/ domingo 17 de julio de 2022

Otro Juárez

En el calendario cívico nacional, cada 18 de julio se recuerda el fallecimiento de Benito Juárez García (1806 – 1872), figura sobresaliente de la historia de buena parte del siglo XIX mexicano, de manera que pudiere resultar pertinente que el presente artículo aparezca en vísperas de esa conmemoración.

En 2021 pudo al fin verse reeditado el libro Don Benito Juárez a la luz de la verdad, de Manuel Márquez de León, que preparó y anotó este cronista con base en la publicación que el propio militar californio efectuó en la ciudad de México en 1886, parte de sus apuntes y artículos periodísticos en el exilio estadounidense.

En la cuarta de forros del volumen, Luis Domínguez Bareño opina que:

“Son escritos duros, sin adornos, que manifiestan los sentimientos más profundos del general Manuel Márquez de León. Después de luchar toda su vida contra las intervenciones extranjeras de los norteamericanos, de los franceses y de los filibusteros, creyó necesario ajustar cuentas con un personaje como lo fue el presidente Benito Juárez. Recordemos que Márquez de León fue uno de los liberales que más destacaron en el noroeste de México durante la Guerra de Reforma, se forjó en las mismas creencias que los oaxaqueños Juárez y Porfirio Díaz, junto a ellos luchó por décadas para lograr un México con libertad y justicia.

Ya sabemos que termina sus años confrontado con el presidente Díaz, contra quien enfocó la primera revolución que combatió a su mandato al sentir que se alejaba de los principios liberales: la revolución de El Triunfo. A Juárez ya lo había combatido antes con las armas, aquí tocó el turno de hacerlo con la pluma.

Con estos 21 artículos del general Márquez aquí publicados, podemos tener acceso a partes de la vida del general que nos eran desconocidas. Partes que son hechos los cuales ocurrieron durante su larga carrera en las armas y la política, pero también dan cuenta de su pensamiento, de sus creencias, de sus principios en los que podemos encontrar la impronta del liberalismo sudcaliforniano.”

En el prólogo explico que MML, hombre de su tiempo y de su patria, de evidente cultura, ofrece en este breve volumen el relato de experiencias personales en el contexto de una época en la historia mexicana enmarcada por los afanes, generalmente violentos, de configurar un perfil definitorio de la existencia política de este país.

El autor empieza su escrito adelantando que “Al dar los primeros pasos en la carrera de la vida, sentí por mi patria un amor ardiente, tan natural en mí que aún no me sé dar razón de ello. Me dediqué a servirla sin pensar siquiera en mi porvenir: para nada me preocupaba el cuidado de mis propios intereses, sólo pensaba en la gloria de esta nación mexicana que tan grande me parecía, y puedo asegurar con la mayor lealtad que lo más triste para mí han sido los crueles desengaños que he tenido que experimentar. Ver con indiferencia sus desgracias es un imposible para mí, lo que prueba, seguramente, que no faltan almas cándidas en quienes se abriga el desprendimiento.”

Márquez de León comienza por explicar que él fue uno de los inconformes por la permanencia continua del señor Juárez en el poder durante casi quince años, hasta que la muerte la canceló al cabo de su última reelección.

A lo largo de su libro, sobre don Benito –a quien conocía bien- manifiesta conclusiones severas que desmitifican la idea generalizada que se tiene de éste; la más amplia de ellas se contiene en el siguiente párrafo:

“D. Benito Juárez gobernó a México catorce años y medio [1857-1872], y si hubiera cumplido su periodo último, habrían sido dieciocho… Pudo haber educado a la nación por el heroísmo y el trabajo, ¿y cuál fue el estado en que la dejó?: El comercio aniquilado, el erario en quiebra, las instituciones violadas, la sociedad corrompida y el país en plena revolución. ¿Quién si no el abuso introducido por él ha hecho inaccesibles para los hombres de verdadero mérito los altos puestos de elección popular? Ahora sólo se llega a ellos por la presión del poder o por el cohecho. Ese servilismo que degrada a las naciones se ha descollado como una peste asoladora desde que él, para ganar prosélitos, lo sobrepuso a la dignidad.”

Y enfatiza, categórico: “¿En qué consiste, pues, su grandeza? ¿Dónde están los títulos que la acreditan? La escasez de vergüenza y patriotismo es la única herencia que nos ha dejado.”

Por alguna razón, nuestro ilustre personaje omite mencionar el aún polémico contenido del tratado Mc Lane – Ocampo, así como las concesiones presidenciales a intereses privados que pretendían enajenar la península de California en favor del país norteamericano. Sin embargo, a la carretera transpeninsular, muchas calles, escuelas, instituciones y programas del estado calisureño les ha sido adjudicado el nombre del señor Juárez.

Por todo ello era necesario retrotraer la valiente lección del esclarecido soldado y pensador, que conserva vigencia inobjetable en el presente.

En el calendario cívico nacional, cada 18 de julio se recuerda el fallecimiento de Benito Juárez García (1806 – 1872), figura sobresaliente de la historia de buena parte del siglo XIX mexicano, de manera que pudiere resultar pertinente que el presente artículo aparezca en vísperas de esa conmemoración.

En 2021 pudo al fin verse reeditado el libro Don Benito Juárez a la luz de la verdad, de Manuel Márquez de León, que preparó y anotó este cronista con base en la publicación que el propio militar californio efectuó en la ciudad de México en 1886, parte de sus apuntes y artículos periodísticos en el exilio estadounidense.

En la cuarta de forros del volumen, Luis Domínguez Bareño opina que:

“Son escritos duros, sin adornos, que manifiestan los sentimientos más profundos del general Manuel Márquez de León. Después de luchar toda su vida contra las intervenciones extranjeras de los norteamericanos, de los franceses y de los filibusteros, creyó necesario ajustar cuentas con un personaje como lo fue el presidente Benito Juárez. Recordemos que Márquez de León fue uno de los liberales que más destacaron en el noroeste de México durante la Guerra de Reforma, se forjó en las mismas creencias que los oaxaqueños Juárez y Porfirio Díaz, junto a ellos luchó por décadas para lograr un México con libertad y justicia.

Ya sabemos que termina sus años confrontado con el presidente Díaz, contra quien enfocó la primera revolución que combatió a su mandato al sentir que se alejaba de los principios liberales: la revolución de El Triunfo. A Juárez ya lo había combatido antes con las armas, aquí tocó el turno de hacerlo con la pluma.

Con estos 21 artículos del general Márquez aquí publicados, podemos tener acceso a partes de la vida del general que nos eran desconocidas. Partes que son hechos los cuales ocurrieron durante su larga carrera en las armas y la política, pero también dan cuenta de su pensamiento, de sus creencias, de sus principios en los que podemos encontrar la impronta del liberalismo sudcaliforniano.”

En el prólogo explico que MML, hombre de su tiempo y de su patria, de evidente cultura, ofrece en este breve volumen el relato de experiencias personales en el contexto de una época en la historia mexicana enmarcada por los afanes, generalmente violentos, de configurar un perfil definitorio de la existencia política de este país.

El autor empieza su escrito adelantando que “Al dar los primeros pasos en la carrera de la vida, sentí por mi patria un amor ardiente, tan natural en mí que aún no me sé dar razón de ello. Me dediqué a servirla sin pensar siquiera en mi porvenir: para nada me preocupaba el cuidado de mis propios intereses, sólo pensaba en la gloria de esta nación mexicana que tan grande me parecía, y puedo asegurar con la mayor lealtad que lo más triste para mí han sido los crueles desengaños que he tenido que experimentar. Ver con indiferencia sus desgracias es un imposible para mí, lo que prueba, seguramente, que no faltan almas cándidas en quienes se abriga el desprendimiento.”

Márquez de León comienza por explicar que él fue uno de los inconformes por la permanencia continua del señor Juárez en el poder durante casi quince años, hasta que la muerte la canceló al cabo de su última reelección.

A lo largo de su libro, sobre don Benito –a quien conocía bien- manifiesta conclusiones severas que desmitifican la idea generalizada que se tiene de éste; la más amplia de ellas se contiene en el siguiente párrafo:

“D. Benito Juárez gobernó a México catorce años y medio [1857-1872], y si hubiera cumplido su periodo último, habrían sido dieciocho… Pudo haber educado a la nación por el heroísmo y el trabajo, ¿y cuál fue el estado en que la dejó?: El comercio aniquilado, el erario en quiebra, las instituciones violadas, la sociedad corrompida y el país en plena revolución. ¿Quién si no el abuso introducido por él ha hecho inaccesibles para los hombres de verdadero mérito los altos puestos de elección popular? Ahora sólo se llega a ellos por la presión del poder o por el cohecho. Ese servilismo que degrada a las naciones se ha descollado como una peste asoladora desde que él, para ganar prosélitos, lo sobrepuso a la dignidad.”

Y enfatiza, categórico: “¿En qué consiste, pues, su grandeza? ¿Dónde están los títulos que la acreditan? La escasez de vergüenza y patriotismo es la única herencia que nos ha dejado.”

Por alguna razón, nuestro ilustre personaje omite mencionar el aún polémico contenido del tratado Mc Lane – Ocampo, así como las concesiones presidenciales a intereses privados que pretendían enajenar la península de California en favor del país norteamericano. Sin embargo, a la carretera transpeninsular, muchas calles, escuelas, instituciones y programas del estado calisureño les ha sido adjudicado el nombre del señor Juárez.

Por todo ello era necesario retrotraer la valiente lección del esclarecido soldado y pensador, que conserva vigencia inobjetable en el presente.