/ martes 15 de junio de 2021

Puesta en escena

En este México tan convulso, nadie pudiera decir, públicamente que está a favor de la corrupción. Eso sí: unos lo harían, convencidamente, pero otros, solo de dientes para afuera.

Porque es cierto: en este país y tantos otros, eso de hacer trampa para conseguir algo o quedarte para sí y tu enriquecimiento propio, es práctica común y todos hacen o como que hacen algo para desterrar estas prácticas, a fin de que ya no haya mañosos y si los hay, que se le procese y reciba su merecido.

Es lo que quieren todos, pero repito: unos convencidamente, pero otros, solo de dientes para afuera.

No tengo idea cuando se vaya a terminar esto. Hay leyes y hay delitos al respecto. Hay discursos y hasta planes nacionales de desarrollo que, por encima de todo, ponen el combate a la corrupción como una prioridad.

Que padre. Very good.

Nomás que más tarde que nunca, nos enteramos que eso no se quiere tanto como se dice y cuando menos se espera, no falta el periodista incómodo que, con un reportaje incontrovertible, saca a flote a ese que ayer decía que todo iba a cambiar y que la corrupción era nomas un mal sueño, una cosa del pasado, un prietote en el arroz de quienes nos antecedieron pero, afortunadamente, ya nada de eso volverá, porque no somos iguales ,dice la gente.

En su intento por agarrar el toro por los cuernos no hacen más que descobijarse a sí mismos y poner en evidencia que durante todos estos años se ha tenido muy poca voluntad para combatirla o se combate, selectivamente, y esto se convierte en la nada frente al propósito de fomentarla.

Pero México es una gran puesta en escena y una representación infinita de simulaciones. Por eso creo que llegó la hora de guardar las máscaras y como se hace con los caminos alternos, para sacarles la vuelta a las carreteras de cuotas, hay que mostrarnos al mundo tal cual somos en eso de administrar la cosa público y en eso de apostarle nada más al interés personal, pasando por encima de quien se tenga que pasar, aunque en una reunión de amigos, en una asamblea donde hay que ser políticamente correctos o en la misa de domingo, nos vendamos como los paladines de la rectitud y la personificación de la honorabilidad.

Mientras hacemos conciencia plena de que hay que transformar a este país, a diario, gracias a la suma de auténtica ciudadanía, llamemos a las cosas por su nombre y reconozcamos esos enjuagues tan comunes que prevalecen en esa negociación con proveedores, o en los resultados de esa auditoría o en el manejo de tal o cual presupuesto o en las preferencias que se tuvo para favorecer al allegado en esa licitación que traía dados cargados.

Si aún falta mucho para alcanzar ese perfil de habitante que, en su ejercicio profesional, en el trabajo, en la familia, la honestidad sea una costumbre y una práctica ordinaria sin que nadie nos obligue o sin que lo llevemos a cabo nada más porque un dirigente nos mandata y nos reducimos al papel de súbditos que obedecemos, pues entonces visibilicemos lo ilegal y seamos un ejemplo mundial de sinceridad o de cinismo hasta que en verdad estemos dispuestos a cambiar.

Por lo pronto se pudieran renombrar algunas secretarías y en lugar de la Secretaria de la función Pública, por mencionar cualquiera, pudiera surgir la Secretaría de la malversación Nacional, la cual se encargará de supervisar de que ningún trabajador de nivel medio para arriba, que labore para cualquier nivel de gobierno, se quede sin agarrar para sí o su familia un buen porcentaje de ese dinero o bienes que administra.

También pudiera crearse la Secretaría de Fomento y Apología de Delitos Contra la administración de justicia, cometidos por servidores públicos quienes podrán capacitarse o recibir estímulos al desempeño, en tanto sean capaces de conocer de negocios para los cuales tengan impedimento legal o abstenerse de conocer de los que les corresponda, sin tener impedimento legal para ello; Los mismos beneficios pueden ser para aquellos que consigan desempeñar algún otro empleo oficial o un puesto o cargo particular que la ley les prohíba; o Litigar por sí o por interpósita persona, cuando la ley les prohíba el ejercicio de su profesión o no cumplir una disposición que legalmente se les comunique por su superior competente, sin causa fundada para ello; en fin.

Los titulares de cada dependencia, tendrán que exhibir, como requisitos esenciales al aceptar su mandato, una carta de si antecedentes penales, donde hubiesen sido condenados por delitos intencionales que merecieron pena corporal o, al menos que, derivado de un procedimiento administrativo, hayan sido sancionados con un apercibimiento, amonestación, suspensión, destitución del puesto, sanción económica, o Inhabilitación.

Por supuesto que habrá de crearse, el Sistema Nacional Procorrupción de México, y se considerará como una instancia descentralizada que coordina a las autoridades gubernamentales a nivel federal, estatal y municipal para fomentar, auspiciar y estipular la corrupción en el país , tanto la corrupción política como la pública y la policial. Estará compuesto por siete organismos independientes e interconectados, sus funciones incluyen: diseñar políticas procorrupción, dar seguimiento a reportes ciudadanos y sancionar a cualquiera que delate un acto de corrupción, investigar y sancionar a quien denuncie delitos de corrupción, y evitar transparentar la información de los funcionarios públicos y del gasto público en los Estados Unidos Mexicanos.

El marco normativo habrá de sufrir algunas reformas para dar paso a la Ley General de No Acceso a la Información Pública, Ley General del Sistema Nacional Procorrupción, Ley General de Irresponsabilidades Administrativas, Ley Orgánica del Tribunal Federal de Injusticia Administrativa, Ley de No Fiscalización Ni Rendición de Cuentas de la Federación.

Así, poco a poco, las cosas irán tomando su cauce y nos pondrán en la justa realidad en la que vivimos. Puede, por ejemplo, que tengamos que echar al olvido la Medalla Belisario Domínguez, esa Máxima Condecoración que el Senado de México otorga a los ciudadanos más eminentes, para honrar la memoria de tan ilustre Chiapaneco que, por su oposición a la dictadura de Victoriano Huerta y sus abiertas críticas en la tribuna del Senado, fue asesinado el 7 de octubre de 1913.

Para llenar este vacío puede aprobarse el otorgamiento de la presea Miguel Nassar Haro para reivindicar la memoria del antiguo titular de la antigua Dirección Federal de Seguridad , considerado como uno de los más odiados y sanguinarios policías en la historia de México, o el premio Mario Villanueva Madrid con el fin de mantener viva la llama del recuerdo sobre gobernadores que han ido a prisión por malamañas.

Pasado algunos años, sugiero convocar a una gran concentración en el zócalo capitalino e izar la bandera a toda asta en honor a los artífices del fraude del 88, al compás del Himno Nacional, o al Ritmo de Por Eso Estamos Como Estamos de los legendarios Apson.

En este México tan convulso, nadie pudiera decir, públicamente que está a favor de la corrupción. Eso sí: unos lo harían, convencidamente, pero otros, solo de dientes para afuera.

Porque es cierto: en este país y tantos otros, eso de hacer trampa para conseguir algo o quedarte para sí y tu enriquecimiento propio, es práctica común y todos hacen o como que hacen algo para desterrar estas prácticas, a fin de que ya no haya mañosos y si los hay, que se le procese y reciba su merecido.

Es lo que quieren todos, pero repito: unos convencidamente, pero otros, solo de dientes para afuera.

No tengo idea cuando se vaya a terminar esto. Hay leyes y hay delitos al respecto. Hay discursos y hasta planes nacionales de desarrollo que, por encima de todo, ponen el combate a la corrupción como una prioridad.

Que padre. Very good.

Nomás que más tarde que nunca, nos enteramos que eso no se quiere tanto como se dice y cuando menos se espera, no falta el periodista incómodo que, con un reportaje incontrovertible, saca a flote a ese que ayer decía que todo iba a cambiar y que la corrupción era nomas un mal sueño, una cosa del pasado, un prietote en el arroz de quienes nos antecedieron pero, afortunadamente, ya nada de eso volverá, porque no somos iguales ,dice la gente.

En su intento por agarrar el toro por los cuernos no hacen más que descobijarse a sí mismos y poner en evidencia que durante todos estos años se ha tenido muy poca voluntad para combatirla o se combate, selectivamente, y esto se convierte en la nada frente al propósito de fomentarla.

Pero México es una gran puesta en escena y una representación infinita de simulaciones. Por eso creo que llegó la hora de guardar las máscaras y como se hace con los caminos alternos, para sacarles la vuelta a las carreteras de cuotas, hay que mostrarnos al mundo tal cual somos en eso de administrar la cosa público y en eso de apostarle nada más al interés personal, pasando por encima de quien se tenga que pasar, aunque en una reunión de amigos, en una asamblea donde hay que ser políticamente correctos o en la misa de domingo, nos vendamos como los paladines de la rectitud y la personificación de la honorabilidad.

Mientras hacemos conciencia plena de que hay que transformar a este país, a diario, gracias a la suma de auténtica ciudadanía, llamemos a las cosas por su nombre y reconozcamos esos enjuagues tan comunes que prevalecen en esa negociación con proveedores, o en los resultados de esa auditoría o en el manejo de tal o cual presupuesto o en las preferencias que se tuvo para favorecer al allegado en esa licitación que traía dados cargados.

Si aún falta mucho para alcanzar ese perfil de habitante que, en su ejercicio profesional, en el trabajo, en la familia, la honestidad sea una costumbre y una práctica ordinaria sin que nadie nos obligue o sin que lo llevemos a cabo nada más porque un dirigente nos mandata y nos reducimos al papel de súbditos que obedecemos, pues entonces visibilicemos lo ilegal y seamos un ejemplo mundial de sinceridad o de cinismo hasta que en verdad estemos dispuestos a cambiar.

Por lo pronto se pudieran renombrar algunas secretarías y en lugar de la Secretaria de la función Pública, por mencionar cualquiera, pudiera surgir la Secretaría de la malversación Nacional, la cual se encargará de supervisar de que ningún trabajador de nivel medio para arriba, que labore para cualquier nivel de gobierno, se quede sin agarrar para sí o su familia un buen porcentaje de ese dinero o bienes que administra.

También pudiera crearse la Secretaría de Fomento y Apología de Delitos Contra la administración de justicia, cometidos por servidores públicos quienes podrán capacitarse o recibir estímulos al desempeño, en tanto sean capaces de conocer de negocios para los cuales tengan impedimento legal o abstenerse de conocer de los que les corresponda, sin tener impedimento legal para ello; Los mismos beneficios pueden ser para aquellos que consigan desempeñar algún otro empleo oficial o un puesto o cargo particular que la ley les prohíba; o Litigar por sí o por interpósita persona, cuando la ley les prohíba el ejercicio de su profesión o no cumplir una disposición que legalmente se les comunique por su superior competente, sin causa fundada para ello; en fin.

Los titulares de cada dependencia, tendrán que exhibir, como requisitos esenciales al aceptar su mandato, una carta de si antecedentes penales, donde hubiesen sido condenados por delitos intencionales que merecieron pena corporal o, al menos que, derivado de un procedimiento administrativo, hayan sido sancionados con un apercibimiento, amonestación, suspensión, destitución del puesto, sanción económica, o Inhabilitación.

Por supuesto que habrá de crearse, el Sistema Nacional Procorrupción de México, y se considerará como una instancia descentralizada que coordina a las autoridades gubernamentales a nivel federal, estatal y municipal para fomentar, auspiciar y estipular la corrupción en el país , tanto la corrupción política como la pública y la policial. Estará compuesto por siete organismos independientes e interconectados, sus funciones incluyen: diseñar políticas procorrupción, dar seguimiento a reportes ciudadanos y sancionar a cualquiera que delate un acto de corrupción, investigar y sancionar a quien denuncie delitos de corrupción, y evitar transparentar la información de los funcionarios públicos y del gasto público en los Estados Unidos Mexicanos.

El marco normativo habrá de sufrir algunas reformas para dar paso a la Ley General de No Acceso a la Información Pública, Ley General del Sistema Nacional Procorrupción, Ley General de Irresponsabilidades Administrativas, Ley Orgánica del Tribunal Federal de Injusticia Administrativa, Ley de No Fiscalización Ni Rendición de Cuentas de la Federación.

Así, poco a poco, las cosas irán tomando su cauce y nos pondrán en la justa realidad en la que vivimos. Puede, por ejemplo, que tengamos que echar al olvido la Medalla Belisario Domínguez, esa Máxima Condecoración que el Senado de México otorga a los ciudadanos más eminentes, para honrar la memoria de tan ilustre Chiapaneco que, por su oposición a la dictadura de Victoriano Huerta y sus abiertas críticas en la tribuna del Senado, fue asesinado el 7 de octubre de 1913.

Para llenar este vacío puede aprobarse el otorgamiento de la presea Miguel Nassar Haro para reivindicar la memoria del antiguo titular de la antigua Dirección Federal de Seguridad , considerado como uno de los más odiados y sanguinarios policías en la historia de México, o el premio Mario Villanueva Madrid con el fin de mantener viva la llama del recuerdo sobre gobernadores que han ido a prisión por malamañas.

Pasado algunos años, sugiero convocar a una gran concentración en el zócalo capitalino e izar la bandera a toda asta en honor a los artífices del fraude del 88, al compás del Himno Nacional, o al Ritmo de Por Eso Estamos Como Estamos de los legendarios Apson.