/ viernes 8 de noviembre de 2019

Un italiano en California Sur antes de la revolución (II)

(Segunda de cinco partes)

En la primera parte de esta crónica, Adolfo Dollero hacía pormenorizada descripción de los recursos y condiciones del sur de California peninsular, y cerraba con la afirmación de que “Los habitantes son muy pacíficos y los crímenes son raros y casi siempre pasionales…”

Enseguida informa haber“muy pocos terrenos baldíos porque varias compañías los han adquirido, pero los revenderían a precios bastante reducidos.

Una gran parte del distrito Sur –explica- es montañosa y árida; hay muchas minas de oro, plata y cobre de leyes no muy altas. Hemos sabido que, a un día de camino de La Paz, los indígenas obtienen polvo de oro lavando imperfectamente la arena de algunos arroyos.

Existen algunas compañías mineras importantes, pero muchas otras podrían hacer buenos negocios si no fueran tan difíciles y escasas las comunicaciones por tierra; el país es casi virgen todavía.

Pertenece al distrito Sur, cerca del paralelo 25°, la bahía de la Magdalena, magnífico puerto natural en donde el gobierno de México ha permitido que la flota de los Estados Unidos haga ejercicios de tiro y se provea de carbón durante un determinado número de años. La bahía fue descubierta en 1539 por el comandante español don Francisco de Ulloa. A poca distancia de la misma existen importantes yacimientos de fierro próximos a ser explotados en gran escala.

Siglos atrás, en la Baja California había solamente misiones de religiosos, las que se cambiaron más tarde en aldeas y poblacioncitas. En muchas de ellas existen aún hoy día las antiguas iglesitas que servían de punto de reunión para los indios recién convertidos a la fe católica.

La pesca de las perlas se efectúa especialmente a inmediaciones de La Paz y desde el siglo XVI, al final del cual obsequiaron a Felipe II de España una hermosa perla de la isla Margarita, situada enfrente a la bahía de la Magdalena. Esa perla pesaba 250 quilates y se estimó su valor ¡en 150,000 pesos! Varias compañías se dedican a esa industria actualmente; las principales son la The Mangara Exploration Ltd., sociedad inglesa, y la Compañía Criadora de Concha y Perla de la Baja California, S. A., formada con capitales mexicanos. Esta última se dedica con especialidad a la cría de los ostiones perlíferos con un procedimiento nuevo de iniciativa genial debido al director señor Gastón J. Vives, quien merece sinceros elogios.

En un sitio denominado San Gabriel, al sur de la isla del Espíritu Santo, el señor Vives ha preparado un enorme vivero surcado de una serie de macizos paredones que forman otros tantos viveros pequeños en los cuales el agua marina entra y sale por diques construidos a propósito. En el fondo están depositados unos aparatos adentro de los cuales tiene lugar la fecundación de los ostiones, y unas redes que defienden a los animalitos de sus enemigos naturales.

Después de una serie de procedimientos industriales, el señor Vives ha logrado poder transportar los ostiones adultos a otro lugar en donde los buzos los recogen cuando han llegado a su desarrollo completo, como se cosecharían en los campos los cereales.

El señor Vives ha obtenido la patente de su invento y esperaba poder empezar pronto a exportar las primeras perlas del vivero. Nos enseñó una pequeña cantidad de ellas, dignas de adornar a una reina; predominaban las de color negro con magníficos reflejos verdes y azulados.

La otra compañía es también muy importante y ha obtenido del gobierno una concesión amplísima para el buceo de las perlas, que comprende casi todo el litoral del océano Pacífico.

Una tercera sociedad se dedicaba entonces a la pesca de los tiburones, cuyas aletas constituyen para los chinos una golosina, tanto que alcanzan el precio de 1.80 francos la libra.

La agricultura, a mi juicio y por las observaciones que puede hacer personalmente, pudiera recibir en la Baja California un impulso mucho mayor, pues hay terrenos muy buenos en los cuales falta el elemento principal: el agua. Ésta podría obtenerse con presas o con pozos artesianos a los cuales el geólogo E. Angermann se ha demostrado favorable a pesar de muchas otras opiniones adversas. Es un hecho, sin embargo, que en varios lugares han dado buen resultado.

Por lo que atañe a la instrucción pública, la Baja California no está aún a la altura de otras entidades federativas, debido a su escasa población. En muchos lugares existen grupos pequeños de casuchas o de cabañas que no dan el contingente mínimo de alumnos que la ley exige para la fundación de una escuela. Por tanto la porcentual de los alumnos que frecuentan las 65 escuelas por la secretaría de Educación Pública llega solamente al 9 % del número total de habitantes.”

(Segunda de cinco partes)

En la primera parte de esta crónica, Adolfo Dollero hacía pormenorizada descripción de los recursos y condiciones del sur de California peninsular, y cerraba con la afirmación de que “Los habitantes son muy pacíficos y los crímenes son raros y casi siempre pasionales…”

Enseguida informa haber“muy pocos terrenos baldíos porque varias compañías los han adquirido, pero los revenderían a precios bastante reducidos.

Una gran parte del distrito Sur –explica- es montañosa y árida; hay muchas minas de oro, plata y cobre de leyes no muy altas. Hemos sabido que, a un día de camino de La Paz, los indígenas obtienen polvo de oro lavando imperfectamente la arena de algunos arroyos.

Existen algunas compañías mineras importantes, pero muchas otras podrían hacer buenos negocios si no fueran tan difíciles y escasas las comunicaciones por tierra; el país es casi virgen todavía.

Pertenece al distrito Sur, cerca del paralelo 25°, la bahía de la Magdalena, magnífico puerto natural en donde el gobierno de México ha permitido que la flota de los Estados Unidos haga ejercicios de tiro y se provea de carbón durante un determinado número de años. La bahía fue descubierta en 1539 por el comandante español don Francisco de Ulloa. A poca distancia de la misma existen importantes yacimientos de fierro próximos a ser explotados en gran escala.

Siglos atrás, en la Baja California había solamente misiones de religiosos, las que se cambiaron más tarde en aldeas y poblacioncitas. En muchas de ellas existen aún hoy día las antiguas iglesitas que servían de punto de reunión para los indios recién convertidos a la fe católica.

La pesca de las perlas se efectúa especialmente a inmediaciones de La Paz y desde el siglo XVI, al final del cual obsequiaron a Felipe II de España una hermosa perla de la isla Margarita, situada enfrente a la bahía de la Magdalena. Esa perla pesaba 250 quilates y se estimó su valor ¡en 150,000 pesos! Varias compañías se dedican a esa industria actualmente; las principales son la The Mangara Exploration Ltd., sociedad inglesa, y la Compañía Criadora de Concha y Perla de la Baja California, S. A., formada con capitales mexicanos. Esta última se dedica con especialidad a la cría de los ostiones perlíferos con un procedimiento nuevo de iniciativa genial debido al director señor Gastón J. Vives, quien merece sinceros elogios.

En un sitio denominado San Gabriel, al sur de la isla del Espíritu Santo, el señor Vives ha preparado un enorme vivero surcado de una serie de macizos paredones que forman otros tantos viveros pequeños en los cuales el agua marina entra y sale por diques construidos a propósito. En el fondo están depositados unos aparatos adentro de los cuales tiene lugar la fecundación de los ostiones, y unas redes que defienden a los animalitos de sus enemigos naturales.

Después de una serie de procedimientos industriales, el señor Vives ha logrado poder transportar los ostiones adultos a otro lugar en donde los buzos los recogen cuando han llegado a su desarrollo completo, como se cosecharían en los campos los cereales.

El señor Vives ha obtenido la patente de su invento y esperaba poder empezar pronto a exportar las primeras perlas del vivero. Nos enseñó una pequeña cantidad de ellas, dignas de adornar a una reina; predominaban las de color negro con magníficos reflejos verdes y azulados.

La otra compañía es también muy importante y ha obtenido del gobierno una concesión amplísima para el buceo de las perlas, que comprende casi todo el litoral del océano Pacífico.

Una tercera sociedad se dedicaba entonces a la pesca de los tiburones, cuyas aletas constituyen para los chinos una golosina, tanto que alcanzan el precio de 1.80 francos la libra.

La agricultura, a mi juicio y por las observaciones que puede hacer personalmente, pudiera recibir en la Baja California un impulso mucho mayor, pues hay terrenos muy buenos en los cuales falta el elemento principal: el agua. Ésta podría obtenerse con presas o con pozos artesianos a los cuales el geólogo E. Angermann se ha demostrado favorable a pesar de muchas otras opiniones adversas. Es un hecho, sin embargo, que en varios lugares han dado buen resultado.

Por lo que atañe a la instrucción pública, la Baja California no está aún a la altura de otras entidades federativas, debido a su escasa población. En muchos lugares existen grupos pequeños de casuchas o de cabañas que no dan el contingente mínimo de alumnos que la ley exige para la fundación de una escuela. Por tanto la porcentual de los alumnos que frecuentan las 65 escuelas por la secretaría de Educación Pública llega solamente al 9 % del número total de habitantes.”