/ domingo 31 de julio de 2022

San Ignacio de Loyola en California

Este 31 de julio es día del calendario cristiano dedicado a Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y por tanto corresponde a la celebración en el sitio ex cochimí de Cadacaamán (arroyo de carrizales) donde fue erigida la sede de la misión jesuítica en honor a dicho personaje español.

Íñigo López de Loyola

Era nativo de Azpeitia (Guipúzcoa), donde nació en 1491. En pos de su pretensión de ser caballero, su padre lo envió a Castilla al cargo de un amigo suyo, ministro de Fernando el Católico. Después de intensa actividad en la corte participó en la defensa de Pamplona donde fue herido por una bala de cañón que lo dejó cojo el resto de su vida.

Decidido a peregrinar a Tierra Santa llegó hasta el santuario de Montserrat donde hizo voto de castidad y cambió la indumentaria por la de mendigo. Decidido a embarcarse a Italia se presentó una epidemia y tuvo que detenerse y vivir un largo periodo de aislamiento que dedicó a la meditación y a la escritura de una serie de consejos y reflexiones que más tarde formaron la base de los Ejercicios espirituales.

El superior de los franciscanos le impidió establecerse en Tierra Santa considerando que sus conocimientos en teología eran insuficientes. Regresó a Europa y cursó estudios en Salamanca y París.

En esta ciudad cambió su nombre por el de Ignacio, en homenaje al santo de Antioquía, a quien admiraba por su cristianismo y obediencia a la Iglesia, que serían fundamentos de la Compañía de Jesús. Para 1534 tenía ya algunos seguidores, entre ellos Francisco Javier, uno de los pilares de la corporación que pensaba fundar.
El 15 de agosto de ese mismo año instituyeron la Compañía o Sociedad de Jesús (S. J.), con sentido de organización militar y básicamente para enfrentar la reforma religiosa promovida por Martín Lutero. Se pusieron a las órdenes del papa quien les dio la aprobación y permitió ordenarse sacerdotes.

Esos primeros jesuitas fueron enviados por toda Europa, al Asia y al resto del mundo, llevando por todas partes su mensaje de pobreza, caridad y obediencia absoluta al Papa.

Consciente de que la educación es principio esencial de todo crecimiento humano, Ignacio dispuso la preparación cultural y teológica de los jóvenes, para lo cual formó un cuerpo de docentes y fundó diversos colegios que llegaron a adquirir bien ganada reputación universal gracias al elevado nivel científico y a un programa de estudios que incluso fue tomado como ejemplo por centros laicos de enseñanza.

Hasta el presente, las instituciones educativas jesuíticas mantienen y acrecientan prestigio por su calidad y elevado nivel educativo. Ejemplos en México son la Universidad Iberoamericana (con campus en varias partes del país) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en Guadalajara, que integran el conjunto de 228 universidades en el mundo.

Ignacio permaneció en Roma para coordinar las actividades de la Compañía. Murió el 31 de julio de 1556, fue canonizado y sus restos se conservan en la iglesia de Jesús en Roma.

La misión de San Ignacio en California

El sitio nombrado Cadacaamán en lengua cochimí fue localizado por el padre Francisco María Píccolo en 1716, y la misión dedicada al fundador de la Compañía quedó establecida ahí en 1724 con fondos propios (de herencia familiar) del padre Juan Bautista Luyando, junto con su compañero de religión Sebastián de Sistiaga; el propio Luyando fue su primer sacerdote durante los cinco años iniciales.

Mediante canales de riego se introdujeron cultivos de trigo, higos, uvas, dátiles y granadas. Sus visitas fueron San Borja, San Joaquín, San Sabás, Santa María Magdalena, Nuestra Señora de los Dolores, San Atanasio, Santa Mónica, Santa Martha, Santa Lucía, Santa Ninfa, Santa Clara, Santa Ana y San Juan Bautista.

La epidemia de peste en 1729 y consecutivas inundaciones abatieron a la población nativa, al grado de que en el año 1800 quedaban 130 aborígenes.

La construcción de piedra de esta iglesia fue empezada por Fernando Consag, S. J., y fue terminada en 1786 por el dominico Juan Crisóstomo Gómez.

“A pesar de que fue abandonado en 1840, el templo ha estado en uso continuo desde entonces. Se conservan una campana, la estatua de san Ignacio de Loyola, cuatro imágenes en los nichos de la fachada, el púlpito de madera y un retablo dorado con ocho óleos, todos del siglo XVIII.” (W. Michael Mathes, Las misiones de Baja California 1683-1849, Gob. de BCS, 1977, 209 págs.)

emc.prensa@gmail.com

https://www.facebook.com/eligiomoises.coronado

Este 31 de julio es día del calendario cristiano dedicado a Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, y por tanto corresponde a la celebración en el sitio ex cochimí de Cadacaamán (arroyo de carrizales) donde fue erigida la sede de la misión jesuítica en honor a dicho personaje español.

Íñigo López de Loyola

Era nativo de Azpeitia (Guipúzcoa), donde nació en 1491. En pos de su pretensión de ser caballero, su padre lo envió a Castilla al cargo de un amigo suyo, ministro de Fernando el Católico. Después de intensa actividad en la corte participó en la defensa de Pamplona donde fue herido por una bala de cañón que lo dejó cojo el resto de su vida.

Decidido a peregrinar a Tierra Santa llegó hasta el santuario de Montserrat donde hizo voto de castidad y cambió la indumentaria por la de mendigo. Decidido a embarcarse a Italia se presentó una epidemia y tuvo que detenerse y vivir un largo periodo de aislamiento que dedicó a la meditación y a la escritura de una serie de consejos y reflexiones que más tarde formaron la base de los Ejercicios espirituales.

El superior de los franciscanos le impidió establecerse en Tierra Santa considerando que sus conocimientos en teología eran insuficientes. Regresó a Europa y cursó estudios en Salamanca y París.

En esta ciudad cambió su nombre por el de Ignacio, en homenaje al santo de Antioquía, a quien admiraba por su cristianismo y obediencia a la Iglesia, que serían fundamentos de la Compañía de Jesús. Para 1534 tenía ya algunos seguidores, entre ellos Francisco Javier, uno de los pilares de la corporación que pensaba fundar.
El 15 de agosto de ese mismo año instituyeron la Compañía o Sociedad de Jesús (S. J.), con sentido de organización militar y básicamente para enfrentar la reforma religiosa promovida por Martín Lutero. Se pusieron a las órdenes del papa quien les dio la aprobación y permitió ordenarse sacerdotes.

Esos primeros jesuitas fueron enviados por toda Europa, al Asia y al resto del mundo, llevando por todas partes su mensaje de pobreza, caridad y obediencia absoluta al Papa.

Consciente de que la educación es principio esencial de todo crecimiento humano, Ignacio dispuso la preparación cultural y teológica de los jóvenes, para lo cual formó un cuerpo de docentes y fundó diversos colegios que llegaron a adquirir bien ganada reputación universal gracias al elevado nivel científico y a un programa de estudios que incluso fue tomado como ejemplo por centros laicos de enseñanza.

Hasta el presente, las instituciones educativas jesuíticas mantienen y acrecientan prestigio por su calidad y elevado nivel educativo. Ejemplos en México son la Universidad Iberoamericana (con campus en varias partes del país) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), en Guadalajara, que integran el conjunto de 228 universidades en el mundo.

Ignacio permaneció en Roma para coordinar las actividades de la Compañía. Murió el 31 de julio de 1556, fue canonizado y sus restos se conservan en la iglesia de Jesús en Roma.

La misión de San Ignacio en California

El sitio nombrado Cadacaamán en lengua cochimí fue localizado por el padre Francisco María Píccolo en 1716, y la misión dedicada al fundador de la Compañía quedó establecida ahí en 1724 con fondos propios (de herencia familiar) del padre Juan Bautista Luyando, junto con su compañero de religión Sebastián de Sistiaga; el propio Luyando fue su primer sacerdote durante los cinco años iniciales.

Mediante canales de riego se introdujeron cultivos de trigo, higos, uvas, dátiles y granadas. Sus visitas fueron San Borja, San Joaquín, San Sabás, Santa María Magdalena, Nuestra Señora de los Dolores, San Atanasio, Santa Mónica, Santa Martha, Santa Lucía, Santa Ninfa, Santa Clara, Santa Ana y San Juan Bautista.

La epidemia de peste en 1729 y consecutivas inundaciones abatieron a la población nativa, al grado de que en el año 1800 quedaban 130 aborígenes.

La construcción de piedra de esta iglesia fue empezada por Fernando Consag, S. J., y fue terminada en 1786 por el dominico Juan Crisóstomo Gómez.

“A pesar de que fue abandonado en 1840, el templo ha estado en uso continuo desde entonces. Se conservan una campana, la estatua de san Ignacio de Loyola, cuatro imágenes en los nichos de la fachada, el púlpito de madera y un retablo dorado con ocho óleos, todos del siglo XVIII.” (W. Michael Mathes, Las misiones de Baja California 1683-1849, Gob. de BCS, 1977, 209 págs.)

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