/ viernes 6 de diciembre de 2019

Sanas asanas

Tandariola

Estoy en la espera rutinaria de en un centro de salud y cerca de mi hay varias mujeres de edad avanzada. Algunas tienen el semblante apesadumbrado y otras en sillas de ruedas son muy parlanchinas. Viene a mi mente otra venerable anciana. Su vida ya ha acumulado 101 años. A diferencia de las mujeres que observo, está sana y no toma ningún medicamento: Täo Porchon-Lynch, es hindú y activa maestra de yoga en Nueva York (La Vanguardia. 17/04/2019). En su Instagram comparte sus frases, asanas y momentos personales (taoporchonlynch100). Es una inspiración.

¿Por qué hablar hoy de yoga? Porque soy una entusiasta del bienestar individual como resultado del dominio de los estados negativos de la mente como el odio, la envidia y otros sentimientos que van minando el ánimo y el disfrute de una vida completa. En estos tiempos de ira, enfermedad y mezquindad, incluir en la vida cotidiana esta práctica puede ser un paso positivo para mejorar la existencia. La equilibra. Lo confirmo.

No es fortuito que esté en boga esta disciplina a nivel mundial. Aunque es una práctica milenaria, el yoga hoy atrae a muchas personas no solo por sus beneficios físicos, sino también por los mentales. Tiene cinco principios: ejercicio (asanas o posturas), respiración, relajación, dieta y meditación, aspectos que Swami Vishnudevananda extrajo de la esencia de esta disciplina ancestral para hacerla accesible y la difundió por el mundo (www.sivananda.org.ar).

Es tan beneficiosa la práctica del yoga que pueden incluirse algunas posturas durante las jornadas laborales que ayudan a reducir el estrés, mejorar la postura y hasta quitar la tensión muscular por el uso repetido, el mouse por ejemplo. Las posturas Parvatasana (montaña) y Gomukhasana (cara de vaca) son estupendas para relajar el cuello, la espalda y los hombros (Times of India. 5/12/2019).

Por supuesto actualmente hay varios estilos de yoga, como el hatha que se orienta más al trabajo corporal; el vinyasa que se encamina a hacer las asanas sin detenerse; y el ashtanga que concilia las posturas y la meditación, por lo que a este se le considera el más completo.

En México existen organismos de la sociedad civil que aglutinan escuelas, como la Federación y el Instituto Mexicano de Yoga. Al 2019 se tienen registrados 429 lugares de yoga a nivel nacional, siendo la CDMX la que más tiene: 63; le sigue el Estado de México con 38 y Jalisco con 30. Por supuesto, en Baja California Sur también se practica, hay 6 lugares en la entidad, 4 en Los Cabos y 2 en La Paz; también Guerrero y Morelos tienen 6. Incluso la media península tiene más sitios de yoga que entidades con mayor población como Oaxaca que tiene 5; Tlaxcala 4, Zacatecas 3, Colima 3 y Campeche solo 2 (INEGI. DENUE).

Claro está, “El yoga no necesita datos para medir sus beneficios” (The Finantial Times. 18/01/2019), bueno, al menos en el cuerpo, porque en el tema económico sí. Descubrieron un nicho de mercado. Datos disponibles indican que al menos en Estados Unidos, es la cuarta industria de mayor crecimiento en el reciente lustro y crece 20% al año; las sesiones en centros certificados en México pueden costar desde 200 pesos, aunado a una gama de productos, como el necesario asanamat o tapete desde 100 pesos, ropa desde 300 pesos o cojines de 200 pesos (El Economista. 21/8/2018).

Independientemente de lo que se gaste o donde se realice, cualquiera puede practicar y beneficiarse. Una nota que leí recién me convenció aún más de ello. En Uruguay, hace más de cinco años que el Espacio Ombijam trabaja con reclusos a través del programa Yoga y Valores, con el fin de ayudarlos en su rehabilitación y reinserción social. Sus resultados son promisorios (www.mundo.sputniknews.com). Lo reitero. El único impedimento es decidirse a practicarlo.

Eytale!

El mat está marcado ya por mis pies. Me preparo. Respiro con profundidad. Enfoco mi vista en un punto como una guía que me abstrae del ruido distractor de los autos de la avenida. Hago las posturas despacio, sintiendo mi cuerpo. Termino en Savásana, la relajación total. Medito unos minutos. Canto unos mantras. Fluyo.Los perros y los gatos practican sus posturas. En ellos se basaron los primeros yoguis. Namasté.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

Tandariola

Estoy en la espera rutinaria de en un centro de salud y cerca de mi hay varias mujeres de edad avanzada. Algunas tienen el semblante apesadumbrado y otras en sillas de ruedas son muy parlanchinas. Viene a mi mente otra venerable anciana. Su vida ya ha acumulado 101 años. A diferencia de las mujeres que observo, está sana y no toma ningún medicamento: Täo Porchon-Lynch, es hindú y activa maestra de yoga en Nueva York (La Vanguardia. 17/04/2019). En su Instagram comparte sus frases, asanas y momentos personales (taoporchonlynch100). Es una inspiración.

¿Por qué hablar hoy de yoga? Porque soy una entusiasta del bienestar individual como resultado del dominio de los estados negativos de la mente como el odio, la envidia y otros sentimientos que van minando el ánimo y el disfrute de una vida completa. En estos tiempos de ira, enfermedad y mezquindad, incluir en la vida cotidiana esta práctica puede ser un paso positivo para mejorar la existencia. La equilibra. Lo confirmo.

No es fortuito que esté en boga esta disciplina a nivel mundial. Aunque es una práctica milenaria, el yoga hoy atrae a muchas personas no solo por sus beneficios físicos, sino también por los mentales. Tiene cinco principios: ejercicio (asanas o posturas), respiración, relajación, dieta y meditación, aspectos que Swami Vishnudevananda extrajo de la esencia de esta disciplina ancestral para hacerla accesible y la difundió por el mundo (www.sivananda.org.ar).

Es tan beneficiosa la práctica del yoga que pueden incluirse algunas posturas durante las jornadas laborales que ayudan a reducir el estrés, mejorar la postura y hasta quitar la tensión muscular por el uso repetido, el mouse por ejemplo. Las posturas Parvatasana (montaña) y Gomukhasana (cara de vaca) son estupendas para relajar el cuello, la espalda y los hombros (Times of India. 5/12/2019).

Por supuesto actualmente hay varios estilos de yoga, como el hatha que se orienta más al trabajo corporal; el vinyasa que se encamina a hacer las asanas sin detenerse; y el ashtanga que concilia las posturas y la meditación, por lo que a este se le considera el más completo.

En México existen organismos de la sociedad civil que aglutinan escuelas, como la Federación y el Instituto Mexicano de Yoga. Al 2019 se tienen registrados 429 lugares de yoga a nivel nacional, siendo la CDMX la que más tiene: 63; le sigue el Estado de México con 38 y Jalisco con 30. Por supuesto, en Baja California Sur también se practica, hay 6 lugares en la entidad, 4 en Los Cabos y 2 en La Paz; también Guerrero y Morelos tienen 6. Incluso la media península tiene más sitios de yoga que entidades con mayor población como Oaxaca que tiene 5; Tlaxcala 4, Zacatecas 3, Colima 3 y Campeche solo 2 (INEGI. DENUE).

Claro está, “El yoga no necesita datos para medir sus beneficios” (The Finantial Times. 18/01/2019), bueno, al menos en el cuerpo, porque en el tema económico sí. Descubrieron un nicho de mercado. Datos disponibles indican que al menos en Estados Unidos, es la cuarta industria de mayor crecimiento en el reciente lustro y crece 20% al año; las sesiones en centros certificados en México pueden costar desde 200 pesos, aunado a una gama de productos, como el necesario asanamat o tapete desde 100 pesos, ropa desde 300 pesos o cojines de 200 pesos (El Economista. 21/8/2018).

Independientemente de lo que se gaste o donde se realice, cualquiera puede practicar y beneficiarse. Una nota que leí recién me convenció aún más de ello. En Uruguay, hace más de cinco años que el Espacio Ombijam trabaja con reclusos a través del programa Yoga y Valores, con el fin de ayudarlos en su rehabilitación y reinserción social. Sus resultados son promisorios (www.mundo.sputniknews.com). Lo reitero. El único impedimento es decidirse a practicarlo.

Eytale!

El mat está marcado ya por mis pies. Me preparo. Respiro con profundidad. Enfoco mi vista en un punto como una guía que me abstrae del ruido distractor de los autos de la avenida. Hago las posturas despacio, sintiendo mi cuerpo. Termino en Savásana, la relajación total. Medito unos minutos. Canto unos mantras. Fluyo.Los perros y los gatos practican sus posturas. En ellos se basaron los primeros yoguis. Namasté.

Comunicóloga, fotógrafa, diseñadora y sibarita. iliana.peralta@gmail.com. En Twitter @LA_PERALTA La Tandariola también se escucha. Disponible en podcast en Ivoox.

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