/ martes 24 de julio de 2018

REFLEXIONES DE LA VIDA

La Sombra 

Joaco Renero

¿Cuántas cosas hay dentro de nosotros que simplemente nos desagradan? Yo creo que ninguno de nosotros deseamos enseñar esa lista indiscreta, la cual es larga, donde nos hemos dicho todas las cosas más crueles e hirientes que se puedan decir, también tenemos en puño y letra aquellas cosas que no podemos cambiar y que tanto nos fastidian. Pero, ¿por qué nos sentimos tan infelices de no amar La Sombra que habita dentro de nosotros? 

Lo mejor sería empezar respondiendo a la pregunta: ¿Qué es La Sombra? En términos psicológicos, La Sombra es aquella parte reprimida de nuestro ego; son los aspectos que poseemos que nos resultan difíciles de reconocer; son los sentimientos y pensamientos no aceptados que han tomado vida en lo más recóndito de nuestra mente. 

Puede que muchos sostengan una fachada perfecta por fuera y conserven estrategias para disfrazar su vulnerabilidad, pero la gran verdad es que todos, a excepción de nadie, tenemos que trabajar en iluminar ese espacio ausente de luz y amor por la simple razón que conforma parte de quien somos y en quien nos podemos convertir. Jung decía que el Dios viviente únicamente puede ser encontrado donde menos queremos buscar. 

Pero somos muchos los que ampliamos esa sombra con decepciones, resentimientos, celos, vergüenza y rabia. Vamos dejando esa sombra atrás, tristemente nos negamos a querer y aceptar esa parte de nosotros que nos duele saber es nuestra. No hacemos más por hacer amistad con ese lado que nos pertenece no menos que otro. Huimos de éste y exclusivamente lo visitamos cuando se presenta, no buscamos ir, simplemente llegamos ahí. Y a veces hasta lloramos por la oscuridad que sentimos correr por nuestras venas, ésta nos aterra y desearíamos desecharla. Es lógico que acabemos cansados de los aspectos que nos negamos a desarrollar y que por ende traen carencias a nuestro día a día. 

Es imposible vivir sin tomar elecciones a cada segundo. Polarizamos todo en esta vida. Desde que despertamos decidimos; bueno o malo, frío o caliente, blanco o negro. Pareciera que estamos destinados por los siglos de los siglos a juzgar o decidir cada cosa que se nos atraviesa o cada experiencia que vivimos ―como si no hubiese más matices en la vida―, es ahí donde empieza el gran dilema que no logramos resolver, ese conflicto interno que yace en la no aceptación, caemos en el juego de dividir y nos dividimos a nosotros mismos, no aceptamos que todo esto es una creación de la psiquis humana y por ende sólo se manifestará dentro de esos límites. Tenemos que pensar fuera de la caja, en este caso fuera de los límites de la mente. Porque si no lo hacemos, ese lugar que odiamos en nosotros mismos irá creciendo, por el simple hecho de que nuestra mente lo ha querido así y no hacemos nada en absoluto para detenerlo. 

Por otro lado, el alma no está hecha para polarizar todo lo que somos o lo que vivimos y sabe que todas las vivencias que nos ocurren son neutras y que cada una nos deja una enseñanza ―es ahí donde está el beneficio de no polarizar―. El alma no juzga, ni clasifica, ni divide como lo hace la mente a cada momento; el alma simplemente es. Sin embargo, la mente nos hace crear enemigos y fantasmas que ni siquiera son reales, ¡nos limita!, y nos limita a amarnos completamente tal cual somos. Porque no nada más somos seres mentales, somos también seres espirituales. Nuestro ser espiritual también necesita dedicación por parte nuestra. Se trata de encontrar un camino hacia la integración de nuestro ser en su totalidad. 

Somos más que almas en un cuerpo orgánico con una mente computarizada, es por eso que tenemos que trabajar en amar nuestro ser en su universalidad con todos sus sabores y colores. Sobre todo, aquel lugar que hemos llamado, La Sombra, el cual reside en cada uno y hemos guardado en el expediente clasificado como negativo. Así nos enseñaron desde el comienzo, que tenemos que descartar todo aquello que no nos agrada de nosotros mismos. Tendemos a querer corregirlo, y lo hacemos, muchas veces hay cosas que la mente debe reformar, pero el alma no se equivoca y hay cosas en nosotros que simplemente tienen que ser obscuras.

Ya deja de pelear con tu lado obscuro o dejarlo a un lado, empieza a invitarlo poco a poco a ti, comienza a amarlo y comprenderle, ese lado de nosotros que nos han enseñado a no querer está esperando a que le tendamos la mano y le ofrezcamos nuestra amistad; tenemos que abrazarlo, es parte esencial de nosotros y tenemos que aprender que la realidad es, que sin nuestras lágrimas, sin nuestros corazones rotos, sin nuestras desilusiones, sin nuestras derrotas, sin nuestro dolor, simplemente, no habría vida con lecciones por aprender. No podríamos evolucionar. 

Aunque pareciera que lo obscuro es precisamente negativo, al final de cuentas es en la obscuridad donde descubrimos muchas cosas de nosotros mismos que no sabíamos antes, es dónde se desatan muchas de nuestras batallas que necesitamos para poder ser libres y encontrar el amor incondicional. Somos humanos multifacéticos, llenos de luz y obscuridad, sin uno y el otro no seríamos la obra maestra del creador. No debemos pasar otro día negándonos y amándonos tal cual somos en conjunto. Abrázate enteramente, sólo a través de la integración de todas nuestras partes es que podemos ser libres, felices y plenos.

 

Email:  HYPERLINK "javascript:top.fnSendTo('Joaco.Renero@Gmail.com')" \o "Enviar un mensaje a Joaco.Renero@Gmail.com" \t "_top" Joaco.Renero@Gmail.com

La Sombra 

Joaco Renero

¿Cuántas cosas hay dentro de nosotros que simplemente nos desagradan? Yo creo que ninguno de nosotros deseamos enseñar esa lista indiscreta, la cual es larga, donde nos hemos dicho todas las cosas más crueles e hirientes que se puedan decir, también tenemos en puño y letra aquellas cosas que no podemos cambiar y que tanto nos fastidian. Pero, ¿por qué nos sentimos tan infelices de no amar La Sombra que habita dentro de nosotros? 

Lo mejor sería empezar respondiendo a la pregunta: ¿Qué es La Sombra? En términos psicológicos, La Sombra es aquella parte reprimida de nuestro ego; son los aspectos que poseemos que nos resultan difíciles de reconocer; son los sentimientos y pensamientos no aceptados que han tomado vida en lo más recóndito de nuestra mente. 

Puede que muchos sostengan una fachada perfecta por fuera y conserven estrategias para disfrazar su vulnerabilidad, pero la gran verdad es que todos, a excepción de nadie, tenemos que trabajar en iluminar ese espacio ausente de luz y amor por la simple razón que conforma parte de quien somos y en quien nos podemos convertir. Jung decía que el Dios viviente únicamente puede ser encontrado donde menos queremos buscar. 

Pero somos muchos los que ampliamos esa sombra con decepciones, resentimientos, celos, vergüenza y rabia. Vamos dejando esa sombra atrás, tristemente nos negamos a querer y aceptar esa parte de nosotros que nos duele saber es nuestra. No hacemos más por hacer amistad con ese lado que nos pertenece no menos que otro. Huimos de éste y exclusivamente lo visitamos cuando se presenta, no buscamos ir, simplemente llegamos ahí. Y a veces hasta lloramos por la oscuridad que sentimos correr por nuestras venas, ésta nos aterra y desearíamos desecharla. Es lógico que acabemos cansados de los aspectos que nos negamos a desarrollar y que por ende traen carencias a nuestro día a día. 

Es imposible vivir sin tomar elecciones a cada segundo. Polarizamos todo en esta vida. Desde que despertamos decidimos; bueno o malo, frío o caliente, blanco o negro. Pareciera que estamos destinados por los siglos de los siglos a juzgar o decidir cada cosa que se nos atraviesa o cada experiencia que vivimos ―como si no hubiese más matices en la vida―, es ahí donde empieza el gran dilema que no logramos resolver, ese conflicto interno que yace en la no aceptación, caemos en el juego de dividir y nos dividimos a nosotros mismos, no aceptamos que todo esto es una creación de la psiquis humana y por ende sólo se manifestará dentro de esos límites. Tenemos que pensar fuera de la caja, en este caso fuera de los límites de la mente. Porque si no lo hacemos, ese lugar que odiamos en nosotros mismos irá creciendo, por el simple hecho de que nuestra mente lo ha querido así y no hacemos nada en absoluto para detenerlo. 

Por otro lado, el alma no está hecha para polarizar todo lo que somos o lo que vivimos y sabe que todas las vivencias que nos ocurren son neutras y que cada una nos deja una enseñanza ―es ahí donde está el beneficio de no polarizar―. El alma no juzga, ni clasifica, ni divide como lo hace la mente a cada momento; el alma simplemente es. Sin embargo, la mente nos hace crear enemigos y fantasmas que ni siquiera son reales, ¡nos limita!, y nos limita a amarnos completamente tal cual somos. Porque no nada más somos seres mentales, somos también seres espirituales. Nuestro ser espiritual también necesita dedicación por parte nuestra. Se trata de encontrar un camino hacia la integración de nuestro ser en su totalidad. 

Somos más que almas en un cuerpo orgánico con una mente computarizada, es por eso que tenemos que trabajar en amar nuestro ser en su universalidad con todos sus sabores y colores. Sobre todo, aquel lugar que hemos llamado, La Sombra, el cual reside en cada uno y hemos guardado en el expediente clasificado como negativo. Así nos enseñaron desde el comienzo, que tenemos que descartar todo aquello que no nos agrada de nosotros mismos. Tendemos a querer corregirlo, y lo hacemos, muchas veces hay cosas que la mente debe reformar, pero el alma no se equivoca y hay cosas en nosotros que simplemente tienen que ser obscuras.

Ya deja de pelear con tu lado obscuro o dejarlo a un lado, empieza a invitarlo poco a poco a ti, comienza a amarlo y comprenderle, ese lado de nosotros que nos han enseñado a no querer está esperando a que le tendamos la mano y le ofrezcamos nuestra amistad; tenemos que abrazarlo, es parte esencial de nosotros y tenemos que aprender que la realidad es, que sin nuestras lágrimas, sin nuestros corazones rotos, sin nuestras desilusiones, sin nuestras derrotas, sin nuestro dolor, simplemente, no habría vida con lecciones por aprender. No podríamos evolucionar. 

Aunque pareciera que lo obscuro es precisamente negativo, al final de cuentas es en la obscuridad donde descubrimos muchas cosas de nosotros mismos que no sabíamos antes, es dónde se desatan muchas de nuestras batallas que necesitamos para poder ser libres y encontrar el amor incondicional. Somos humanos multifacéticos, llenos de luz y obscuridad, sin uno y el otro no seríamos la obra maestra del creador. No debemos pasar otro día negándonos y amándonos tal cual somos en conjunto. Abrázate enteramente, sólo a través de la integración de todas nuestras partes es que podemos ser libres, felices y plenos.

 

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