/ domingo 31 de octubre de 2021

Segunda mitad del siglo XX en California Sur

En un vistazo de conjunto sobre esta etapa del desarrollo de Baja California Sur, el historiador Pablo L. Martínez comentó que por primera vez se dio importancia a la industria turística como factor de crecimiento económico; que se llevó a cabo en el territorio una campaña que logró abatir la pandemia de paludismo; fue creado el hospital antituberculoso y en general se atendió la salud pública en forma programática; en la capital de la entidad se pavimentaron las primeras calles y fue ampliado el malecón, quedó construido el edificio propio de la Escuela Normal Urbana y abierto un moderno aeropuerto; la infraestructura educativa recibió un incremento considerable, así como la dotación de agua potable y energía eléctrica en las poblaciones más numerosas.

Sucedieron al gobernador Agustín Olachea dos de sus colaboradores, Petronilo Flores y Lucino Rebolledo; este último entregó la jefatura política en 1959 a Bonifacio Salinas Leal, nombrado por el presidente Adolfo López Mateos.

Respecto a la etapa que dirigió el nuevo gobierno, el mismo historiador Martínez expresa que “El general Salinas Leal ha estado laborando con gran entusiasmo por el progreso de la región, aunque, como siempre, bajo circunstancias no muy favorables en el terreno económico [...]”

En 1964, en los finales del mandato del presidente Adolfo López Mateos, el licenciado Hugo Cervantes del Río, director de Caminos y Puentes Federales, puso en operación el transbordador “La Paz”, construido especialmente en Japón para convertirse en lo que la publicidad oficial denominó “Un camino sobre el mar”, y que se constituyó en generador excepcional de cambios fundamentales para la vida sudcaliforniana en varios sentidos.

En la inminencia del arribo de Gustavo Díaz Ordaz a la presidencia de la República se gestaron nuevas inquietudes políticas aglutinadas alrededor del Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), cuyas acciones en esta segunda etapa estuvieron centradas en la demanda de gobernador civil para la entidad.

Cinco y medio meses después de asumir el cargo, el presidente Díaz Ordaz designó como su representante en el territorio a Hugo Cervantes del Río, quien emprendió su tarea a mediados de mayo de 1965. El gobierno cervantista fue de excepcional pulcritud financiera y de notables avances en todos los ramos de la administración pública, que pusieron las bases del desenvolvimiento político y económico que incluso tendría notables repercusiones aun tiempo después de cumplir su responsabilidad.

Bajo el lema de “La hora de Baja California Sur ha sonado”, llevó a cabo una política de comunicación cercana con todos los componentes de la sociedad regional e invitó a colaborar con él a un grupo de jóvenes profesionales con que se constituyó la primera generación de políticos y servidores públicos oriundos de la entidad.

Entre otras varias realizaciones de toda índole, fue sobresaliente su empeño en favorecer la participación democrática de la población mediante plebiscitos para designar delegados de gobierno, especie de ensayos para el próximo advenimiento de la vida municipal y estatal.

Casi al término de la presidencia de Díaz Ordaz se organizó el movimiento denominado “Loreto 70” que, junto a otras exigencias de carácter económico y social lanzó la de “gobernador nativo o con arraigo”.

En su discurso de toma de posesión de la presidencia del país, Luis Echeverría anunció que designaba a Félix Agramont Cota como gobernador del territorio de Baja California, quien tuvo entre sus labores más importantes la de organizar la reinstauración de los municipios libres en 1972.

A finales de 1973 fue terminada la carretera transpeninsular, y en octubre de 1974 el antiguo territorio federal de Baja California pasó a convertirse, junto con el de Quintana Roo, en nuevo estado de la federación mexicana.

El Senado de la República encomendó al mismo Agramont la gubernatura provisional de la media península, quien convocó a elecciones para diputados constituyentes por los siete distritos locales.

En noviembre de ese 1974 comenzó sus trabajos esa legislatura, que en enero del año siguiente entregó a los sudcalifornianos su primera Constitución Estatal, nueva norma para la convivencia interior que mediante diversas reformas y modificaciones ha ido adecuándose a las cambiantes circunstancias de la vida de esta sociedad que, entre aciertos y tropiezos, lealtades y defecciones, virtudes y felonías, va creciendo a su propio ritmo, segura de sí misma, fincadas las esperanzas en su rico pasado y su prometedor presente, no exento de dificultades, como siempre, pero confiada en sus valimientos y fortalezas.

En un vistazo de conjunto sobre esta etapa del desarrollo de Baja California Sur, el historiador Pablo L. Martínez comentó que por primera vez se dio importancia a la industria turística como factor de crecimiento económico; que se llevó a cabo en el territorio una campaña que logró abatir la pandemia de paludismo; fue creado el hospital antituberculoso y en general se atendió la salud pública en forma programática; en la capital de la entidad se pavimentaron las primeras calles y fue ampliado el malecón, quedó construido el edificio propio de la Escuela Normal Urbana y abierto un moderno aeropuerto; la infraestructura educativa recibió un incremento considerable, así como la dotación de agua potable y energía eléctrica en las poblaciones más numerosas.

Sucedieron al gobernador Agustín Olachea dos de sus colaboradores, Petronilo Flores y Lucino Rebolledo; este último entregó la jefatura política en 1959 a Bonifacio Salinas Leal, nombrado por el presidente Adolfo López Mateos.

Respecto a la etapa que dirigió el nuevo gobierno, el mismo historiador Martínez expresa que “El general Salinas Leal ha estado laborando con gran entusiasmo por el progreso de la región, aunque, como siempre, bajo circunstancias no muy favorables en el terreno económico [...]”

En 1964, en los finales del mandato del presidente Adolfo López Mateos, el licenciado Hugo Cervantes del Río, director de Caminos y Puentes Federales, puso en operación el transbordador “La Paz”, construido especialmente en Japón para convertirse en lo que la publicidad oficial denominó “Un camino sobre el mar”, y que se constituyó en generador excepcional de cambios fundamentales para la vida sudcaliforniana en varios sentidos.

En la inminencia del arribo de Gustavo Díaz Ordaz a la presidencia de la República se gestaron nuevas inquietudes políticas aglutinadas alrededor del Frente de Unificación Sudcaliforniano (FUS), cuyas acciones en esta segunda etapa estuvieron centradas en la demanda de gobernador civil para la entidad.

Cinco y medio meses después de asumir el cargo, el presidente Díaz Ordaz designó como su representante en el territorio a Hugo Cervantes del Río, quien emprendió su tarea a mediados de mayo de 1965. El gobierno cervantista fue de excepcional pulcritud financiera y de notables avances en todos los ramos de la administración pública, que pusieron las bases del desenvolvimiento político y económico que incluso tendría notables repercusiones aun tiempo después de cumplir su responsabilidad.

Bajo el lema de “La hora de Baja California Sur ha sonado”, llevó a cabo una política de comunicación cercana con todos los componentes de la sociedad regional e invitó a colaborar con él a un grupo de jóvenes profesionales con que se constituyó la primera generación de políticos y servidores públicos oriundos de la entidad.

Entre otras varias realizaciones de toda índole, fue sobresaliente su empeño en favorecer la participación democrática de la población mediante plebiscitos para designar delegados de gobierno, especie de ensayos para el próximo advenimiento de la vida municipal y estatal.

Casi al término de la presidencia de Díaz Ordaz se organizó el movimiento denominado “Loreto 70” que, junto a otras exigencias de carácter económico y social lanzó la de “gobernador nativo o con arraigo”.

En su discurso de toma de posesión de la presidencia del país, Luis Echeverría anunció que designaba a Félix Agramont Cota como gobernador del territorio de Baja California, quien tuvo entre sus labores más importantes la de organizar la reinstauración de los municipios libres en 1972.

A finales de 1973 fue terminada la carretera transpeninsular, y en octubre de 1974 el antiguo territorio federal de Baja California pasó a convertirse, junto con el de Quintana Roo, en nuevo estado de la federación mexicana.

El Senado de la República encomendó al mismo Agramont la gubernatura provisional de la media península, quien convocó a elecciones para diputados constituyentes por los siete distritos locales.

En noviembre de ese 1974 comenzó sus trabajos esa legislatura, que en enero del año siguiente entregó a los sudcalifornianos su primera Constitución Estatal, nueva norma para la convivencia interior que mediante diversas reformas y modificaciones ha ido adecuándose a las cambiantes circunstancias de la vida de esta sociedad que, entre aciertos y tropiezos, lealtades y defecciones, virtudes y felonías, va creciendo a su propio ritmo, segura de sí misma, fincadas las esperanzas en su rico pasado y su prometedor presente, no exento de dificultades, como siempre, pero confiada en sus valimientos y fortalezas.