cartas fundacionales de Juan María de Salvatierra”. Allí estuvieron Miguel Mathes y doña Carmen Boone Canovas, entre otros distinguidos visitantes.

León Portilla fue autor de interesantes libros sobre Baja California, entre ellos “La California Mexicana. Ensayos acerca de su historia” y “Testimonios Sudcalifornianos”. Pero su obra principal fue el rescate de los manuscritos del padre Miguel del Barco y la publicación de ellos bajo el título de “Historia natural y crónica de la Antigua California”.

Eligio Moisés Coronado cuenta una anécdota ocurrida durante su visita a los pueblos y misiones en el año de 1969. Cuando llegaron a la misión de San Francisco Javier, León Portilla se acercó a la iglesia llevando en sus manos un ejemplar de la Historia Natural y palpando una de sus paredes dijo: “Padre Miguel del Barco, aquí está su libro” Y es que Del Barco estuvo varias décadas encargado de esa misión.

Moisés Coronado—dice Piñera—fue testigo de como aquel hombre excepcional entablaba un diálogo con otro haciendo abstracción de los dos siglos que los separaban. Entendió también que un auténtico historiador vincula el pasado con el instante que se vive y que a la vez da a la historia la vitalidad del presente.

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