/ viernes 20 de noviembre de 2020

Sutil violencia

Hay una frase contundente que me hace razonar: “las mujeres somos la mitad de la población mundial y somos las madres de la otra mitad”. Agregaré que también somos las hermanas, hijas, tías, sobrinas, abuelas, cuñadas, etc. de la otra mitad.
Escribo esta columna el Día Internacional del Hombre, previo al 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en un momento de encrucijadas. Escribo desde mi casa, que se ha vuelto oficina, aula, espacio creativo, set de videoconferencia y muchas cosas más. Cierto, a momentos extraordinarios, medidas extraordinarias. Definitivo.

Este momento histórico es objeto de estudio desde diversas ópticas, dado que ha inferido en todos los ámbitos humanos, empero el enfoque hacia lo que no se ve es de elemental importancia.

El flujo de información de seguimiento de la propagación del virus es una constante numérica que se está vinculando con datos frescos que surgen de análisis e investigaciones desde la academia y desde las iniciativas de especialistas que ahondan en las relaciones humanas en el periodo confinamiento.

El caso mexicano es lo que motiva esta entrega. Sin duda, no es novedad indicar que vivimos en un país violento, un estigma que se visibiliza con los datos tremendos disponibles y que se han recrudecido durante esta contingencia sanitaria. En el Seminario Internacional “El impacto de la pandemia en la vida de las mujeres”, un esfuerzo de la UNAM, el Museo de las Mujeres y la Federación Mexicana de Universitarias, A.C., se han vertido vía digital, hallazgos de información de encuestas realizadas en estos meses y los registros de instancias públicas que exhiben lo que acontece actualmente en nuestro país. Sí, recientes y ominosos.

En las mesas virtuales de trabajo, disponibles en Facebook, los abordajes de mujeres y hombres que participaron en este seminario ahondaron en entornos variados para confirmar lo que, a todas luces y lastimosamente, era de esperarse. Ante la disyuntiva por exponer una gama de cifras o rescatar lo que me parece de mayor contundencia, me decanto por lo segundo.

El registro de la violencia doméstica ha sido superado este año. Solo en el mes de junio hubo 148 llamadas por hora al 911 relacionadas con algún incidente de violencia hacia las mujeres a nivel nacional, un acumulado que crece exponencialmente (SEGOB).

Las peticiones de asilo por violencia de género han aumentado 30% en la red de refugios (INMujeres-SEGOB). El hogar es el lugar más peligroso para mujeres y para descendientes, 6 de cada 10 niños y niñas de 1 a 14 años han experimentado violencia a nivel familiar (UNICEF 2020).

Los registros indican el aumento del malestar emocional como tristeza, ansiedad, estrés y estragos fisiológicos, como alteraciones en el sueño, la alimentación y muchas situaciones que recrudecen la interacción en el espacio privado (FEMU).

La tendencia a promover el trabajo desde casa de las mujeres presenta el incremento de las cargas laborales aunadas al cuidado de infantes y personas adultas, más las actividades domésticas. Las mujeres conforman la mayor parte de la primera línea de atención en los servicios de salud ante el covid. Y la participación en el empleo femenino bajó 25.5% y hay reducción de salarios (UNAM).

En otro seguimiento, la geofísica María Salguero, creadora del Mapa del feminicidio en México, ya mencionada en esta columna (El Sudcaliforniano. 21/01/2020) y que georreferencia los hechos delictivos contra mujeres a nivel nacional, ha expuesto no solo el aumento de asesinatos de mujeres, ha ahondado en otros aspectos, como los lugares de registro, el espacio público, pero también la vivienda. Aunque casi la mitad se asocia al crimen organizado, la tercera parte se debe a violencia intrafamiliar.

La mayor cantidad de registros se dieron en los recientes meses de mayo y junio, en un periodo que abarca de enero a septiembre con un total de 954 casos (https://feminicidiosmx.crowdmap.com). Salguero indica que existen pocos reportes porque no se cuenta con el registro de las que fallecen como consecuencia de esa violencia (Forbes. 16/06/2020).

Cargas poco invisibles que se incrementan, los datos exhiben la realidad aplastante. La gran carga de la experiencia covid recae en las mujeres. Surge la inquietud si esta situación tenía que ocurrir justo de esta manera.
¡Eytale!

En las zonas urbanas mexicanas se mide la sensación de inseguridad de la población. Los datos a septiembre de 2020 indican que el lugar más inseguro es el cajero automático en la vía pública (78.1%); el menos inseguro, la casa (23.1%). Es una constante en las ciudades, incluyendo a La Paz y la zona San José del Cabo-Cabo San Lucas (INEGI. ENSU). Es controversial el enfoque de que siendo la vivienda el lugar más seguro, las mujeres estén viviendo episodios de violencia en la intimidad del hogar.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

Hay una frase contundente que me hace razonar: “las mujeres somos la mitad de la población mundial y somos las madres de la otra mitad”. Agregaré que también somos las hermanas, hijas, tías, sobrinas, abuelas, cuñadas, etc. de la otra mitad.
Escribo esta columna el Día Internacional del Hombre, previo al 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en un momento de encrucijadas. Escribo desde mi casa, que se ha vuelto oficina, aula, espacio creativo, set de videoconferencia y muchas cosas más. Cierto, a momentos extraordinarios, medidas extraordinarias. Definitivo.

Este momento histórico es objeto de estudio desde diversas ópticas, dado que ha inferido en todos los ámbitos humanos, empero el enfoque hacia lo que no se ve es de elemental importancia.

El flujo de información de seguimiento de la propagación del virus es una constante numérica que se está vinculando con datos frescos que surgen de análisis e investigaciones desde la academia y desde las iniciativas de especialistas que ahondan en las relaciones humanas en el periodo confinamiento.

El caso mexicano es lo que motiva esta entrega. Sin duda, no es novedad indicar que vivimos en un país violento, un estigma que se visibiliza con los datos tremendos disponibles y que se han recrudecido durante esta contingencia sanitaria. En el Seminario Internacional “El impacto de la pandemia en la vida de las mujeres”, un esfuerzo de la UNAM, el Museo de las Mujeres y la Federación Mexicana de Universitarias, A.C., se han vertido vía digital, hallazgos de información de encuestas realizadas en estos meses y los registros de instancias públicas que exhiben lo que acontece actualmente en nuestro país. Sí, recientes y ominosos.

En las mesas virtuales de trabajo, disponibles en Facebook, los abordajes de mujeres y hombres que participaron en este seminario ahondaron en entornos variados para confirmar lo que, a todas luces y lastimosamente, era de esperarse. Ante la disyuntiva por exponer una gama de cifras o rescatar lo que me parece de mayor contundencia, me decanto por lo segundo.

El registro de la violencia doméstica ha sido superado este año. Solo en el mes de junio hubo 148 llamadas por hora al 911 relacionadas con algún incidente de violencia hacia las mujeres a nivel nacional, un acumulado que crece exponencialmente (SEGOB).

Las peticiones de asilo por violencia de género han aumentado 30% en la red de refugios (INMujeres-SEGOB). El hogar es el lugar más peligroso para mujeres y para descendientes, 6 de cada 10 niños y niñas de 1 a 14 años han experimentado violencia a nivel familiar (UNICEF 2020).

Los registros indican el aumento del malestar emocional como tristeza, ansiedad, estrés y estragos fisiológicos, como alteraciones en el sueño, la alimentación y muchas situaciones que recrudecen la interacción en el espacio privado (FEMU).

La tendencia a promover el trabajo desde casa de las mujeres presenta el incremento de las cargas laborales aunadas al cuidado de infantes y personas adultas, más las actividades domésticas. Las mujeres conforman la mayor parte de la primera línea de atención en los servicios de salud ante el covid. Y la participación en el empleo femenino bajó 25.5% y hay reducción de salarios (UNAM).

En otro seguimiento, la geofísica María Salguero, creadora del Mapa del feminicidio en México, ya mencionada en esta columna (El Sudcaliforniano. 21/01/2020) y que georreferencia los hechos delictivos contra mujeres a nivel nacional, ha expuesto no solo el aumento de asesinatos de mujeres, ha ahondado en otros aspectos, como los lugares de registro, el espacio público, pero también la vivienda. Aunque casi la mitad se asocia al crimen organizado, la tercera parte se debe a violencia intrafamiliar.

La mayor cantidad de registros se dieron en los recientes meses de mayo y junio, en un periodo que abarca de enero a septiembre con un total de 954 casos (https://feminicidiosmx.crowdmap.com). Salguero indica que existen pocos reportes porque no se cuenta con el registro de las que fallecen como consecuencia de esa violencia (Forbes. 16/06/2020).

Cargas poco invisibles que se incrementan, los datos exhiben la realidad aplastante. La gran carga de la experiencia covid recae en las mujeres. Surge la inquietud si esta situación tenía que ocurrir justo de esta manera.
¡Eytale!

En las zonas urbanas mexicanas se mide la sensación de inseguridad de la población. Los datos a septiembre de 2020 indican que el lugar más inseguro es el cajero automático en la vía pública (78.1%); el menos inseguro, la casa (23.1%). Es una constante en las ciudades, incluyendo a La Paz y la zona San José del Cabo-Cabo San Lucas (INEGI. ENSU). Es controversial el enfoque de que siendo la vivienda el lugar más seguro, las mujeres estén viviendo episodios de violencia en la intimidad del hogar.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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