/ miércoles 11 de mayo de 2022

Los saldos de una conmemoración

Han pasado 487 años y nuestra ciudad recordó el arribo a esta península de Hernán Cortés el 3 de mayo de 1535 y del nombre que le puso al sitio donde desembarcó: Puerto y Bahía de Santa Cruz. Así se asienta en el acta de posesión que ha llegado hasta nuestros días.

Como en años recientes, los actos conmemorativos fueron semejantes. Simulacro del desembarco de Cortés cada vez con más de ficción que realidad, las conferencias a cargo de historiadores como Eligio Moisés Coronado, Carlos Lazcano y Cristian Duverger, exposiciones y un conversatorio en el Centro Municipal de las Artes. Además, los eventos artísticos en el malecón en los primeros días de mayo.

Y respecto a la fundación de nuestra ciudad, el historiador Pablo L. Martínez aseguró que fueron cinco las fundaciones, la primera en 1535, la segunda en 1596 por Sebastián Vizcaíno quien le puso el nombre de La Paz, la tercera por Isidro de Atondo y Antillón en 1683 que la llamó Nuestra Señora de Guadalupe de California, la cuarta cuando el padre jesuita Jaime Bravo fundó la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz en 1720 y por último la quinta, con los primeros colonos que se establecieron en forma definitiva en este lugar, en 1811.

A la fecha existe la duda sobre el lugar o lugares de la bahía de La Paz donde hicieron contacto con los indígenas, aunque es de creerse que fue a un lado donde había agua, la necesaria para satisfacer las necesidades de los nativos. Ninguno de los supuestos fundadores dejó indicios de ellos, por lo que pudo ser en la desembocadura de los arroyos que atraviesan la ciudad y de los palmares, como los mentados “palmares de Abaroa”

Corre la versión de la existencia de un antiguo pozo a un lado del arroyo que desemboca a un lado del hotel Los Arcos construido por los acompañantes de Cortés, mismo que surtió de agua durante un poco más de un año que permanecieron en el lugar. Y caso parecido fue cuando el padre Jaime Bravo fundó la misión: “Reconociose también paraje a propósito para fundar la misión iglesia y vivienda, que se halló muy a propósito en una loma alta, que domina las playas a tiro de escopeta corta del aguaje, y de suelo duro y llano con un mesa muy espaciosa”

En el año de 1683, Isidro de Atondo y Antillón dijo en sus memorias que “Hallaron un pozo de agua dulce, que por orden de dicho señor almirante se ahondó y alegró de modo que mana bastante agua para la gente, y un palmar que tendrá como hasta doscientos, de los cuales el señor almirante mandó cortar una y que se labrase en ella una santa cruz y se pusiese sobre un cerrito como a un tiro de arcabuz de la orilla”

Todo lo anterior nos da una idea del lugar donde Fortún Jiménez desembarcó y también Cortés, quien debió haber encontrado los restos y equipo de los marinos que perdieron la vida a manos de los indígenas. Así también lo debió haber hecho Sebastián Vizcaíno y tantos otros que llegaron antes de la llegada de los misioneros jesuitas en el año de 1697.

En mis libros “La Paz y sus historias” y “Aconteceres de Baja California Sur”, hago mención de Hernán Cortés y su permanencia en Santa Cruz. Y en referencia a la conmemoración, escribí “Son los días en que se menciona a Hernán Cortés, como el personaje principal de ese hecho histórico. Pero pasados los festejos nadie se acuerda de él, como si ello y el reconocimiento estuvieran vedados para los bajacaliforniianos”

El hecho mismo de dar a conocer al mundo esta nueva tierra descubierta y sus propósitos de colonización lo hace merecedor a algo más que los festejos anuales. Después de más de 500 años de la leyenda negra forjada a su alrededor, criticando lo bueno o lo malo de sus acciones, los habitantes de la península California debemos honrarlo como lo que fue: el fundador de la ciudad de La Paz.

En el remozado malecón existen varios lugares apropiados para levantar un monumento a su memoria, pero quizá el más adecuado sea en la desembocadura del arroyo frente al hotel Los Arcos. Espero vivir para contemplarlo.

Han pasado 487 años y nuestra ciudad recordó el arribo a esta península de Hernán Cortés el 3 de mayo de 1535 y del nombre que le puso al sitio donde desembarcó: Puerto y Bahía de Santa Cruz. Así se asienta en el acta de posesión que ha llegado hasta nuestros días.

Como en años recientes, los actos conmemorativos fueron semejantes. Simulacro del desembarco de Cortés cada vez con más de ficción que realidad, las conferencias a cargo de historiadores como Eligio Moisés Coronado, Carlos Lazcano y Cristian Duverger, exposiciones y un conversatorio en el Centro Municipal de las Artes. Además, los eventos artísticos en el malecón en los primeros días de mayo.

Y respecto a la fundación de nuestra ciudad, el historiador Pablo L. Martínez aseguró que fueron cinco las fundaciones, la primera en 1535, la segunda en 1596 por Sebastián Vizcaíno quien le puso el nombre de La Paz, la tercera por Isidro de Atondo y Antillón en 1683 que la llamó Nuestra Señora de Guadalupe de California, la cuarta cuando el padre jesuita Jaime Bravo fundó la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz en 1720 y por último la quinta, con los primeros colonos que se establecieron en forma definitiva en este lugar, en 1811.

A la fecha existe la duda sobre el lugar o lugares de la bahía de La Paz donde hicieron contacto con los indígenas, aunque es de creerse que fue a un lado donde había agua, la necesaria para satisfacer las necesidades de los nativos. Ninguno de los supuestos fundadores dejó indicios de ellos, por lo que pudo ser en la desembocadura de los arroyos que atraviesan la ciudad y de los palmares, como los mentados “palmares de Abaroa”

Corre la versión de la existencia de un antiguo pozo a un lado del arroyo que desemboca a un lado del hotel Los Arcos construido por los acompañantes de Cortés, mismo que surtió de agua durante un poco más de un año que permanecieron en el lugar. Y caso parecido fue cuando el padre Jaime Bravo fundó la misión: “Reconociose también paraje a propósito para fundar la misión iglesia y vivienda, que se halló muy a propósito en una loma alta, que domina las playas a tiro de escopeta corta del aguaje, y de suelo duro y llano con un mesa muy espaciosa”

En el año de 1683, Isidro de Atondo y Antillón dijo en sus memorias que “Hallaron un pozo de agua dulce, que por orden de dicho señor almirante se ahondó y alegró de modo que mana bastante agua para la gente, y un palmar que tendrá como hasta doscientos, de los cuales el señor almirante mandó cortar una y que se labrase en ella una santa cruz y se pusiese sobre un cerrito como a un tiro de arcabuz de la orilla”

Todo lo anterior nos da una idea del lugar donde Fortún Jiménez desembarcó y también Cortés, quien debió haber encontrado los restos y equipo de los marinos que perdieron la vida a manos de los indígenas. Así también lo debió haber hecho Sebastián Vizcaíno y tantos otros que llegaron antes de la llegada de los misioneros jesuitas en el año de 1697.

En mis libros “La Paz y sus historias” y “Aconteceres de Baja California Sur”, hago mención de Hernán Cortés y su permanencia en Santa Cruz. Y en referencia a la conmemoración, escribí “Son los días en que se menciona a Hernán Cortés, como el personaje principal de ese hecho histórico. Pero pasados los festejos nadie se acuerda de él, como si ello y el reconocimiento estuvieran vedados para los bajacaliforniianos”

El hecho mismo de dar a conocer al mundo esta nueva tierra descubierta y sus propósitos de colonización lo hace merecedor a algo más que los festejos anuales. Después de más de 500 años de la leyenda negra forjada a su alrededor, criticando lo bueno o lo malo de sus acciones, los habitantes de la península California debemos honrarlo como lo que fue: el fundador de la ciudad de La Paz.

En el remozado malecón existen varios lugares apropiados para levantar un monumento a su memoria, pero quizá el más adecuado sea en la desembocadura del arroyo frente al hotel Los Arcos. Espero vivir para contemplarlo.

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