/ lunes 29 de marzo de 2021

Pablo L. Martínez, El Historiador

En el año de 1990, con motivo de la muerte de este personaje y el traslado de sus restos a la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres, escribí unos apuntes alusivos a su vida y su obra. El texto de 25 páginas fue editado por el gobierno del Estado de Baja California Sur a través de la Secretaría de Bienestar Social.

En el año de 2016 el texto se incluyó en el libro “Los sudcalifornianos ilustres de la rotonda” publicado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. En sus páginas aparece el resto de las personas cuyos restos se encuentran también en ese recinto: Gral. Manuel Márquez de León, la maestra Rosaura Zapata Cano, los maestros Domingo Carballo Félix y Jesús Castro Agúndez, el Gral., Agustín Olachea Avilés, así como Ildefonso Green Ceseña y el mismo Pablo L. Martínez.

En los apuntes hago mención de los libros que escribió, en especial la Historia de Baja California (1956) y la Guía Familiar de la Baja California (1965). Además tiene en su haber “El magonismo en Baja California” y “Efemérides californianas”. Sin olvidar su experiencia como maestro, publica dos textos didácticos; el método Comondú para la enseñanza de la gramática y “Las lecciones de historia de Baja California”, dedicadas a la niñez de la península.

El texto de las lecciones fue publicado en 1958 y está dedicado a la autora de sus días. Así lo dice: “MADRE: a ti que desde que recuerdo me hablabas de las epopeyas de la Patria; a ti, que me enseñaste a cultivar la verdad por sobre los peligros y las conveniencias; a ti, que eres testigo de mis sacrificios para dar a la Baja California, nuestra amada tierra, una historia fehaciente y confiable, dedico esta obra, que servirá a los niños para conocer el pasado de la región peninsular en que viven, porque ella es el producto de tus prédicas, de tu pensamiento y de tu inmenso amor a México y a todo lo mexicano”.

Cuando este libro don Pablo lo presentó al gobierno del Estado de Baja California, el entonces Director General de Acción Cívica y Cultural lo recomendó como libro de texto para todas las escuelas de educación primaria de esa entidad. Ignoro las causas por las que aquí no se tomó en cuenta.

Pero ahora, con las críticas en torno al libro de texto de tercer año que trae poca información de nuestro pasado, se antoja que la SEP estatal pudiera reeditar las lecciones y utilizarse como libro de texto para los alumnos de ese grado. O al menos que la edición fuera suficiente y se distribuyera a los maestros quienes, con esa valiosa información, sean capaces de enseñar a los niños los aspectos más importantes de la historia de Baja California.

Ello sería un homenaje permanente hacia un sudcaliforniano que entregó gran parte de su vida a la investigación, tal como lo hizo Agustín Cué Canovas en el Primer Congreso de Historia Regional realizado en el año de 1956: “Yo estoy grandemente impresionado por el gigantesco y noble esfuerzo de Pablo L. Martínez. Si en boca del licenciado Herrera Carrillo el elogio es difícil, en la mía es casi imposible y lo digo porque temperamento crítico por excelencia, inconforme tenaz, en esta ocasión tengo que arriar bandera, proclamar que si hay alguna persona en esta península que haya estudiado y conozca tan profunda y entusiastamente la historia de Baja California es Pablo L. Martínez, y estoy pidiendo en este momento al Congreso Mexicano de Historia se le envíe una mención especial y se le dirija una comunicación al señor gobernador, en que se indique que el Congreso felicita al gobierno del Estado por haber acreditado como representante suyo a un maestro normalista humilde y sencillo, pero que ha realizado una de las obras más valiosas para desentrañar el pasado en la península de la Baja California”

En los apuntes que escribí dije en el último párrafo: “Pablo L. Martínez forma parte ya de la historia bajacaliforniana. Su vida y su obra han sido expuestas al juicio de los hombres y las mujeres de esta tierra y ha resultado favorable. Por eso, porque no vivió en vano, sus restos mortales descansarán, a partir del 14 de mayo de 1990, en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.

Marzo 25 de 2021.

En el año de 1990, con motivo de la muerte de este personaje y el traslado de sus restos a la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres, escribí unos apuntes alusivos a su vida y su obra. El texto de 25 páginas fue editado por el gobierno del Estado de Baja California Sur a través de la Secretaría de Bienestar Social.

En el año de 2016 el texto se incluyó en el libro “Los sudcalifornianos ilustres de la rotonda” publicado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura. En sus páginas aparece el resto de las personas cuyos restos se encuentran también en ese recinto: Gral. Manuel Márquez de León, la maestra Rosaura Zapata Cano, los maestros Domingo Carballo Félix y Jesús Castro Agúndez, el Gral., Agustín Olachea Avilés, así como Ildefonso Green Ceseña y el mismo Pablo L. Martínez.

En los apuntes hago mención de los libros que escribió, en especial la Historia de Baja California (1956) y la Guía Familiar de la Baja California (1965). Además tiene en su haber “El magonismo en Baja California” y “Efemérides californianas”. Sin olvidar su experiencia como maestro, publica dos textos didácticos; el método Comondú para la enseñanza de la gramática y “Las lecciones de historia de Baja California”, dedicadas a la niñez de la península.

El texto de las lecciones fue publicado en 1958 y está dedicado a la autora de sus días. Así lo dice: “MADRE: a ti que desde que recuerdo me hablabas de las epopeyas de la Patria; a ti, que me enseñaste a cultivar la verdad por sobre los peligros y las conveniencias; a ti, que eres testigo de mis sacrificios para dar a la Baja California, nuestra amada tierra, una historia fehaciente y confiable, dedico esta obra, que servirá a los niños para conocer el pasado de la región peninsular en que viven, porque ella es el producto de tus prédicas, de tu pensamiento y de tu inmenso amor a México y a todo lo mexicano”.

Cuando este libro don Pablo lo presentó al gobierno del Estado de Baja California, el entonces Director General de Acción Cívica y Cultural lo recomendó como libro de texto para todas las escuelas de educación primaria de esa entidad. Ignoro las causas por las que aquí no se tomó en cuenta.

Pero ahora, con las críticas en torno al libro de texto de tercer año que trae poca información de nuestro pasado, se antoja que la SEP estatal pudiera reeditar las lecciones y utilizarse como libro de texto para los alumnos de ese grado. O al menos que la edición fuera suficiente y se distribuyera a los maestros quienes, con esa valiosa información, sean capaces de enseñar a los niños los aspectos más importantes de la historia de Baja California.

Ello sería un homenaje permanente hacia un sudcaliforniano que entregó gran parte de su vida a la investigación, tal como lo hizo Agustín Cué Canovas en el Primer Congreso de Historia Regional realizado en el año de 1956: “Yo estoy grandemente impresionado por el gigantesco y noble esfuerzo de Pablo L. Martínez. Si en boca del licenciado Herrera Carrillo el elogio es difícil, en la mía es casi imposible y lo digo porque temperamento crítico por excelencia, inconforme tenaz, en esta ocasión tengo que arriar bandera, proclamar que si hay alguna persona en esta península que haya estudiado y conozca tan profunda y entusiastamente la historia de Baja California es Pablo L. Martínez, y estoy pidiendo en este momento al Congreso Mexicano de Historia se le envíe una mención especial y se le dirija una comunicación al señor gobernador, en que se indique que el Congreso felicita al gobierno del Estado por haber acreditado como representante suyo a un maestro normalista humilde y sencillo, pero que ha realizado una de las obras más valiosas para desentrañar el pasado en la península de la Baja California”

En los apuntes que escribí dije en el último párrafo: “Pablo L. Martínez forma parte ya de la historia bajacaliforniana. Su vida y su obra han sido expuestas al juicio de los hombres y las mujeres de esta tierra y ha resultado favorable. Por eso, porque no vivió en vano, sus restos mortales descansarán, a partir del 14 de mayo de 1990, en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.

Marzo 25 de 2021.

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