/ martes 9 de febrero de 2021

No he muerto (...O del runrún sin adjetivos)

Según yo, al menos hasta ahorita que escribo esta columna, no he muerto.

Bueno, según yo, pero a lo mejor alguien más tiene otra opinión y ahorita ya la compartió, reenvío, posteo o anunció en alguna red social y más de uno, condolido por mi partida, creyó la noticia, sin verificar y ahora resulta que este mismo que aquí les escribe, ya está tres metros bajo tierra.

Ahora el término que se utiliza es “verificar” y es con respecto a la información a pasto que haya en las redes sociales, donde se mezcla información verificada, información errónea o maliciosa, sátira, parodia, contenido engañoso, falso y manipulado, o simplemente propaganda política donde ya no les importa si es verdad o es mentira, simplemente se difunde y ya.

Estos seres y su protagónico afán de llevarse la primicia no son hijos de la era cibernética si es que eso están pensando.

No lo son, al menos para sí. Me parece, más bien, que tales hombres y mujeres son aquellos que desde siempre les gustó el arguende y su fascinación por ir a contar esa noticia morbosa o trágica antes que ninguno, como si después de hacerlo estarían a la espera de una gratificación o los aplausos de la multitud.

Ahora, sin embargo, su campo de acción aumentó y ya no se limita a la calle donde viven, a los vecinos de a lado, ni al barrio o a la vecindad a la que pertenecen. La tecnología fue generosa con ellos y les trajo como herramienta de trabajo, ya sea una computadora o su teléfono celular más sofisticado , lo cual les permite expandir sus comunicados sí con los amigos pero también con desconocidos , ilimitadamente , al mundo entero y más allá , todo desde la comunidad de su hogar.

Así como en las culturas zapoteca, mixteca, y demás , donde el correo se realizaba a través de postas( digamos una estafeta en la carrera de relevos) el cual se llevaba a cabo por grandes atletas que corrían un titipuchal de distancias, así lo hacen estos modernos payanis pero sin postas, ya que no corren sino solo reenvían o publican y lo hacen en lo individual, nada de colectivizar ,que de lo que menos se trata es hacer equipo sino en competir y se siente ganador , el que logra compartir primero la liga o en el anuncio del fallecimiento de alguien , el rumor de una enfermedad grave , el trascendido sobre la fatalidad de alguno personaje público, la hecatombe que se avecina, la conspiración que se puso en marcha para acabar con los terrícolas , sin reparar en que sea cierta o sea falsa tal comunicado.

A diferencia del México antiguo, en el que únicamente los pertenecientes al imperio podrían gozar del envío y recibimiento de mensajes y los encargados de transmitir dichas noticias solo lo podían hacer por obra del dios Paynal, hoy en día, cualquiera, desde el anonimato , desde la impunidad o desde la mal llamada libre expresión cuyo ilimitado uso no trae consecuencias, puede bombardear el ciberespacio, tu chat, el chat de amigos, el WhatsApp, tu Messenger, el correo electrónico , el Twitter y la red social que ahorita se me olvide.

Apuntan, preparan y fuego, se sueltan informando que falleció un amigo cercano sin confirmar que una fuente directa de que esto sea cierto o compartiendo , me parece que gozosamente ,una imagen del supuesto estallido de una bomba en Texcoco cuando en realidad es en Beirut o asustarme de un de repente con un video de una diluviana granizada en el puerto de ilusión , mi tierra de origen pero una vez que indagamos es en cualquier otra parte , menos ahí , solo que para cuando verifico ya me hicieron tragar gordo y no se vale.

Contrario a lo que pudieran suponer las voces clasistas, esta maña no es propia de un determinado estrato social o de las colonias marginadas , o del pueblo bueno y sabio, o de alguien con poca escolaridad o secundaria trunca.

Para nada. Este gusto por el chiste, señores y señoras, es decir, esa compulsión por el comentario o noticia no verificada que circula entre la gente, habitualmente de carácter negativo, es generalizado, por no decir pandémico y no respecta sexo, raza ni posición económica. Es una irresponsabilidad sin distingos, es, parafraseando a Krauze, es una adición al runrún sin adjetivos.

La muestra más clara de esto es lo ocurrido en marzo del año pasado con la confusión sobre la presunta muerte por coronavirus de José Kuri Harfusch y en donde el presidente de México aseguró encontrarse en “huelga de entrevistas” y se negó a aclarar la noticia de la supuesta primera muerte por covid-19 en el país.

La información comenzó a circular en redes sociales y fue confirmada por algunos periodistas y medios de comunicación; sin embargo, hasta ese momento no existía una confirmación de la Secretaría de Salud sobre el deceso.

Incluso, el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, confirmó y lamentó el fallecimiento y envió sus condolencias a la familia del director de Inbursa, invitando de manera general, a fortalecer las precauciones contra el Covid-19.

Al modo, antes que una autocrítica, vinieron las acusaciones mutuas llevadas al terreno político de cañería y nadie dijo esta boca es mía a la hora de admitir o pedir disculpas en esta consecuencia de andar jugando al teléfono descompuesto o a la gallinita ciega en materia de comunicación.

Es verdad: nadie está exento de cometer una pifia al respecto, pero de eso, a pasarte todo el día pescando noticias con estas características para complacer a lo que habré de llamar la cibersicopatia personal, hay una gran diferencia.

No nos queda más que aplicar entre nosotros, sus contactos, alguna pena a fin de que vaya enderezando su conducta sobre todo porque la situación anímica propiciada por el covid no está para bollos y le baje dos rayitas al insano entretenimiento de difundir sobresaltos y pesares.

No se me ocurre ahorita ninguna ¿Y a ustedes?

Bueno, sí, pero no serían publicables en este espacio y sí muy indecentes ,para que se les quite .

*

También me encuentran en Facebook y en el correo electrónico avilesdivan@hotmail.com

Según yo, al menos hasta ahorita que escribo esta columna, no he muerto.

Bueno, según yo, pero a lo mejor alguien más tiene otra opinión y ahorita ya la compartió, reenvío, posteo o anunció en alguna red social y más de uno, condolido por mi partida, creyó la noticia, sin verificar y ahora resulta que este mismo que aquí les escribe, ya está tres metros bajo tierra.

Ahora el término que se utiliza es “verificar” y es con respecto a la información a pasto que haya en las redes sociales, donde se mezcla información verificada, información errónea o maliciosa, sátira, parodia, contenido engañoso, falso y manipulado, o simplemente propaganda política donde ya no les importa si es verdad o es mentira, simplemente se difunde y ya.

Estos seres y su protagónico afán de llevarse la primicia no son hijos de la era cibernética si es que eso están pensando.

No lo son, al menos para sí. Me parece, más bien, que tales hombres y mujeres son aquellos que desde siempre les gustó el arguende y su fascinación por ir a contar esa noticia morbosa o trágica antes que ninguno, como si después de hacerlo estarían a la espera de una gratificación o los aplausos de la multitud.

Ahora, sin embargo, su campo de acción aumentó y ya no se limita a la calle donde viven, a los vecinos de a lado, ni al barrio o a la vecindad a la que pertenecen. La tecnología fue generosa con ellos y les trajo como herramienta de trabajo, ya sea una computadora o su teléfono celular más sofisticado , lo cual les permite expandir sus comunicados sí con los amigos pero también con desconocidos , ilimitadamente , al mundo entero y más allá , todo desde la comunidad de su hogar.

Así como en las culturas zapoteca, mixteca, y demás , donde el correo se realizaba a través de postas( digamos una estafeta en la carrera de relevos) el cual se llevaba a cabo por grandes atletas que corrían un titipuchal de distancias, así lo hacen estos modernos payanis pero sin postas, ya que no corren sino solo reenvían o publican y lo hacen en lo individual, nada de colectivizar ,que de lo que menos se trata es hacer equipo sino en competir y se siente ganador , el que logra compartir primero la liga o en el anuncio del fallecimiento de alguien , el rumor de una enfermedad grave , el trascendido sobre la fatalidad de alguno personaje público, la hecatombe que se avecina, la conspiración que se puso en marcha para acabar con los terrícolas , sin reparar en que sea cierta o sea falsa tal comunicado.

A diferencia del México antiguo, en el que únicamente los pertenecientes al imperio podrían gozar del envío y recibimiento de mensajes y los encargados de transmitir dichas noticias solo lo podían hacer por obra del dios Paynal, hoy en día, cualquiera, desde el anonimato , desde la impunidad o desde la mal llamada libre expresión cuyo ilimitado uso no trae consecuencias, puede bombardear el ciberespacio, tu chat, el chat de amigos, el WhatsApp, tu Messenger, el correo electrónico , el Twitter y la red social que ahorita se me olvide.

Apuntan, preparan y fuego, se sueltan informando que falleció un amigo cercano sin confirmar que una fuente directa de que esto sea cierto o compartiendo , me parece que gozosamente ,una imagen del supuesto estallido de una bomba en Texcoco cuando en realidad es en Beirut o asustarme de un de repente con un video de una diluviana granizada en el puerto de ilusión , mi tierra de origen pero una vez que indagamos es en cualquier otra parte , menos ahí , solo que para cuando verifico ya me hicieron tragar gordo y no se vale.

Contrario a lo que pudieran suponer las voces clasistas, esta maña no es propia de un determinado estrato social o de las colonias marginadas , o del pueblo bueno y sabio, o de alguien con poca escolaridad o secundaria trunca.

Para nada. Este gusto por el chiste, señores y señoras, es decir, esa compulsión por el comentario o noticia no verificada que circula entre la gente, habitualmente de carácter negativo, es generalizado, por no decir pandémico y no respecta sexo, raza ni posición económica. Es una irresponsabilidad sin distingos, es, parafraseando a Krauze, es una adición al runrún sin adjetivos.

La muestra más clara de esto es lo ocurrido en marzo del año pasado con la confusión sobre la presunta muerte por coronavirus de José Kuri Harfusch y en donde el presidente de México aseguró encontrarse en “huelga de entrevistas” y se negó a aclarar la noticia de la supuesta primera muerte por covid-19 en el país.

La información comenzó a circular en redes sociales y fue confirmada por algunos periodistas y medios de comunicación; sin embargo, hasta ese momento no existía una confirmación de la Secretaría de Salud sobre el deceso.

Incluso, el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos, confirmó y lamentó el fallecimiento y envió sus condolencias a la familia del director de Inbursa, invitando de manera general, a fortalecer las precauciones contra el Covid-19.

Al modo, antes que una autocrítica, vinieron las acusaciones mutuas llevadas al terreno político de cañería y nadie dijo esta boca es mía a la hora de admitir o pedir disculpas en esta consecuencia de andar jugando al teléfono descompuesto o a la gallinita ciega en materia de comunicación.

Es verdad: nadie está exento de cometer una pifia al respecto, pero de eso, a pasarte todo el día pescando noticias con estas características para complacer a lo que habré de llamar la cibersicopatia personal, hay una gran diferencia.

No nos queda más que aplicar entre nosotros, sus contactos, alguna pena a fin de que vaya enderezando su conducta sobre todo porque la situación anímica propiciada por el covid no está para bollos y le baje dos rayitas al insano entretenimiento de difundir sobresaltos y pesares.

No se me ocurre ahorita ninguna ¿Y a ustedes?

Bueno, sí, pero no serían publicables en este espacio y sí muy indecentes ,para que se les quite .

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También me encuentran en Facebook y en el correo electrónico avilesdivan@hotmail.com