/ martes 24 de agosto de 2021

Los que trascienden

Recuerdo cuando murió el ingeniero Heberto Castillo. Era un fin de semana y el domingo que machacaban la noticia en la televisión, no aguanté más y me solté llorando. Nunca lo había hecho por alguien que no fuera mi familiar o amigo y menos por un político, sobre todo de esa época o cualquiera, que nada me significaban que no fuera una maloliente trayectoria en su vida partidista , su cuestionable labor en el servicio público, su escasa aportación en lo personal ni se diga en lo profesional, en donde habían logrado muy poco y lo más cómodo entonces era servirse del erario.

Este hombre, en cambio, además de ser candidato presidencial por el Partido Mexicano Socialista (PMS) en las elecciones federales de 1988, fue miembro fundador de varios partidos.También fue candidato a la gubernatura del estado de Veracruz y se desempeñó como diputado federal y senador.

Asimismo por cerca de 18 años aportó sus conocimientos dentro de la academia, al ser docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, situación que lo llevarían a sumarse al Movimiento Estudiantil de 1968, destacando como uno de los principales líderes.

Aparte, como si le sobrara tiempo, en su carrera como ingeniero, en 1966 desarrolló la tridilosa, un sistema que consta de una estructura tridimensional altamente ligera y de tablero mixto, combinando la zona comprimida de concreto (hormigón), con la zona traccionada de acero y ha sido utilizada en más de 200 puentes en México, en el World Trade Center de la Ciudad de México, la Torre Chapultepec, Centro Médico Siglo XXI, Plaza Cuauhtémoc, Plaza Tabasco 2000, Hotel Morelia Misión y en el edificio Biosfera 2 (Arizona, EE. UU) cuando menos.

Heberto Castillo era todo eso y por tanto, ahora entiendo, había razones para sentirme así, en duelo, como me sentí ese domingo, pues frente a mí ,estaba la trayectoria de alguien que no pretextó una actividad para abandonar otra ni se excusó frente a un auditorio, contando su biografía ,quejumbroso, con tal de justificar porque andaba buscando un país mejor y no estaba en un aula, en un cubículo, en una biblioteca, en su cuarto de estudio, ocupado en su labor de ingeniero para ser también ahí un vencedor y dejar huella, sin petulancia, luego de no estar en este mundo.

Quizá lo anterior era el motivo de mi llanto: porque el legado de este ser humano era sin duda grande, asimismo por cerca de 18 años aportó sus conocimientos dentro de la academia, al ser docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, situación que lo llevarían a sumarse al Movimiento Estudiantil de 1968. A pesar del alto riesgo que significaba ser opositor al gobierno en aquella época, desde perder un trabajo hasta terminar en la cárcel, el ingeniero no calló, sino todo lo contrario, su voz denunció la injusticia social, política y económica que se estaba viviendo en todo el país. Para rematar, el ingeniero tenía un sentido del humor corrosivo o al menos eso observé esa vez que conferenció en la prepa C.C. H. Morelos a donde fue llevado para beneplácito y orgullo de quienes formábamos parte de esa escuela.

Por eso y más, la noticia sobre la partida de este señorón me dolió hasta el tuétano. Porque se iba un ciudadano excepcional, porque no era cualquiera en ese universo de la clase política, sino que era alguien que había logrado trascender y , porque esa noche, me impidió ir animoso a villa de Seris y disfrutar de una buena charla, de la música, de una cerveza, de la familia y los amigos, en fin, de lo mundano como tantos y tantos fines de semana. Como Heberto Castillo, hay más personas que en su vida se convierten en seres únicos e irrepetibles. Son quienes se vuelven trascendencia y trascender en este sentido, significa hacer notar tu unicidad, tu particularidad, tu personalidad genuina y a nosotros nos queda reconocerlo así. Para entender esa magia en ellos y en ellas, resulta oportuno recurrir a la síntesis del pensamiento del filósofo y jesuita , Emerich Coreth quien al abordar el estudio de la esencia del hombre dice que esta se define como ser un Ser auto-consciente, que busca el autodesarrollo y su autorrealización; lo que define al hombre es su libertad.

El hombre debe entenderse como un ser dimensional, corpóreo y espiritual; manifiesta su corporeidad porque ocupa un lugar en el espacio y en el tiempo, porque se relaciona con la naturaleza y con los otros seres, con ellos se comunica, dialoga y desde su ser físico, experimenta cansancio y fatiga; desde su ser espiritual manifiesta su vitalidad, es su dimensión espiritual desde donde el cuerpo se vivifica y se anima y no podemos percibirlo sensiblemente.

Emerich recorre en su estudio las diversas maneras como se ha concebido el ser del hombre y hace una distinción entre ser antropológico y el ser del universo; el primero tiende hacia la trascendencia. La esencia solo se alcanza y se desarrolla en la propia conciencia con la puesta en marcha de la libertad, en la realización de las posibilidades humanas, en el despliegue espiritual ético, en las realizaciones histórico culturales.

La esencia es el principio de autodesarrollo activo. Pero, ¿qué diferencia al hombre corriente de una persona "que trasciende"? Pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y conocimiento de su "yo" y de su existencia trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad. Una persona ha trascendido, cuando con lo que ha hecho o dicho ha sido contribución, ha generado algún cambio en la sociedad o en su entorno, lo cual le lleva a gozar del respecto y la admiración a través del tiempo.»

“La transcendencia es un efecto, no es una causa en sí misma, es el resultado de ser consciente.” No requieres ser de tal o cual profesión, tampoco de ese o aquel oficio ni andarlo pidiendo a voz en cuello. Mucho menos tienes que pertenecer a una clase social determinada pero tampoco puedes negarte a buscar esa trascendencia, justificándote por todas las limitaciones o carencias que tenía tu entorno de niño o en tu familia sino por el contrario , eso puede ser el carburante para brillar desde ahí y sobresalir como el que más, para que un día, en esa calle, en ese barrio, en esa matria, tu gente sepa recordarte no por lo que tienes sino por lo que has sido, por lo que diste, sin negar nunca nunca la cruz de tu parroquia.

Mecánico, pintor, carpintero, controlador de aviones, poeta, carrocero, costurera, partera, médico, cantante, declamador, abogado, dentista, pintor , bailarina , electricista o ingeniero pero intenta ser el mejor y ofrenda todo lo que esté en ti sin esperar, cómo una condición , algo a cambio porque si lo haces desde el corazón ,la retribución a tu generosidad llegará por añadidura.

Esa es la gran diferencia.

Porque Hay hombres que luchan un día y son buenos/Hay otros que luchan un año y son mejores./Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos/Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles, decía Bertolt Brecht ( y aquí puede empezar Silvio con su arpegio y enseguida entonar Sueño con serpientes, con serpientes de mar, o cualquiera de él o de Serrat o de Sabina, o Mercedes Sosa , o de Ana Belén o Amaury Pérez o de Víctor Manuel o de Pablo o de Alejandro Filio) Total, que aquí la dejo porque viene el fin de semana y no quisiera ponerme a llorar como esa vez que a Don Heberto le llegó la rayita que, según otro ingeniero, tenemos todos .

Por cierto, este último de quien hablaré en presente porque ya les dije que los muertos no se van ,solo se vuelven invisibles se llama Julio Cesar. Yo le digo Julio, o El Julio, a secas y su apellido es Ferrá Gutierrez. También a quienes prefieren decirle Cesar, nada más y punto.

De cualquier forma que se le diga, él será así ,tal cual como hasta la fecha , un tipo auténtico , un profesionista ejemplar que se las sabe de todas, todas, en eso de las ingenierías y sobre todo un amigo- familiar- cómplice- y miembro destacado de lo que, en esa terraza ,en ese corredor, en la carpintería, en la cancha o donde se improvise la ocasión, en cada fandango sabatino, sobre todo, o en cada bullicio convocado en calle Mina 39 de la Colonia Villa de Seris, ahí, en la casa grande donde hay un pasado que revive ,diariamente y una comunión que se parece mucho a una lupercalia romana pero sin excesos, puede volverse protagonista o un invitado discreto, hablado lo menos y escuchando lo más, o deslizando un recuerdo o un pedacito de historia del barrio, del mundo, de la música, del box, de un poema, de una canción, de un hermano o del otro o de la semana pasada, sobre la cual, la más reciente o la más remota, parece quedar toda la vida en su memoria.

Y es que parece que tiene calculado todo, para ir bajando temas como si en un juego de mesa, fuera bajando las cartas, una a una, según el momento, según la ocasión, para que ello sea fiesta si eso se quería o sea un rato solemne si ese ratito lo exige.

Tras esos lentes, hay precisas miradas, lo sé, pero también silencios que solo guarda para sí, o para las doce de la noche en un cumpleaños. Entonces alzará la cabeza, hará una pausa, soltará una risita gozosa y contará de pe a pa, lo que un día de niños ocurrió en esa casa grande llena de luz y espacio, cual si tuviera en un restirador los planos biográficos de cada uno, de él, y de un pato negro que una mañana surcó los aires de esa ciudad chiquita que significaban todas de esas calles, como última vez, sin darse cuenta, antes de volverse carne y aroma, comunión y suspiro, así cual si fuera la imaginación que cada quien quisiera: un cocido de verduras llamado 'cholent', 'jaroset' de sabor dulce), aceitunas con hisopo, hierbas amargas con pistachos y pasta de nuez o el maná tan deseando o ese pan que cae del cielo , así como cae la lluvia en las casas de cartón , o sobre un catre, o un andamio, o un largo corredor que tantos bellos fantasmas de antaño, cada fin de semana, entre acordes de guitarra, le da por revivir.

Se me olvidaba decirles que la grandeza de figuras tan notables como ellos, es proporcionar a su sencillez y a su humildad.

Pero ustedes no le cuenten que aquí, como un simple hasta pronto, les dejaré esto:

Yo te saludo en nombre de los nuevos/los que no han de acusarte por amar/los que amando contigo se hacen buenos/porque buena es, tu savia original.

Recuerdo cuando murió el ingeniero Heberto Castillo. Era un fin de semana y el domingo que machacaban la noticia en la televisión, no aguanté más y me solté llorando. Nunca lo había hecho por alguien que no fuera mi familiar o amigo y menos por un político, sobre todo de esa época o cualquiera, que nada me significaban que no fuera una maloliente trayectoria en su vida partidista , su cuestionable labor en el servicio público, su escasa aportación en lo personal ni se diga en lo profesional, en donde habían logrado muy poco y lo más cómodo entonces era servirse del erario.

Este hombre, en cambio, además de ser candidato presidencial por el Partido Mexicano Socialista (PMS) en las elecciones federales de 1988, fue miembro fundador de varios partidos.También fue candidato a la gubernatura del estado de Veracruz y se desempeñó como diputado federal y senador.

Asimismo por cerca de 18 años aportó sus conocimientos dentro de la academia, al ser docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, situación que lo llevarían a sumarse al Movimiento Estudiantil de 1968, destacando como uno de los principales líderes.

Aparte, como si le sobrara tiempo, en su carrera como ingeniero, en 1966 desarrolló la tridilosa, un sistema que consta de una estructura tridimensional altamente ligera y de tablero mixto, combinando la zona comprimida de concreto (hormigón), con la zona traccionada de acero y ha sido utilizada en más de 200 puentes en México, en el World Trade Center de la Ciudad de México, la Torre Chapultepec, Centro Médico Siglo XXI, Plaza Cuauhtémoc, Plaza Tabasco 2000, Hotel Morelia Misión y en el edificio Biosfera 2 (Arizona, EE. UU) cuando menos.

Heberto Castillo era todo eso y por tanto, ahora entiendo, había razones para sentirme así, en duelo, como me sentí ese domingo, pues frente a mí ,estaba la trayectoria de alguien que no pretextó una actividad para abandonar otra ni se excusó frente a un auditorio, contando su biografía ,quejumbroso, con tal de justificar porque andaba buscando un país mejor y no estaba en un aula, en un cubículo, en una biblioteca, en su cuarto de estudio, ocupado en su labor de ingeniero para ser también ahí un vencedor y dejar huella, sin petulancia, luego de no estar en este mundo.

Quizá lo anterior era el motivo de mi llanto: porque el legado de este ser humano era sin duda grande, asimismo por cerca de 18 años aportó sus conocimientos dentro de la academia, al ser docente de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional, situación que lo llevarían a sumarse al Movimiento Estudiantil de 1968. A pesar del alto riesgo que significaba ser opositor al gobierno en aquella época, desde perder un trabajo hasta terminar en la cárcel, el ingeniero no calló, sino todo lo contrario, su voz denunció la injusticia social, política y económica que se estaba viviendo en todo el país. Para rematar, el ingeniero tenía un sentido del humor corrosivo o al menos eso observé esa vez que conferenció en la prepa C.C. H. Morelos a donde fue llevado para beneplácito y orgullo de quienes formábamos parte de esa escuela.

Por eso y más, la noticia sobre la partida de este señorón me dolió hasta el tuétano. Porque se iba un ciudadano excepcional, porque no era cualquiera en ese universo de la clase política, sino que era alguien que había logrado trascender y , porque esa noche, me impidió ir animoso a villa de Seris y disfrutar de una buena charla, de la música, de una cerveza, de la familia y los amigos, en fin, de lo mundano como tantos y tantos fines de semana. Como Heberto Castillo, hay más personas que en su vida se convierten en seres únicos e irrepetibles. Son quienes se vuelven trascendencia y trascender en este sentido, significa hacer notar tu unicidad, tu particularidad, tu personalidad genuina y a nosotros nos queda reconocerlo así. Para entender esa magia en ellos y en ellas, resulta oportuno recurrir a la síntesis del pensamiento del filósofo y jesuita , Emerich Coreth quien al abordar el estudio de la esencia del hombre dice que esta se define como ser un Ser auto-consciente, que busca el autodesarrollo y su autorrealización; lo que define al hombre es su libertad.

El hombre debe entenderse como un ser dimensional, corpóreo y espiritual; manifiesta su corporeidad porque ocupa un lugar en el espacio y en el tiempo, porque se relaciona con la naturaleza y con los otros seres, con ellos se comunica, dialoga y desde su ser físico, experimenta cansancio y fatiga; desde su ser espiritual manifiesta su vitalidad, es su dimensión espiritual desde donde el cuerpo se vivifica y se anima y no podemos percibirlo sensiblemente.

Emerich recorre en su estudio las diversas maneras como se ha concebido el ser del hombre y hace una distinción entre ser antropológico y el ser del universo; el primero tiende hacia la trascendencia. La esencia solo se alcanza y se desarrolla en la propia conciencia con la puesta en marcha de la libertad, en la realización de las posibilidades humanas, en el despliegue espiritual ético, en las realizaciones histórico culturales.

La esencia es el principio de autodesarrollo activo. Pero, ¿qué diferencia al hombre corriente de una persona "que trasciende"? Pues bien, toda persona que intenta superar los límites que le pone la vida, que intenta buscar sentido y conocimiento de su "yo" y de su existencia trasciende a un plano en el que la vida enseña su verdadera esencia y verdad. Una persona ha trascendido, cuando con lo que ha hecho o dicho ha sido contribución, ha generado algún cambio en la sociedad o en su entorno, lo cual le lleva a gozar del respecto y la admiración a través del tiempo.»

“La transcendencia es un efecto, no es una causa en sí misma, es el resultado de ser consciente.” No requieres ser de tal o cual profesión, tampoco de ese o aquel oficio ni andarlo pidiendo a voz en cuello. Mucho menos tienes que pertenecer a una clase social determinada pero tampoco puedes negarte a buscar esa trascendencia, justificándote por todas las limitaciones o carencias que tenía tu entorno de niño o en tu familia sino por el contrario , eso puede ser el carburante para brillar desde ahí y sobresalir como el que más, para que un día, en esa calle, en ese barrio, en esa matria, tu gente sepa recordarte no por lo que tienes sino por lo que has sido, por lo que diste, sin negar nunca nunca la cruz de tu parroquia.

Mecánico, pintor, carpintero, controlador de aviones, poeta, carrocero, costurera, partera, médico, cantante, declamador, abogado, dentista, pintor , bailarina , electricista o ingeniero pero intenta ser el mejor y ofrenda todo lo que esté en ti sin esperar, cómo una condición , algo a cambio porque si lo haces desde el corazón ,la retribución a tu generosidad llegará por añadidura.

Esa es la gran diferencia.

Porque Hay hombres que luchan un día y son buenos/Hay otros que luchan un año y son mejores./Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos/Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles, decía Bertolt Brecht ( y aquí puede empezar Silvio con su arpegio y enseguida entonar Sueño con serpientes, con serpientes de mar, o cualquiera de él o de Serrat o de Sabina, o Mercedes Sosa , o de Ana Belén o Amaury Pérez o de Víctor Manuel o de Pablo o de Alejandro Filio) Total, que aquí la dejo porque viene el fin de semana y no quisiera ponerme a llorar como esa vez que a Don Heberto le llegó la rayita que, según otro ingeniero, tenemos todos .

Por cierto, este último de quien hablaré en presente porque ya les dije que los muertos no se van ,solo se vuelven invisibles se llama Julio Cesar. Yo le digo Julio, o El Julio, a secas y su apellido es Ferrá Gutierrez. También a quienes prefieren decirle Cesar, nada más y punto.

De cualquier forma que se le diga, él será así ,tal cual como hasta la fecha , un tipo auténtico , un profesionista ejemplar que se las sabe de todas, todas, en eso de las ingenierías y sobre todo un amigo- familiar- cómplice- y miembro destacado de lo que, en esa terraza ,en ese corredor, en la carpintería, en la cancha o donde se improvise la ocasión, en cada fandango sabatino, sobre todo, o en cada bullicio convocado en calle Mina 39 de la Colonia Villa de Seris, ahí, en la casa grande donde hay un pasado que revive ,diariamente y una comunión que se parece mucho a una lupercalia romana pero sin excesos, puede volverse protagonista o un invitado discreto, hablado lo menos y escuchando lo más, o deslizando un recuerdo o un pedacito de historia del barrio, del mundo, de la música, del box, de un poema, de una canción, de un hermano o del otro o de la semana pasada, sobre la cual, la más reciente o la más remota, parece quedar toda la vida en su memoria.

Y es que parece que tiene calculado todo, para ir bajando temas como si en un juego de mesa, fuera bajando las cartas, una a una, según el momento, según la ocasión, para que ello sea fiesta si eso se quería o sea un rato solemne si ese ratito lo exige.

Tras esos lentes, hay precisas miradas, lo sé, pero también silencios que solo guarda para sí, o para las doce de la noche en un cumpleaños. Entonces alzará la cabeza, hará una pausa, soltará una risita gozosa y contará de pe a pa, lo que un día de niños ocurrió en esa casa grande llena de luz y espacio, cual si tuviera en un restirador los planos biográficos de cada uno, de él, y de un pato negro que una mañana surcó los aires de esa ciudad chiquita que significaban todas de esas calles, como última vez, sin darse cuenta, antes de volverse carne y aroma, comunión y suspiro, así cual si fuera la imaginación que cada quien quisiera: un cocido de verduras llamado 'cholent', 'jaroset' de sabor dulce), aceitunas con hisopo, hierbas amargas con pistachos y pasta de nuez o el maná tan deseando o ese pan que cae del cielo , así como cae la lluvia en las casas de cartón , o sobre un catre, o un andamio, o un largo corredor que tantos bellos fantasmas de antaño, cada fin de semana, entre acordes de guitarra, le da por revivir.

Se me olvidaba decirles que la grandeza de figuras tan notables como ellos, es proporcionar a su sencillez y a su humildad.

Pero ustedes no le cuenten que aquí, como un simple hasta pronto, les dejaré esto:

Yo te saludo en nombre de los nuevos/los que no han de acusarte por amar/los que amando contigo se hacen buenos/porque buena es, tu savia original.