/ jueves 12 de julio de 2018

Recuento

A nadie deben sorprender los resultados de las elecciones de este primero de julio, luego de doce años de empecinada tarea de socavar las realizaciones presidenciales, que López Obrador arreció desde su apabullante derrota frente a Peña Nieto en 2012.

Doce largos años de campaña saltando las limitaciones de la Ley Electoral, fueron dedicados a negar con sofismas los evidentes logros y a acrecentar las equivocaciones de la gestión peñanietista.

Ésta, por su parte, empeñada (literalmente) en las reformas necesarias, los cambios y avances en todos sentidos a los que apostó su capital político, descuidó uno de los factores básicos de todo sistema administrativo: la información.

Faltó dar difusión, publicidad y dimensión suficientes a los logros oficiales, desde la cúspide presidencial pasando por las secretarías de estado y sus delegaciones en provincia.

Algunos execrables elementos de su partido, en situación de gobierno, se dedicaron a depredar con singular desenfreno sus respectivos erarios y a cometer arbitrariedades de todo jaez para enriquecerse al cobijo del poder. Algunos han sido encausados, perseguidos y castigados, pero otros han logrado todavía escapar a la acción de la justicia.

Todo ello fue oportunamente aprovechado por la dirigencia y las huestes opositoras colocadas con sagacidad en los medios impresos, televisivos, radiofónicos y, con verdadero ímpetu, en los digitales, lo cual estructuró un entramado impresionante y eficaz, dedicado de tiempo completo a bajar las defensas de popularidad con que empezó el régimen, a pesar de sus conquistas incuestionables en bien del país.

De última hora, desde el poder ejecutivo federal se organizó el programa “Queremos que lo bueno siga contando”, pero ya la descalificación opositora había hecho sus efectos devastadores.

Valga citar algunos puntos de eso bueno, tangibles y conocidos por todos pero negados y ocultados de modo sistemático desde los puestos de tiro de la oposición encabezada por su líder.

- Situó los niveles de pobreza en los más bajos de la historia de México, y dos millones de mexicanos dejaron de ser víctimas de la pobreza extrema.

- El Seguro Popular alcanza ahora a proteger a más de 53 millones de mexicanos.

- Fue recuperada por el estado la dirección del sistema educativo, y se puso en acción el nuevo modelo que se propone contar con mejores maestros, escuelas y contenidos, cuyos efectos deberán ser evaluados a mediano y largo plazos. Sin embargo, hubo quienes, incapaces de calcular el alcance de sus objetivos o empecinados en la intransigencia, quisieron reducir el ahínco educativo a una simple estratagema de carácter laboral.

- Hasta la medición en 2017 se obtuvo la cifra inédita de tres millones de trabajos formales, con lo que la generación de empleos logró cifras jamás registradas.

- Se hallan a la vista de quienes deseen informarse, los avances en el sector de telecomunicaciones mediante la reforma de este sector, especialmente en sus ventajas para el bolsillo de la gente.

- En materia de equidad de género, evidentemente estamos mejor que hace seis años.

- México se encuentra en el número 15 de las mayores economías del mundo, y en el sexto en materia de turismo.

Todos estos avances han convertido a México en una economía emergente y en un país en crecimiento.

Y ello como parte de un planeta conflictuado en muchos sentidos, con problemas internos insolutos en seguridad a pesar de las muchas energías aplicadas en atenderlos y resolverlos, en paz y diálogo con el resto del mundo, en un ámbito incontrovertible de libertades y oportunidades individuales y colectivas. Hacemos votos porque el nuevo gobierno se ocupe de ampliarlas, y renuncie a toda intención de conculcarlas en beneficio de un proyecto aún por definir, por sus contradicciones y marchas atrás, en el que puede advertirse la flaqueza de tener en el centro de su operatividad a un personaje que, carismático y todo, posee las condiciones para ceder a un absolutismo que al final podría redituar un saldo indeseado para el país.

Se puede decir que esta serie de reflexiones constituyen una recapitulación a destiempo, pero puede resultar útil a quien tenga entre sus pendientes alguna forma de explicación sobre lo ocurrido en el proceso comicial mexicano de 2018.

En su último informe como presidente de México, PN hizo un llamado enérgico a reconocer la estatura alcanzada por el país en un entorno internacional difícil, e hizo un recuento breve de ello.

Ya fue tarde: los estrategas de la negación habían logrado, durante dos sexenios, sembrar y cultivar la simiente de la crítica destructiva y la consecuente descalificación, desdibujando la percepción de los hechos concretos y sustituyéndola por el encono y la rabia hasta desembocar en el odio contra un sistema que trabajó bien y para todos.

La cosecha fue el resultado de las elecciones de este primero de julio…

A nadie deben sorprender los resultados de las elecciones de este primero de julio, luego de doce años de empecinada tarea de socavar las realizaciones presidenciales, que López Obrador arreció desde su apabullante derrota frente a Peña Nieto en 2012.

Doce largos años de campaña saltando las limitaciones de la Ley Electoral, fueron dedicados a negar con sofismas los evidentes logros y a acrecentar las equivocaciones de la gestión peñanietista.

Ésta, por su parte, empeñada (literalmente) en las reformas necesarias, los cambios y avances en todos sentidos a los que apostó su capital político, descuidó uno de los factores básicos de todo sistema administrativo: la información.

Faltó dar difusión, publicidad y dimensión suficientes a los logros oficiales, desde la cúspide presidencial pasando por las secretarías de estado y sus delegaciones en provincia.

Algunos execrables elementos de su partido, en situación de gobierno, se dedicaron a depredar con singular desenfreno sus respectivos erarios y a cometer arbitrariedades de todo jaez para enriquecerse al cobijo del poder. Algunos han sido encausados, perseguidos y castigados, pero otros han logrado todavía escapar a la acción de la justicia.

Todo ello fue oportunamente aprovechado por la dirigencia y las huestes opositoras colocadas con sagacidad en los medios impresos, televisivos, radiofónicos y, con verdadero ímpetu, en los digitales, lo cual estructuró un entramado impresionante y eficaz, dedicado de tiempo completo a bajar las defensas de popularidad con que empezó el régimen, a pesar de sus conquistas incuestionables en bien del país.

De última hora, desde el poder ejecutivo federal se organizó el programa “Queremos que lo bueno siga contando”, pero ya la descalificación opositora había hecho sus efectos devastadores.

Valga citar algunos puntos de eso bueno, tangibles y conocidos por todos pero negados y ocultados de modo sistemático desde los puestos de tiro de la oposición encabezada por su líder.

- Situó los niveles de pobreza en los más bajos de la historia de México, y dos millones de mexicanos dejaron de ser víctimas de la pobreza extrema.

- El Seguro Popular alcanza ahora a proteger a más de 53 millones de mexicanos.

- Fue recuperada por el estado la dirección del sistema educativo, y se puso en acción el nuevo modelo que se propone contar con mejores maestros, escuelas y contenidos, cuyos efectos deberán ser evaluados a mediano y largo plazos. Sin embargo, hubo quienes, incapaces de calcular el alcance de sus objetivos o empecinados en la intransigencia, quisieron reducir el ahínco educativo a una simple estratagema de carácter laboral.

- Hasta la medición en 2017 se obtuvo la cifra inédita de tres millones de trabajos formales, con lo que la generación de empleos logró cifras jamás registradas.

- Se hallan a la vista de quienes deseen informarse, los avances en el sector de telecomunicaciones mediante la reforma de este sector, especialmente en sus ventajas para el bolsillo de la gente.

- En materia de equidad de género, evidentemente estamos mejor que hace seis años.

- México se encuentra en el número 15 de las mayores economías del mundo, y en el sexto en materia de turismo.

Todos estos avances han convertido a México en una economía emergente y en un país en crecimiento.

Y ello como parte de un planeta conflictuado en muchos sentidos, con problemas internos insolutos en seguridad a pesar de las muchas energías aplicadas en atenderlos y resolverlos, en paz y diálogo con el resto del mundo, en un ámbito incontrovertible de libertades y oportunidades individuales y colectivas. Hacemos votos porque el nuevo gobierno se ocupe de ampliarlas, y renuncie a toda intención de conculcarlas en beneficio de un proyecto aún por definir, por sus contradicciones y marchas atrás, en el que puede advertirse la flaqueza de tener en el centro de su operatividad a un personaje que, carismático y todo, posee las condiciones para ceder a un absolutismo que al final podría redituar un saldo indeseado para el país.

Se puede decir que esta serie de reflexiones constituyen una recapitulación a destiempo, pero puede resultar útil a quien tenga entre sus pendientes alguna forma de explicación sobre lo ocurrido en el proceso comicial mexicano de 2018.

En su último informe como presidente de México, PN hizo un llamado enérgico a reconocer la estatura alcanzada por el país en un entorno internacional difícil, e hizo un recuento breve de ello.

Ya fue tarde: los estrategas de la negación habían logrado, durante dos sexenios, sembrar y cultivar la simiente de la crítica destructiva y la consecuente descalificación, desdibujando la percepción de los hechos concretos y sustituyéndola por el encono y la rabia hasta desembocar en el odio contra un sistema que trabajó bien y para todos.

La cosecha fue el resultado de las elecciones de este primero de julio…